Los que saben sobre el Prerrománico en Asturias consideran que el nuevo proyecto para el bulevar de Santullano no mejora la situación de la iglesia de San Julián de los Prados, no le evita la contaminación ni las vibraciones del tráfico y temen que la proximidad a un lago y a una nueva zona boscosa empeore el problema de las humedades que tanto daño causa a las pinturas murales. Además, desde el punto de vista arqueológico, Santullano es "una zona de alto riesgo", en cuyo subsuelo es posible rastrear hasta el paleolítico.
El arquitecto Fernando Nanclares es uno de los autores del Plan del Prerrománico y considera que "la iglesia podría estar mejor tratada; se podría haber sido más generoso y darle más espacio" y no mantener el tráfico de entrada a la ciudad tan próximo a ella. El monumento merece más, añade, porque "es el elemento más importante de la zona" y opina que, sin duda, "se podría haber hecho más por la iglesia". En cuanto al lago, espera que no se haya planeado como un "recuerdo irónico de lo que pasó en Ventanielles".
El restaurador Jesús Puras, que ha trabajado en la restauración de las pinturas de San Julián, repara en que en el proyecto difundido por el Ayuntamiento "el carril de entrada se mantiene y con el tráfico ralentizado", lo que resulta peor para el monumento. Para evitar vibraciones y contaminantes es mejor que los coches pasen rápido, explica. Alerta de los riesgos que entraña cambiar el paisaje, con un lago y árboles, y alterar el microclima, incrementando el nivel de humedad.
El arqueólogo Rogelio Estrada recomienda ser cuidadoso con cualquier actuación en la zona de Santullano, que está "torturada y muy trillada". Recuerda que era una zona pantanosa y advierte que "el mero hecho de plantar un árbol entraña riesgos: aquello está lleno de restos arqueológicos" y junto a la iglesia y al monasterio de La Vega están sus necrópolis.
