Belén González-Villamil Llana (Oviedo, 1973) preside el Colegio de Farmacéuticos desde el 1 de abril de 2014. Estudió Farmacia en Salamanca. A los veinte días de empezar la carrera, su madre, propietaria de una botica en el barrio ovetense de Otero, falleció. Cuando finalizó sus estudios, ella se hizo cargo de esa farmacia, en la que lleva casi dos décadas. Hija de Vicente González-Villamil, histórico futbolista y capitán del Real Oviedo, es muy poco amiga de las intervenciones públicas, de las cámaras, de las entrevistas. Ahora hace una excepción para valorar el trienio que lleva al frente de una entidad que aglutina a unos 1.400 colegiados.

-¿Cómo valora estos tres años de presidenta?

-Positivamente. Me gusta el contacto con mis colegas, me gusta la labor colegial, la relación con los trabajadores de la institución...

-¿Cómo ha cambiado el papel del boticario en los últimos tiempos?

-El núcleo de la profesión es el mismo: la asistencia farmacéutica a la comunidad. Se ha evolucionado mucho en servicios, en formación continuada... pero la base es la misma.

-Si tuviera que volver a elegir, ¿estudiaría Farmacia aunque su familia no tuviera una botica?

-La farmacia me gusta. Quizá estuve influenciada por mi madre. Yo pisé la farmacia de mi madre desde que tenía cuatro o cinco años. Pero, al margen de esto, es una profesión que me gusta. Tienes autonomía, es un trabajo muy bonito. Una farmacia es como una pequeña familia. También es verdad que, como toda familia, pierde gente, clientes mayores, a los que has tomado afecto.

-¿Echa de menos a los clientes que fallecen?

-Por supuesto. Son gente con la que llevo casi veinte años, y que en algunos casos me conocían desde niña.

-¿Es un lazo de cliente?

-Es más que un cliente. Es un paciente, es una relación estrecha. Recuerdo a un matrimonio que el día que acabé la carrera estaba esperándome en la farmacia para darme la enhorabuena. Ellos habían vivido la muerte de mi madre.

-Hace años se hablaba de traspasos de farmacias millonarios. Ahora, menos.

-Sí, pero esas cifras confunden a la gente. Una cosa es la cifra de un traspaso y otra el beneficio para el titular de esa farmacia. Una farmacia hay que pagarla. Una farmacia da para vivir, pero no para hacerse millonario.

-Para vivir bien o, al menos, mejor que la mayoría.

-Hay de todo. Hay farmacias rurales que lo pasan mal porque las zonas en las que están pierden población sin parar. El factor fundamental de una farmacia es el sanitario, y tiene que ser así. No podemos caer en una visión simplemente comercial. El farmacéutico es un profesional sanitario, maneja la medicación de la gente, presta servicios...

-¿Tiene la sensación de que las deficiencias de atención en los centros de salud terminan recayendo sobre el boticario.

-Ahora, con la implantación de la receta electrónica, los pacientes nos preguntan más, sobre todo las personas con una enfermedad crónica, porque están más tiempo en la farmacia que en el médico. Lo que está claro es que las farmacias son más accesibles que el centro de salud; la gente no necesita pedir cita... Pero no creo que eso nos pese tanto.

-¿Cómo ha incidido la receta electrónica?

-Para nosotros ralentiza el trabajo en el mostrador, pero facilita toda la vertiente burocrática, minimiza los errores de dispensación, reduce las confusiones, da una seguridad tremenda... Es una buena herramienta para hacer un buen seguimiento del paciente, de cómo cumple el tratamiento... Y al médico le beneficia mucho, porque le permite estar más centrado en la atención al paciente que en la burocracia.

-¿Qué responde a quien sostiene que sería beneficioso liberalizar el sector de las farmacias?

-Sería negativo para los ciudadanos. Desaparecería una parte de las farmacias rurales, eso está clarísimo. Entrarían multinacionales que priorizarían el negocio frente al servicio sanitario. En estos tiempos de crisis, el farmacéutico ha antepuesto el factor sanitario, ha preservado puestos de trabajo incluso a costa de su beneficio. Si hubiera una liberalización, el acceso al medicamento no sería equitativo, como es ahora.

-¿Tiene la sensación de hiperconsumismo de medicamentos? Se habla mucho de excesos en ansiolíticos, por ejemplo.

-No me parece. Los ansiolíticos se dispensan con receta médica. He visto estadísticas, pero... ¿qué es excesivo consumo? Si el paciente necesita esa medicación y el médico se la pauta, eso no es excesivo consumo.

-¿Le preocupa alguna situación de desabastecimiento de fármacos?

-El tema estrella es el "Bexero", la vacuna para la meningitis B, que la gente reclama para sus hijos pequeños. Acaba de entrar en las farmacias, y el laboratorio que la fabrica ha dicho que tiene un problema de suministro durante el primer trimestre de este año. En general, no ha habido desabastecimiento tampoco de esta vacuna, porque quienes la necesitan de verdad la tienen en hospitales.

-¿Cuando se resolverá?

-El laboratorio dice que en abril, pero ya ha advertido de que no va a abastecer a toda la gente que la pide.

-Muchos de sus colegas se quejan de la bajada de precios de los medicamentos.

-Somos uno de los países de la UE con los medicamentos más baratos. Hay bajadas de precios muy importantes. Recuerdo que cuando entré en la farmacia el omeprazol costaba 5.000 ó 6.000 pesetas, y ahora cuesta 2,50 euros. Es verdad que hay muchos precios muy bajos y que el manejo nos da trabajo, pero eso no lo decidimos nosotros.

-¿Tiene noticia de que el copago provoque que algunos pensionistas se queden sin los medicamentos que necesitan?

-En mi farmacia eso no lo he visto. Si los hay, tienen que ser casos muy puntuales. Los pensionistas tienen un tope de pago. No digo que no suceda, pero no lo he visto.

-Las farmacias rurales suelen considerarse poco valoradas.

-Y tienen razón. Están perdiendo población en muchos casos. Es frecuente que tengan que hacer muchas guardias. Son circunstancias que dificultan las cosas.

-En su programa electoral prometía paliar estas situaciones...

-Estamos trabajando en ello. Una de las cuestiones más peliagudas es tener que estar de guardia una semana al mes. O situaciones de farmacias que no pueden contratar más personal y que quienes trabajan tienen que estar muchísimas horas... Son cosas que estamos negociando con la Consejería de Sanidad.

-Hay farmacias que reciben ayudas del Principado por su baja rentabilidad.

-En este momento son dos en toda Asturias. Dos sobre un total de 455. Muy pocas en comparación, por ejemplo, de Castilla y León, donde hay muchos pueblos muy pequeños. Si se quiere que los habitantes de las localidades que han perdido población sigan teniendo acceso a una farmacia, es lógico que se habiliten ayudas.

-¿Hacen falta más farmacias en Asturias?

-Hay zonas que necesitan farmacia, es evidente. Lo que hay que valorar es cuántas. El último concurso para autorizar la apertura de farmacias se convocó en 2002 y está pendiente de los tribunales.

-¿De qué zonas estamos hablando?

-De zonas en las que ha aumentado mucho la población. Hablo mayormente de zonas urbanas. Por ejemplo, en La Corredoria sólo hay dos farmacias, muy pocas para la población del barrio.

-¿La relación con la Consejería de Sanidad?

-Es fluida y de trabajo constante. Estamos negociando muchos elementos de mejora y tenemos que agradecer que siempre hayan respetado las condiciones de pago. De otra forma, las cosas habrían sido mucho más difíciles.