Segundo año consecutivo para “Vetusta & Jazz”, festival organizado desde la Fundación Municipal de Cultura de Oviedo y que pretende tender “puentes” con otros ciclos de jazz promovidos también por la FMC. La idea podría ser llegar a recuperar aquellos gloriosos años del jazz en Oviedo en un festival al estilo de Vitoria-Gasteiz o Donostia, pero esto lo dirá el tiempo y, sobre todo, el público.

El ambiente del pasado martes en el Campoamor fue el de un verdadero club de jazz, y de una normalidad casi total, con un público entregadísimo y a “cara descubierta”. Paquito, nada más entrar en escena, “encandiló” a los asistentes que llenaban el teatro. Camina lento por el escenario como si de un pequeño local se tratara, parece despistado, pero nada de eso. Dentro de la improvisación siempre hay cierto orden en el jazz, y Paquito controla todo, deja hacer a sus músicos y les da protagonismo dejando de lado “divismos” muy típicos de las grandes estrellas.

Paquito tiene otro puntal en el escenario, que es el gran Pepe Rivero, pianista y pedagogo de un perfil altamente metódico, con esa capacidad de hibridar obras clásicas del jazz con otros géneros de la música clásica y popular.

Por si fuera poco, además del gran sexteto que acompaña a Rivera, mediado el concierto apareció en escena con un vestido diseñado para la ocasión la “cantautora” ibicenca Ángela Cervantes. Abrumada inicialmente por la inmensidad de los músicos que componen el sexteto, supo navegar a la perfección entre “olas y arenas” para cantar una vez más al amor y desamor desde un punto de vista universal.