Así volvió a reinar en el Campo el "Neptuno" de Oviedo tras 60 años de destierro
La estatua de mármol, localizada hace diez años en el almacén del Museo de Bellas Artes, se instala junto al Paseo de los Álamos
Ocho operarios, seis técnicos y dos directivos (el alcalde de Oviedo, Alfredo Canteli, y el director del Bellas Artes, Alfonso Palacio) fueron toda la corte que acompañó ese martes al mediodía al dios Neptuno en el regreso a sus dominios, el Campo San Francisco, el parque del que desapareció misteriosamente durante unas reformas a principios de los años sesenta del pasado siglo. El descubrimiento del "Neptuno", hace ya diez años, en un almacén del Museo de Bellas Artes, gracias a una investigación del Archivo Municipal difundida por LA NUEVA ESPAÑA, puso en marcha un proceso de préstamo para devolver la figura a su sitio que acaba de culminar. Esta última travesía administrativa del dios de las aguas ha sido especialmente fastidiosa pero, finalmente, se ha logrado.
Cinco operarios de la empresa Manipulo Arte resolvieron el último paso, atravesar el seto que rodea la fuente donde se ha instalado la estatua y que antes era el emplazamiento del Angelín II, ahora desplazado unos metros más al Este. Lo hicieron con el Neptuno todavía dentro de su caja y con mucho cuidado, entre las dudas sobre la complejidad del movimiento y la conveniencia de llamar a una grúa del servicio de Parques y Jardines. No hizo falta. Ya muy cerca de la base donde quedó anclado, al "Neptuno" le abrieron la caja, volvió a ver el Campo que fue su segunda casa (inicialmente ocupó una hornacina del edificio consistorial que daba a la Calleja de los Huevos) y la restauradora Beatriz Abella dio instrucciones para cargar la pieza sin peligro. No por el brazo, no por la mano, muy dañada, no por el tridente y sí por el torso. Fue rápido, sencillo y esta vez no hubo problemas. El "Neptuno" quedó mirando para el paseo de la Arena y con el trasero de cara a los Álamos. Ahí, en la trasera de la estatua, en esa suerte dragón marino o pez maravilloso que Neptuno está hollando a la vez que le acaricia la cola, está el conducto para introducir el canal del agua. La fuente, aseguró Canteli, volverá a funcionar y Neptuno ya estará totalmente integrado en su medio.
La travesía de vuelta a casa de la estatua perdida en el Campo y hallada en el almacén del Bellas Artes se acabó con la instalación de la estatua. Atrás queda una historia algo rocambolesca que todavía guarda algunos misterios. El primero, es el del autor de la obra. La última archivera municipal, Ana Herrero, apuntaba a un artista italiano, en el Bellas Artes se han limitado al anonimato. Hay una fecha, 5 de marzo de 1876, en la base de mármol que se supone que podría ser la del remate de la obra, pero de su llegada al Ayuntamiento tampoco se sabe mucho. No hay factura ni mención alguna a su recepción, y la primera referencia aparece en el libro de actas de 1909, donde se refleja que en una sesión del mes de junio se aprobó por unanimidad el proyecto que contemplaba rematar con una fuente coronada por esta estatua una reforma de la plaza de la Escandalera (entonces "Plaza del 27 de Marzo"). Pero el "Neptuno", que seguía en la Calleja de los Huevos, no se fue a la Escandalera ni tampoco sirvió para rematar las escaleras del paseo de los Curas, donde se pretendió instalarla entre 1945 y 1946. No daba el tamaño y al final se encargó un "delfín" que hoy es conocido como "La fuente del pez". Tardó tres años más (1949) en encontrar destino en el Campo, en el "Montiquín", una elevación detrás del aguaducho donde el dios de los mares quedó tranquilo durante una década. Rodeado de altos setos, el lugar era frecuentado por parejas en busca de espacios íntimos y por la represión moral de los "vallaurones", aquella guardia forestal franciscana.
Tampoco hay datos precisos sobre su desaparición. La documentación consultada por el archivo municipal hace diez años indicaba que en varios textos se aludía a "motivos morales" para haber desmontado el "Montiquín" y que la única certeza era que en 1965 la fuente y el dios ya no estaban allí. La historia vuelve a diferir en este punto, pero lo cierto es que el "Neptuno" acaba en manos de Juan Manuel Cabal, contratista habitual del Ayuntamiento en esa época, de mármoles Cabal. La estatua pasó a decorar la finca de su chalé en Felechosa (Aller) y allí se pasó más de medio siglo. Aunque fuentes conocedoras de toda aquella peripecia aseguran que a Cabal le mandaron tirar la estatua y él la salvó, lo cierto es que en el año 2006 se la vende al Museo de Bellas Artes por 12.000 euros. El resto de la historia empezó a moverse gracias a una foto antigua de Armán del Montiquín en su época de picadero municipal. Alguien que había pasado por el almacén del Museo la vio y dijo "hay una estatua muy parecida a esa en el Bellas Artes". Era alcalde Agustín Iglesias Caunedo y concejala de Cultura Ana González. Se mandaron cartas y acordaron que el "Neptuno" tenía que volver al Campo. Era el octubre de 2013. Han pasado casi diez años.
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