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Sensaciones sobre ruedas

Vicente Cruz, conductor profesional y ciego desde hace cuatro años por una enfermedad, vuelve a sentarse al volante de un coche en el Circuito de Asturias

Eduardo Llano, a la izquierda, y Vicente Cruz, al volante, en el Circuito de Asturias.

Vicente Cruz se ganaba la vida como conductor profesional hasta que perdió la vista a causa de una enfermedad. De eso hace cuatro años, y ya no contaba con ponerse nunca más al volante de un coche. Sin embargo, lo hizo. Fue el sábado pasado, en el Circuito de Asturias, en Siero, con Eduardo Llano, vicepresidente de Aspaym (Asociación de Parapléjicos y Grandes Discapacitados) y concejal del PP, como copiloto. Vicente Cruz condujo durante tres kilómetros y como él lo hicieron otros tres invidentes, amigos suyos, que al bajarse del coche admitieron haber vivido "una de las mejores experiencias de nuestra vida".

La experiencia fue consecuencia de un encuentro fortuito entre Vicente Cruz y Eduardo Llano. Se conocieron a finales del año pasado, en un restaurante de Gijón donde tenía lugar un evento gastronómico para gente con discapacidad. Llano habla de Cruz como de "un chico simpático, alegre, cercano, risueño...". "Me llevé muy bien con él y al terminar me ofrecí a acercarlo a casa", cuenta el vicepresidente de Aspaym.

Al subir a su coche, un BMW M3, Llano recuerda que Vicente Cruz comentó: "¡Vaya asientos más deportivos! ¿qué coche es éste?". Cayó en la cuenta de que su nuevo amigo no podía ver el automóvil, pero podía sentirlo. "Le expliqué en un minuto todo lo que él no había podido ver, para que se hiciera una idea del conjunto", refiere el vicepresidente de Aspaym, quien compite como piloto de "slalom".

En el transcurso de aquel breve viaje, Eduardo Llano supo que Vicente Cruz había perdido la vista cuatro años atrás, a consecuencia de una enfermedad. "Me quedé ciego, sólo veo sombras y mal...", le contó. Supo que cuando sucedió aquello era conductor profesional.

Al acabar el trayecto, Eduardo Llano se ofreció a hacer de copiloto para que Vicente Cruz pudiera revivir la sensación de sentarse al volante y avanzar por una carretera.

A toda velocidad

El sábado pasado, a las diez de la mañana, quedaron en el Circuito de Noreña. Con Vicente Cruz llegaron algunos amigos más, entre ellos Mónica Fernández, su novia. Todos están ciegos o tienen graves problemas de visión. Condujeron solos durante una distancia de tres kilómetros, siguiendo las indicaciones de Eduardo Llano, que iba sentado a su derecha. Empezaron memorizando el trazado y la intensidad de giro de cada curva. Después se sentaron en el asiento del piloto y, siguiendo las indicaciones de su asistente, completaron dos vueltas al circuito "sin mayor dificultad".

En su inusual experiencia por la carretera utilizaron el coche de Llano y otro de competición, con el que circularon, en esa ocasión como copilotos, a toda velocidad por el circuito, reviviendo el placer de la conducción.

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