E. VÉLEZ

La angustia de la familia de José Antonio Díaz, desaparecido desde hacía doce días en el Nalón, terminó ayer por la mañana. El cuerpo del cariñosamente conocido como Toni fue descubierto en el río, a la altura de Santa María de Grado y en una zona de difícil acceso llamada La Piedra, a seis kilómetros del lugar donde desapareció el 9 de abril en Udrión (Trubia).

En torno a las diez de la mañana, Saúl Escaladas, un taxista ovetense de 26 años, vio flotar un cadáver a metro y medio de la orilla. El joven formaba parte de un grupo de 23 compañeros que, de forma voluntaria e incansable, buscaban a «uno de nuestros mejores y más queridos amigos», desaparecido cuando intentaba recuperar un avión de juguete, junto con un amigo, Diego Valladares, también fallecido.

La pandilla había iniciado un rastreo paralelo al dispositivo oficial, organizados como una verdadera brigada. Vehículos todoterreno, ropa y calzado de montaña, navegadores GPS, mapas de mano y «walkie talkies» formaban parte de su equipo de búsqueda, gracias, en parte, a que el grupo pertenece a un equipo de radioenlaces de rally. «Vi el cuerpo debajo del puente, estaba de costado y cogí un palo para darle la vuelta y comprobar que era él, lo miré de frente y avisé a mis compañeros para que vinieran», explicó ayer Saúl Escaladas a la entrada del tanatorio de Grado. Los amigos avisaron a la Guardia Civil, pero decidieron sacar el cuerpo del río porque «se lo estaba llevando la corriente y no podíamos perderlo otra vez», señaló el joven. Provistos de una cuerda de escalada, ataron el cadáver y lo arrastraron entre todos.