La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Instituto Alfonso II | Así es mi instituto

Alfonso II, enseñanza con solera

El centro, con 170 años de historia, es el más antiguo de Asturias junto al Jovellanos de Gijón l El director, Julio Rueda, destaca la responsabilidad del cargo, "por el que pasaron tan buenos profesores"

Julio Rueda, director del Alfonso II.

Las escaleras que dan entrada al Instituto Alfonso II sirven como metáfora para destacar que se encuentra en lo más alto de la lista de los centros de enseñanza secundaria con más historia de Asturias, un pedestal que comparte con el Jovellanos de Gijón. A lo largo de sus 172 años de vida han pasado por sus clases alumnos de la talla de Clarín o Severo Ochoa, entre otros ilustres, así como generaciones enteras de ovetenses. "Ser director de este centro y ocupar el cargo que han tenido antes tantos profesores reconocidos es una gran responsabilidad, aunque también una gran satisfacción. Si se suma la cifra de personas que han estudiado aquí sería enorme", asegura Julio Rueda, que lleva tres años dirigiendo el Alfonso II.

El instituto -que se fundó en 1845 como agregado a la Universidad y comenzó a funcionar en la calle San Francisco- pasó a instalarse en su ubicación actual, entre las calles de Calvo Sotelo y Santa Susana, en el año 1939. En el edificio principal, con 12.000 metros cuadrados de espacios diseñados al estilo de la arquitectura racionalista -un arte en el que impera lo esencial, lo práctico y lo funcional-, los altos e interminables pasillos resuenan por el bullicio de los estudiantes mientras Julio Rueda hace de anfitrión para este diario. Es la hora del recreo y la capacidad del centro se deja ver. "Hay pocas empresas que tengan la complejidad organizativa de un instituto de enseñanza secundaria. La gente sólo sabe a qué hora entran y salen los niños de clase, pero hay mucho detrás", asegura.

No en vano, el Alfonso II cuenta actualmente con 1089 alumnos matriculados y con una plantilla de 89 docentes, y todo eso sin contar al resto de personal que trabaja en la cafetería, mantenimiento, secretaría... "Esto es un mundo lleno de piezas que hay que encajar", dice Rueda.

Y es que el motor educativo del instituto no para en todo el día. Por la mañana hay clases de ocho y media a dos y media para los estudiantes de ESO y Bachillerato -548 jóvenes de 12 a 18 años- y por la tarde, a partir de las seis, entran los alumnos del Bachillerato Nocturno (200 matrículas de personas que suelen superar la mayoría de edad). Además, el centro también cuenta con dos ciclos formativos de grado superior -Actividades Físico Deportivas y Servicios a la Comunidad- en los que están inscritos 343 alumnos. "En los ciclos hay muchos universitarios que no tienen trabajo. Tal y como está el mercado laboral son una buena salida", recomienda el director.

Pero aún así, hay sitio de sobra. "Lo mejor que tenemos es el espacio. Además del edificio principal hay un aulario que se construyó en l966, lo que nos permite contar con cuatro aulas específicas de informática, espacios destinados a la formación en música, dibujo, laboratorios, talleres para tecnología...", explica Julio Rueda.

Además, el Alfonso II cuenta con un equipamiento en el que abundan las nuevas tecnologías, con dos pistas polideportivas (una techada y la otra al aire libre) o con un salón de actos equipado con cañones de luz para la representación de obras teatrales y otros eventos. "La verdad es que las instalaciones permiten trabajar muy bien con los alumnos", afirma Cristina Álvarez, profesora de Valores Éticos, mientras confecciona un mural con algunos de los estudiantes para lucirlo el Día de la Paz. Con ella también está la profesora de Religión, Ana Moreno. "Nos estamos ayudando. Para que luego digan que la Ética y la Religión se llevan mal", bromea.

Aunque el Alfonso II aún guarda esa esencia del pasado, hay cosas que han cambiado. Para empezar, los niños llegan ahora a los institutos a una edad muy temprana, algo que no ocurría antes. "A veces hacemos más de padres que de profesores. No se respeta tanto como antes la figura del profesor y en algunos casos también falta autoridad en casa", asegura Paco Martínez, un profesor de Biología que lleva 33 años de carrera a sus espaldas. La edad de los alumnos también implica un mayor control. "Tenemos que ser más rigurosos a la hora de controlar las entradas y las salidas. Hace años las puertas de un instituto estaban abiertas, pero ahora no dejamos que salgan a la calle en el recreo a no ser que tengan 18 años. Además, si faltan a clase se les envía un mensaje al móvil a los padres de forma inmediata", explica el director. Los profesores consideran que el haber elevado la edad de enseñanza obligatoria hasta los 16 años también está causando algunos problemas. "Controlaba mejor antes a una clase de 40 alumnos de BUP -por la enseñanza escolar que seguía a la antigua EGB- que querían estudiar que ahora a una de la ESO de 25 con chicos que están aquí obligados", señala Paco Martínez.

Después está la "plaga" del móvil. "Los adolescentes lo usan indiscriminadamente, cuando se trata de una herramienta que en muchas ocasiones ni siquiera están preparados para utilizar", destaca Julio Rueda. "Nosotros, por supuesto, no permitimos que usen el teléfono en clase y tratamos de educarlos para que lo utilicen de forma correcta, pero nos tienen fritos, la verdad", explica el director. Ese no es, no obstante, un problema exclusivo del Alfonso II. "Los estudiantes y el tipo de enseñanza cambian muy a menudo, pero este instituto ha sabido amoldarse a cada época y lo seguirá haciendo por muchos años más", asegura Julio Rueda.

Compartir el artículo

stats