D. M. / D. O. / I. R.

La pareja formada de Jesús V. P. y Larisa L. R. no pudo aportar pruebas que sustentasen su coartada del viaje a Madrid, según confirmaron fuentes jurídicas y familiares. Jesús V. P. explicó en su primera declaración ante la Policía que tanto él como su novia decidieron ir a pasar las fiestas de San Juan a Madrid y que, al regresar y entrar en la vivienda de Mariscal Solís, encontraron el cuerpo descuartizado de María Luisa Blanco dentro de la nevera.

Sin embargo, los jóvenes no aportaron ni una sola prueba que inyectase una dosis de credibilidad a esta versión, ni los billetes del autobús que supuestamente utilizaron ni resguardos de hotel. Inicialmente dijeron que los habían tirado.

Policías de paisano fueron a buscar a Jesús V. P. y Larisa L. R. a las diez de la mañana de ayer a la casa que la madre del primero tiene en Casomera (Aller), donde se encontraban desde el precinto de la vivienda de Mariscal Solís. Fuentes familiares aseguraron a LA NUEVA ESPAÑA que la pareja mintió en su coartada y que lo hizo «por miedo». Según esta nueva versión, que no fue confirmada oficialmente, Larisa L. R. confesó que se encontraba en la casa de la familia Blanco cuando María Luisa fue asesinada. Jesús V. P. estaría trabajando, siempre según las mismas fuentes. La pareja decidió entonces inventarse una defensa y ser ellos (en este caso, la madre de Jesús V. P.) los que llamaran a la Policía, añadieron las fuentes. El caso adopta cada vez más tintes de novela negra, sin olvidarse del padre del presunto descuartizador y de la víctima, Gil Blanco, que apuntó la posibilidad de que los hermanos mantuvieran una relación sentimental y el crimen estuviera movido por los celos.

Discusión

Pablo Luis B. B. explicó a los agentes del Cuerpo Nacional de Policía que mató a su hermana María Luisa tras una discusión la noche de San Juan. Después de acabar con ella, la descuartizó en la bañera.

Amor y odio

Los vecinos aseguran que los dos hermanos mantenían una «excelente relación» y que era frecuente verlos pasear juntos, a veces de la mano. El padre de ambos, Gil Blanco, apuntó incluso la posibilidad de que la relación entre ambos fuera más allá de lo puramente fraternal e incluso hubieran mantenido relaciones sexuales. El crimen respondería así a posibles celos, según el hombre. No obstante, según pudo saber este periódico, los investigadores no dan demasiada credibilidad a esta versión.

Olor a lejía

La Policía percibió un intenso olor a lejía cuando se adentró en la casa de Mariscal Solís en la que se produjo el crimen. Pablo Luis B. B., que sorprendió por su tranquilidad y sosiego, aseguró que había limpiado toda la casa para eliminar los restos de sangre.