A bailar con «The Rolling Stones». El Ballet de Praga cabalgó las canciones del grupo británico y ofreció ayer, en el teatro Campoamor, unas escenas vibrantes, complejas y poderosas en la línea de «West Side Story» y según acertada coreografía de Christopher Bruce. Data de 1991, es ya un clásico. El segundo espectáculo del festival de Oviedo demostró que la calidad funciona en todos los registros.

Los artistas checos abrieron fuego con seis piezas para cubrir la primera parte. Citas al ballet clásico sobre música de Mahler y coreografía de Petr Zuska, director artístico del ballet; piano de Chopin y violín de Paganini para unas escenas de gran belleza, con alusiones a la marionetas; un tango y después «Just solo», para un bailarín solo que firmó, excelente, Viktir Konvalinka según coreografía propia, fuerte y atlética.

«La petit mort» -orgasmo en jerga francesa- con música de Mozart ofreció belleza sugerente sobre las eternas honduras del amor y para cerrar la primera parte, una pieza larga, de casi media hora, sencillamente maravillosa. Empezó con una parodia de la muerte del cisne de Saint-Saëns que dio pie a la evolución de cuatro cisnes macho, aún más paródicas, con mil enredos y alguna nota lírica para calmar tanta mordacidad. El público, volcado, aplaudió a rabiar.

Tras el descanso, lo indicado, los «Rolling» sin medida bajo el epígrafe «Rooster» -gallito- con un final de fiesta arrollador.