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Alfonso Iglesias y su humor inmortal

El "padre" de Pinón, Telva y Pinín fue gran conocedor de los hórreos l De la mente creativa del dibujante y pintor salieron el madreñogiro y el Día de América en Asturias

Alfonso Iglesias y su humor inmortal

Nací en la villa de Navia

y me crié en Cudillero

cortejé y caseme en Mieres

y viví en Madrid y Oviedo

Humor: "Actitud o tendencia que consiste en ver el lado risueño o irónico de las cosas". De esta manera describe el término el diccionario de Manuel Seco. Quizás yo añadiría que el vocablo no necesita definición para todos los que tuvimos la gran suerte de gozar de su amistad, porque él era su mejor ejemplo. Alto, enjuto, atezado, con abundante cabellera; rostro bien proporcionado que no ocultaba la nariz y sí lucía unos vivarachos ojos bajo una amplia y arrugada frente.

De acuerdo, reconozco que no sigo el orden establecido para un buen retrato, mas han de reconocer que lo estoy haciendo de memoria y, si me permiten continuar, puedo aclarar que lo que más me llamaba la atención en él, era aquella bondadosa faz que irradiaba inteligencia; el bigote que enmarcaba en la sonrisa la mejor retranca asturiana y carbayona y? sus manos de pianista: al igual que su mente, sensibles y nerviosas, nacidas para interpretar a Schumann o impulsar los pinceles hacia la cima del arte.

La ciudad de Oviedo le ha dedicado un busto y una calle. Asimismo, es patente que sigue vivo en la anciana memoria de Vetusta; si bien, por sus destacados méritos, el Principado de Asturias todavía está en deuda con él, ya que, por desgracia, para las nuevas generaciones principia a ser un personaje desconocido próximo a ingresar en el baúl de los recuerdos. La mayoría de los jóvenes, al contemplar el madreñogiro instalado en el Aeropuerto de Asturias se preguntarán: ¿Y quién fue el creador de este artilugio tan surrealista, propio de un espíritu daliniano?

Pues no hace falta decir que estoy hablando de Alfonso Iglesias. No añado lo de López de Vivigo porque, si bien son sus apellidos, por estos ilustres pagos, para los de casa, siempre fue "Alfonso" a secas. Como él no hubo otro y, como mucho, cuando lo mencionábamos ante forasteros, para darle más seriedad y empaque, la primera vez lo hacíamos al completo: Alfonso Iglesias. La segunda y siguientes, más que suficiente, solo el nombre de pila que en él se convertía en apodo, alias, seudónimo, título, sobrenombre y, si me apuran, mote.

Y ahora la gran duda metafísica ¿Quién creó a quién? ¿Alfonso a Telva, Pinón y Pinín, o estos tres personajes, al alimón, proporcionaron el soplo vital a Alfonso? ¡Igual da! Veamos: Navia 1910, viene al mundo un niño que todavía en pañales trasladan a Oviedo, lugar en el que estudia y vive aquellos convulsos años treinta. Artista autodidacta, publica en el diario Región sus primeras caricaturas de futbolistas: Sirio, Lángara, Herrerita, Emilín? En 1936 colabora en la fundación de LA NUEVA ESPAÑA, en donde saca a la luz una serie de chistes ilustrados, gran parte relacionados con la situación de la ciudad y el cerco a que fue sometida. Fue ya, en 1939, cuando Pinón y Telva, dos entrañables personajes que andaban en busca de un caricaturista huérfano, se dieron cuenta que la suerte terminaba de sonreírles: se aliaron con el "flaco del bigote" y lo adoptaron a perpetuidad.

Donde quiera que lo tropieces, este matrimonio bien avenido, aunque en muchas ocasiones anden a leches, es inconfundible. Los dos calzan madreñas; Telva, oronda, risueña, satisfecha ama de la quintana con el pañuelo a la cabeza, toquilla sobre los hombros y mandilín corto. Pinón es el polo opuesto; narizotas, desgarbado, escuálido, boina a medio ceñir, pantalones caídos, chaleco abierto, paraguas al brazo, sofista, sidrero y una sonrisa que le ilumina el rostro, salvo que sus disparatados inventos se la hielen, o Telva lo espere rodillo en mano a la puerta de casa cuando, bien orbayáo, retorna del chigre haciendo eses. A la capital siempre vienen con la sufrida burrina -orejudo animal que a menudo aparcan entre lucidos haigas- cargada de lecheras y la correspondiente cestina con huevos.

