Mónica Rodríguez (Oviedo, 1969) cree que "en los libros están todos los mundos, los posibles y los imposibles", y así lo contó ayer en la biblioteca de La Granja, en el Campo San Francisco, en su conferencia "El infinito en la palma de tu mano", en la que analizó "la importancia de la lectura en el desarrollo y la vida de las personas". Lo hizo desde su faceta de lectora, pero también como una de las escritoras más destacadas de la literatura española. Rodríguez cierra 2018 con cuatro importantes premios que se suman a una larga lista de galardones; entre ellos están el "Cervantes Chico", por el conjunto de su obra, y el premio "Gran Angular", con una importante dotación económica, "que me permite seguir un par de años dedicándome a escribir y a leer". Esta ovetense es licenciada en Física y en 2009 pidió una excedencia en su lugar de trabajo, el Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas. Habían vendido la casa familiar de Oviedo tras la muerte de su padre, el exrector Julio Rodríguez, y se encontró con un dinero que le permitía dedicarse a su pasión, escribir. Han pasado nueve años y sigue en ello. Decidió que la literatura le llenaba más que la física porque "nos hace más libres, nos permite ensanchar nuestras vidas y vivir experiencias que de otra manera sería imposible". En este análisis saca su parte científica para asegurar que "los beneficios de la lectura para el cerebro están demostrados y se ha constatado que leer antes de dormir es lo mejor que hay para la salud".

Mónica Rodríguez empezó a escribir poesía siendo joven, hasta que descubrió que su hermano Julio escribía versos mucho mejor que ella, así que se adentró en el cuento y la narrativa y de ahí llegó a la literatura infantil y juvenil. "Me vi escribiendo cuentos para contarles a mis amigos cosas que no me atrevía a decirles", explica. Luego llegó su maestro, Gonzalo Moure, del que aprendió buena parte de lo que sabe de literatura infantil y juvenil. A partir de ahí su carrera despegó hasta que su obra se ha convertido en imprescindible. Esa inmersión en la literatura infantil y juvenil le fascinó porque le permitió "volver a descubrir el mundo desde los ojos de un niño". En 2003 publicó su primer libro infantil. En la actualidad lleva publicados más de una treintena de libros. Ha recibido numerosos premios y reconocimientos, como el "Ala Delta", el premio "Anaya", el premio "Alandar" y el premio "Fundación Cuatrogatos", y ha sido incluida en varias listas de honor. En 2017 fue ganadora de varios premios concedidos por jóvenes lectores. En 2018 obtuvo el premio "Gran Angular" por su obra "Biografía de un cuerpo", así como el premio "Cervantes Chico" por el conjunto de su obra.

Cada vez más en serio

Reconoce que ese tipo de literatura "sigue estando un poco en el patio de atrás y bastante invisibilizada", pero también que "cada vez se toma más en serio porque es una cosa muy seria". Mónica Rodríguez, además de escribir, acude regularmente a colegios e institutos para impartir charlas, y ahí encuentra de todo, "desde profesores que están muy implicados a otros que no conocen la literatura infantil y juvenil que se está haciendo ahora".

Le ha tocado lidiar con la era de las pantallas y las redes sociales, de donde también sale una literatura para adolescentes que ella no comparte pero que aprueba "si es la llave para llegar a otros libros". De todos modos, ve en su propia casa, con sus tres hijas, cómo "aun siendo yo escritora es muy difícil que las niñas dejen el móvil y se pongan a leer". La solución pasa por "contagiar el hábito lector" por "predicar con el ejemplo". "Con mis hijas comparto lo que leo, hablamos de lo que sentimos cuando leemos un libro", explica. Pero pide más, "son necesarios referentes lectores, en muy pocas películas de las que ven los niños y adolescentes sale alguien leyendo".