Catedrático de Psicología del Trabajo en Santiago

Javier NEIRA

Jesús Salgado tiene 48 años, es catedrático de Recursos Humanos y Psicología del Trabajo en la Universidad de Santiago de Compostela y desarrolla asimismo su actividad profesional como asesor de administraciones públicas entre otras el Principado de Asturias. Intervino en el VII Congreso Iberoamericano de Psicología que hoy se clausura en Oviedo con una ponencia sobre la validez de las medidas de personalidad.

-¿Cómo se elige al mejor para determinado trabajo?

-Lo que cuenta es la capacidad de pronóstico del desempeño ocupacional. Para cualquier puesto de trabajo no sirve un único indicador como medida de la persona adecuada. Los análisis psicológicos se usan cada vez más tanto en la empresa privada, que es más avanzada en estas cosas, como en las administraciones públicas.

-¿Qué cuenta más la aptitud, la actitud o la confianza?

-Las tres cosas, no son excluyentes. Sin aptitud no se puede hacer un trabajo bien pero tampoco sin actitud o incluso sin confianza porque no habría compromiso, ligazón o interés por el servicio. Las empresas ahora requieren talento pero también exigen compromiso.

-¿Prima la confianza ya que no contrata la empresa o el Estado sino fulanito de tal que no quiere que le hagan sombra?

-Se da en algunos casos. Sobre todo si ese fulanito no tiene que rendir cuentas. De lo contrario le interesa el resultado de su equipo de colaboradores.

-Pues la Universidad está plagada de discípulos que se rebelan contra sus maestros cuando se hacen funcionarios.

-Lo niego totalmente. Hay casos así, evidentemente. Y pueden ser llamativos. Pero no es la ley. Un caso no se puede elevar a categoría.

-Ahora hay más despidos que contrataciones ¿los psicólogos pueden asesorar los despidos?

-Es una cuestión peligrosa. Sí se puede, claro. Una empresa si valora profesionalmente a la gente tiene datos para saber si conviene más un trabajador que otro. Y hay una cultura organizativa de manera que se sabe si una persona contribuye o no a esa cultura. Si se identifica a determinadas personas como potenciales candidatos al despido, cabe asesorarlas para que el despido sea lo menos traumático posible y además se puede dotarlas de herramientas para que puedan acceder lo antes posible a otro empleo. Cuando se hace así están en el paro un cincuenta por ciento menos de tiempo que quienes no siguen esas pautas. En algunos países, en la negociación de rescisión de contratos se suele introducir un paquete de asesoramiento.

-Los psicólogos deciden sobre el trabajo, la familia, la educación, la pareja y los juicios ¿son dioses?

-La psicología es una ciencia que estudia el comportamiento humano. Y en todas esas cosas el comportamiento es central. Por eso puede intervenir. En otros ámbitos, poco o nada podemos hacer. Lo importante es saber qué tienen de efectivo esas intervenciones de los psicólogos.

-Pero no cabe hacer experimentos control con otra familia otra pareja u otro juicio para comparar.

-Ya, das a unos una droga y a otros un placebo y comparas. Pero sí hay estudios longitudinales, das un tratamiento y ves si mejora la situación. Si comparamos familias, instituciones educativas y empresas.

-La mayoría de la gente tiene comportamientos normales y ahí la psicología solo dice obviedades y sobre los casos extremos poco puede hacer salvo describir.

-¿Obviedades? ¿en qué ámbito? No es así. Por ejemplo, a la gente se la contrata mediante entrevistas que se puede preparar y son breves. Es obvio, sí. ¿Sirve? No, no sirve. Pero caben las entrevistas conductuales que duran una hora, que no cuenta la presencia y solo interesa la forma, el modo en que adquieres conocimientos, cómo los pones a trabajar y qué sistemas organizativos aplicas. Y eso lo sabemos los que investigamos en estas cosas.

-¿No parten de un equívoco ya que las personas cambian?

-Bueno, en las entrevistas convencionales el 90 por ciento es error. La gente en las empresas no está entrenada para hacer entrevistas. Y pasa lo que pasa.

-¿Lo mejor no es ensayo-error, libre contrato y libre despido?

-No lo creo. El coste de los errores puede ser tremendo. Si contratas a los pilotos por ensayo y error nadie subiría a un avión. Vivimos en sistemas de protección. El despido libre es aquí te pillo, aquí te mato; no vale esa fórmula, supondría un coste elevadísimo.

-¿Y las dinámicas generacionales en las empresas?

-Hasta hace unos años, por razones económicas, se despedía a los cincuenta años, sobre todo en banca y se reponía con jóvenes. Un error porque los nuevos no hacen en mismo trabajo. La experiencia, además, no es la permanencia en el tiempo sino saber acumulado. Y las personas que permanecen socializan a los que entran.