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Fábrica de Loza San Claudio es una industria centenaria de reconocido prestigio a nivel nacional. La firma tiene, además, un componente tradicional en Asturias: pocos novios habrá en la región a los que no les hayan regalado para la boda una vajilla de San Claudio. La locería fue fundada en 1901 por Senén Ceñal y posteriormente adquirida, después de la I Guerra Mundial, por José Fuentes. Es en este período cuando se comienza a utilizar arcilla inglesa como materia prima y se implanta la técnica, pionera en España, de calcomanía bajo esmalte.

La tradición locera de San Claudio viene de tiempos inmemoriales. Antes de la fundación de Loza de San Claudio en la localidad ya se habían instalado otras empresas de cerámica. En este marco se fundó en 1901 la locería, la segunda empresa de loza fina de mesa en la España de la época. Senén Ceñal logró el apoyo de los banqueros locales -muy pudientes gracias a la industria minera y metalúrgica- para comprar las naves de una antigua fábrica de cerámica. Así nació la Fábrica de Loza de San Claudio. La calcomanía bajo esmalte se convirtió desde los inicios en un referente de la firma San Claudio. Desde sus inicios la factoría ganó prestigio gracias a la utilización de las técnicas más avanzadas de la época. El esmalte es la única técnica de decoración que garantiza la permanencia de los colores en el tiempo.

El primer relevo en la titularidad de la empresa se produjo después de la I Guerra Mundial. La fábrica fue adquirida por una familia de industriales locales. El cabeza de familia, José Fuentes, se convierte en gerente de Loza de San Claudio. Es en esta etapa cuando comienza a utilizarse la arcilla inglesa como materia prima y así la fábrica comienza su segunda época de esplendor. Hasta finales del siglo XX Fábrica de Loza de San Claudio no inicia su proceso de internacionalización. Esta última etapa de Fábrica de Loza va de la mano del empresario Álvaro Ruiz de Alda (Madrid, 1961), propietario de la factoría desde comienzos de la década de los noventa del siglo pasado. Ruiz de Alda, un conocido empresario, también fue propietario de Pickman La Cartuja, otra fábrica centenaria. Se la vendió en 2003 al industrial Emilio Portes a causa de la grave crisis que atravesaba la compañía.