Javier NEIRA

El Tabularium Artis Asturiensis celebró ayer el 62.º aniversario de su fundación con un vivo debate sobre su futuro, un debate ya clásico que en el fondo remite a una reflexión sobre el patrimonio histórico y artístico asturiano, siempre problemático. En conjunto, a la misa, a la foto de familia y a la comida asistieron 40 amigos y colaboradores del archivo y museo asturianista. Fue muy celebrada la recuperación de Luis Piñera, capellán del Tabularium, que llevaba unos meses con problemas de salud.

Algunos miembros de la institución fundada por Joaquín Manzanares -cronista oficial de Asturias hasta su fallecimiento hace ahora seis años- plantearon en la sobremesa del tradicional almuerzo de hermandad la necesidad de encontrar una salida a un museo que recae sobre la familia Manzanares sin ninguna ayuda pública. José Luis García Arias, anterior director de la Academia de la Llingua, sugirió la posibilidad de hablar con el Ayuntamiento de Gijón, ya que otras instituciones no se dan por enteradas a pesar de las gestiones realizadas o de ir a la constitución de un museo privado con una selección de las piezas que van desde la prehistoria al arte barroco, así como unas 100.000 fotografías y decenas de miles de fichas. Francisco Manzanares, hijo del fundador del Tabularium, recordó que ya hace décadas se le había ofrecido el museo en su conjunto al Ayuntamiento de Gijón, por un precio muy reducido, opción que fue rechazada para, al poco, adquirir una copia del «Retablo del mar», de Sebastián Miranda, por ese mismo coste.

José Antonio Coppen pidió que se abriese el Tabularium al público. Heradio González Cano insistió en la necesidad de nombrar un cronista oficial de Asturias y evocó su tierra nicaragüense, así que José Luis Bigoles le replicó: «No se es de donde se nace, sino de donde se pace». Sobre la necesidad de un cronista, que tuvo varios apoyos, Victorino Gutiérrez dijo que debería recaer en Emilio Marcos, director del Museo de Bellas Artes de Asturias y secretario del Tabularium. Recordó, asimismo, el sentido de las reuniones, dos veces al año: «Vamos a misa en recuerdo de los que estuvieron sentados en esta mesa y han fallecido; nos hacemos una foto en apoyo y memoria de Joaquín y nos reunimos a comer porque somos amigos y estamos a gusto». El eurodiputado Antonio Masip fue muy claro: «Yo estoy con el Tabularium, Joaquín Manzanares y su familia». La comida estuvo presidida por un retrato de Manzanares, pintado por Gabriel Morales. Juan Uría cerró la sesión cantando una vaqueira: «En el medio de la mar hay una piedra cuadrada con un letrero que dice: "Viva el valle de Tsaciana"».

Antes, en la misa celebrada en San Tirso, el vicecapellán del Tabularium, José Ramón García, ofreció una profunda homilía destacando el sentido positivo de la resurrección, del cambio a mejor que anuncia el cristianismo. Denunció a los falsos dioses y a quienes tienen todas sus complacencias en el dinero, en el éxito y en otros ídolos.