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Una novedosa investigación en el buque-insignia de la sanidad regional

La técnica evita mutilaciones en el cuerpo del paciente

La investigación del HUCA está financiada por una ayuda FIS del Instituto de Salud Carlos III. Con los especialistas en cirugía maxilofacial colaboran la unidad de coordinación de trasplantes y terapia celular del complejo sanitario ovetense, y también el doctor Álvaro Meana, del Centro Comunitario de Sangre y Tejidos.

Hasta la fecha, se han investigado y desarrollado algunos métodos similares a los que investigan los especialistas asturianos. Sin embargo, "aún no existe ninguna experiencia protocolizada directamente aplicable en la clínica", indica el catedrático.

En el momento actual, las reconstrucciones consisten en "un trasplante en el que el donante y el receptor son la misma persona". En el caso de las operaciones de cara, suele tomarse hueso de otra zona del cuerpo y no puede hablarse de injerto, toda vez que el tejido que se traslada está vascularizado desde el primer momento, es decir, es lo que se conoce como un "colgajo". Los lugares más empleados para recolectarlos son el peroné, el hueso ilíaco y la escápula u omóplato.

En cambio, cuando el hueso no se traslada desde el sitio dador hasta el receptor junto con sus propios vasos sanguíneos, se denomina "injerto". En este caso hay que esperar a que vaya creciendo la vascularización del lugar en el que es colocado, hasta invadirlo e irrigarlo, lo cual "suele tardar como mínimo un mes y puede demorarse varios meses en la mayoría de los casos, con riesgos notables como la infección, con la consiguiente pérdida del tejido y la reabsorción del hueso, a pesar de haberse vascularizado adecuadamente", señala el catedrático de cirugía maxilofacial.

Con el nuevo procedimiento desarrollado por los científicos asturianos, no se realiza mutilación alguna en el cuerpo del paciente. Los traumatismos originados por accidentes y las cirugías para extirpar tumores son las causas que más frecuentemente hacen necesaria una reconstrucción facial. No obstante, procedimientos menos extensos, como los defectos de los maxilares relacionados con la extirpación de quistes, tumores y la colocación de implantes dentales, son intervenciones muy comunes en las que habitualmente se emplean injertos óseos o bien derivados o sustitutos del hueso, tanto de origen natural o biológico, como sintéticos, y que también se beneficiarían del empleo de cultivos celulares.

Juan Carlos de Vicente da por sentado que el cultivo, fuera del cuerpo, de células del propio paciente se impondrá con el tiempo a cualquier otra técnica, al menos, inicialmente, para la reconstrucción de defectos no muy complejos.

Una de las dificultades que entraña este tipo de investigaciones con humanos obedece a que requiere el cumplimiento de unos requisitos legales muy estrictos en lo que se refiere a los espacios físicos. Exigencias que emanan de la Agencia Europea del Medicamento. "Hasta ahora hemos hecho ensayos en modelos animales, y sabemos que habitualmente los resultados que se observan no son completamente equiparables con los que se constatan en humanos", indica Ignacio Peña.

Otra investigación complementaria que tiene en marcha el servicio de cirugía maxilofacial del Hospital Universitario Central de Asturias consiste en diseñar un procedimiento que frene la destrucción de tejidos afectados por procesos de necrosis (muerte). La técnica se basa en células de aspirado medular, que una vez obtenidas son purificadas en el laboratorio. En este sistema se emplea plasma sanguíneo rico en plaquetas como andamio que las sustenta. Las citadas células "favorecen la vascularización del hueso enfermo, con lo cual, al menos teóricamente, se frenaría el deterioro", precisa el doctor De Vicente.

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