La orquesta Oviedo Filarmonía (OFIL) ofreció ayer un buen concierto bajo la dirección de la jienense Lucía Marín en el teatro Filarmónica. El decimotercer concierto organizado este año por la Sociedad Filarmónica de Oviedo llevó al teatro dos grandes obras.

En la primera parte, la orquesta interpretó la sinfonía número 5 de Schubert, una obra de corte clásico, y para la segunda eligió la sinfonía número 8 de Dvorak, una composición plenamente romántica.

La interpretación fue muy compacta y muy ajustada en todo momento, con un sonido muy potente. Y la directora estuvo muy bien, dirigiendo todo el concierto de memoria, algo llamativo en las sinfonías, porque no suele ser habitual.

Para la sinfonía de Schubert dirigió incluso sin batuta, otra singularidad poco corriente. La directora se mostró muy conocedora de las obras, supo manejar a la orquesta con una dirección muy clara, sabiendo muy bien lo que quería hacer y sacándole un buen sonido a la orquesta. Tenía muy claras las dinámicas y sabía el sonido que quería. Se veía que la orquesta estaba muy bien trabajada, los músicos estaban muy concentrados y todos lo tenían muy claro.

El teatro registró media entrada, con algo más afluencia de público de lo habitual. Fue significativa la presencia de público joven. El atractivo creciente de la directora, que ya había estado anteriormente en Asturias dirigiendo a la Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias, y su trabajo en el conservatorio de Oviedo han podido favorecer esta afluencia.