"Pues, señor? Telva y Pinón / tenían un sobrinín / inquieto como un gorrión. Sentado en la pomarada / mientras cuidaba las vacas, / en viajes raros pensaba". Ese protagonista de aventuras para niños al que también seguían los mayores, nada más y nada menos, era Pinín.

En 1943, con su poderoso artefacto volador, el afamado madreñogiro, atravesó el charco varias veces. Incansable trotamundos viajó a la perla de Las Antillas, a la selva, a un mundial de fútbol. Por supuesto que en un cohete espacial, diseñado y fabricado por él mismo, alcanzó la superficie marciana ¡Era un portento! En septiembre de 1944 todo Oviedo y medio Asturias se reunieron en la calle Uría para recibir al rapacín en honor de multitudes. Y el álbum con sus cromos, patrocinado por chocolates La Cibeles, se convirtió en fiebre entre los niños de la época, que íbamos a cambiar los repetidos a la plaza de La Escandalera.

Además de los mencionados, entre sus personajes destacaron "Rufina, la moza de Proacina, el todopoderoso Mazinger-Z, denominado Asthur-Kong y el western tan especial de Pim Coll'otto. Sobresaliente humorista gráfico y viñetista, también fue un destacado cartelista, con inolvidables creaciones para las fiestas de San Mateo. Escribió obras de teatro, realizó programas en radio y televisión, fue el inventor del Día de América en Asturias y un gran acuarelista. Cuántas veces le encontré pintando por la cercanía del Aramo; en Pravia y Soto del Barco, charlando mientras observaba asombrado su gran facilidad para trasladar maravillosos rincones al papel.

Dejo para el final un aspecto de su obra. Muy habituales son los hórreos en su universo gráfico en el cual casi nunca faltan, porque, igualmente, también fue un profundo conocedor de su estructura y tipología. Con razón, en el año 1975, Bankunión patrocinó El Libro de los hórreos. Impresiones de un viaje por la ruta de los hórreos en España, una preciosa edición de 2000 ejemplares. Detallada descripción de dichos graneros en Asturias, Navarra, País Vasco, Cantabria, León y Galicia; con otro capítulo para los Hórreos del mundo. Como el mismo Alfonso narra, siempre fue un enamorado de ellos. "¡Ese pobre artefacto viejo y carcomido! Porque aún quedamos por el mundo anticuados que nos preocupamos un poco por las cosas del ayer. Y que nos damos cuenta de que en esas cosas pequeñas, humildes, olvidadas, existe encerrada mucha poesía, encanto, ternura, y en ellas encuentra uno un remanso de paz en este desquiciado mundo de hoy".

Es copiosa la bibliografía existente sobre hórreos, paneras y cabazos; por citar algunos mencionaremos los de: Frankowski, Hórreos y palafitos de la Península Ibérica, (1918); el de Efrén García, editado por Caja de Ahorros de Asturias, Hórreos, paneras y cabazos, (1979); Cobo Arias, Cores Rambaud y Zarracina Valcarce, Los hórreos asturianos. Tipologías y decoración, (1986); otro más, solo de fotografías, pero muy interesante, es el de Julio Blanco Cadavieco, Hórreos y paneras, (1989).

En el Libro de los hórreos de Alfonso, álbum de dibujos, plumillas, aguadas y acuarelas, están representados los diferentes estilos de las partes Occidental, central y oriental de Asturias. Como el propio autor dice de las acuarelas que acompañan el texto. En ellas, el hórreo parece que ha dejado de ser el protagonista central, y se encuentra mezclado en el entorno del paisaje o del rincón campesino. Ello se debe a que estas acuarelas no fueron hechas especialmente para este libro, sino que son reproducciones de cuadros de sus exposiciones. Con ellas demuestra que fue un gran artista comprometido con nuestra región. Tanto, que seríamos unos ingratos si le echáramos al olvido.

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