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Las Caldas

De boda en el primer altar hereje de Asturias

Gema Folcrá y Jesús Huerta se casan mañana en una finca de Las Caldas por el rito espiritual priscilianista del siglo IV

De boda en el primer altar hereje de AsturiasLNE

Gema Folcrá y Jesús Huerta se casarán mañana siguiendo un rito del siglo IV promulgado por el primer obispo hispano sentenciado a muerte por herejía, Prisciliano de Ávila. Será en una finca de Casielles, en Las Caldas, y oficiará la ceremonia (sin validez oficial) un amigo de la pareja que simulará ser Prisciliano. De hecho, se ha dejado crecer una larga barba estilo druida.

Los prometidos legalizaron su nuevo estado civil hace dos semanas en los juzgados. Es decir, ya son marido y mujer, pero tenían claro que querían invitar a sus seres queridos a una fiesta atípica hecha a su medida. "Pensamos hacer algo celta hasta que una amiga nos habló del ritual priscilianista y su filosofía encajó con nuestra forma de ser y pensar", explica Gema, madrileña de 48 años que al igual que su pareja -toledano de nacimiento y a punto de cumplir los 50- está divorciada y se casa por segunda vez. Ella defiende "una ceremonia de amor en armonía con la naturaleza, donde fluya la energía y los bienes materiales queden relegados a un segundo plano".

El matrimonio se conoció en Murcia y vive en Oviedo desde hace un lustro, aunque ella pasa unos quince días al mes en Madrid para trabajar de auxiliar en el Hospital Universitario Fundación Alcorcón. Él regenta un bar en Colloto, "La muralla rock metal", y ha participado al cincuenta por ciento con Gema en el diseño de su boda, que tendrá poco más de treinta invitados.

La novia estará descalza, vestirá una túnica y llevará una corona de flores durante la ceremonia priscilianista para después, en el convite, ir de pirata. Y es que el código de vestimenta indica que los asistentes escojan entre piratas o vikingos. "Yo también me vestiré de pirata", dice Jesús, que por única pista cuenta que también llevará una corona de flores, aunque se calzará de cuero.

En el banquete habrá cordero y cerdo a la estaca, ensalada, embutidos y dulces de postre. "Queremos se que sea una comida campestre sin pretensiones y con toques del siglo IV, como el resto de la ceremonia nupcial". Gema asegura que no está nerviosa, sino feliz por haber conseguido organizar un acto "pagano y libre de convencionalismos" en el que estará rodeada de los que quiere. "No quería curas, sólo naturaleza, energía y el amor que nos tenemos", añade. La boda será a las 14 horas, se extenderá hasta la noche y contará con danzas y música de zanfoñas y panderos.

La relación de Gema y Jesús con Asturias es otra historia de amor. La novia admite que prácticamente arrastró a su prometido al Principado porque le encantaba el entorno. "He vivido en media España, desde Toledo a Murcia pasando por Madrid y Zaragoza, pero ahora estoy feliz aquí en Colloto", comenta el futuro contrayente priscilianista. Ni siquiera el mal tiempo podría deslucir la ceremonia porque la organización ha instalado una carpa en la finca de Casielles. Para Jesús, lo ideal sería celebrar la boda al aire libre y el banquete en la carpa, pero en caso de que el cielo caiga sobre sus cabezas lo harán todo bajo techo.

Prisciliano fue un seglar de clase alta originario de Gallaecia (provincia de la Hispania Romana que abarcaba parte del oeste y norte peninsular) que promovía una espiritualidad profunda, introspectiva y cercana al esoterismo y a los poderes del cosmos. Sus preceptos estaban en contra de las bases de la Iglesia cristiana. Por ejemplo, los seguidores de Prisciliano dejaban participar a los esclavos en la lectura de textos sagrados, permitían que las mujeres leyesen la Biblia en casa de hombres con los que no guardaban parentesco, usaban el zodíaco como referencia, andaban descalzos, se retiraban a meditar a la montaña, se apartaban en celdas o cogían las especies eucarísticas en la iglesia sin consumirlas de inmediato. Sus reuniones, frecuentemente nocturnas, eran en bosques, cuevas o villas alejadas de las ciudades y usaban el baile como una parte importante de la liturgia. Además, sustituyeron la consagración oficial con pan y vino por leche y uvas.

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