Los lunes, al cole

El colegio de Oviedo que ya come de lo que cultiva

El centro, situado en un barrio en expansión en la frontera de la ciudad con el campo, planta hortalizas en su fecundo huerto, es uno de los pocos con comedor de gestión propia y tuvo que ser ampliado al doblar la matrícula

Las lechugas que se cultivaron en el colegio "Juan Rodríguez Muñiz" de Las Campas fueron consumidas en dos días en el comedor escolar, que es de gestión propia. La buena cosecha hizo que los 310 niños que utilizan este servicio pudiesen degustar las hortalizas plantadas en el huerto de un centro que abrió en 1977 como rural y que con la expansión urbanística se ha integrado en la ciudad. Ubicado en el barrio de Las Campas, participa de la ciudad y el campo, ya que así se lo permite su ubicación.

Al centro acuden actualmente 440 alumnos, lo que supone el "doble" de la matrícula existente antes de que se empezasen a construir las promociones de Las Campas pero sobre todo antes de que "se uniese con La Florida" en 2012, destaca la directora del equipamiento educativo, María José Sastre. Entonces "empezó a florecer".

"El crecimiento fue muy rápido", sostiene María Isabel Rodríguez Hernández, profesora que da clase en el centro desde 2007 y asistió a la instalación de módulos prefabricados mientras se ejecutaba la ampliación del edificio, que concluyó en 2018. Ahora, llegan al colegio, que tiene 42 profesores, dos líneas de transporte de la zona rural y otra del área urbana. Y todos juntos trabajan en el huerto escolar ubicado junto a la antigua casa del conserje.

Además del tradicional huerto horizontal se ha habilitado otro vertical, dividido por clases para que todas dispongan de un espacio para hacer tareas agrícolas. Se han plantado "fresas, zanahorias, patatas, guisantes, tomates…" además de las lechugas ya recolectadas, repasa el jefe de estudios, Luis Javier Martínez. En estas labores ya tienen experiencia Daniela Cruz e Irene Alejandre, alumnas de quinto curso: "Ya habíamos plantado antes".

Desde que el área se unió con La Florida «empezó a florecer; creció rápido», afirma la directora

Son dos de las estudiantes que ocupan las mesas de picnic de la recién estrenada "Aula al aire libre" para dar clase. Por ese espacio van pasando "todos los cursos", indica la directora. En esta jornada les ha tocado a alumnos de Llingua asturiana que con su profesor Cristian González ocupan este rincón, situado a unos metros de un campo en el que pastan las vacas.

Pero también hay dos en el centro, "Lola" y "Pinta". Son las vacas, de cartón y madera que tienen en sus clases los alumnos de tres años, junto a ovejas y cerdos, todos hechos con material reciclado. Los niños participaron en la elaboración de los animales y "han conocido las características de cada uno", aseguran las profesoras Ana Suárez y Noemí González.

En las vacas incluso han preparado un dispositivo con agua y leche y un guante que permite simular el ordeño. Y las ovejas estaban preparadas para ser esquiladas. En otro espacio de las dos aulas reservadas para los más pequeños del colegio se trabaja sobre los cuentos de Hervé Tullet, lo que ha permitido "profundizar en los colores primarios y secundarios o las formas geométricas", dicen las maestras.

El colegio de Las Campas es uno de los pocos centros con comedor de gestión propia. "Tenemos dos turnos y compramos hornos para evitar las frituras", señala Tamara Pérez, secretaria del colegio "Juan Rodríguez Muñiz", mientras Jaime Irús y Enol González preparan la comida que poco después degustarán los alumnos. Los residuos generados "se trasladan a la compostadora instalada en el recinto, de la que sale el compost para el huerto", comenta Martínez.

«Todos participan en el ‘wordle’ y se premia al aula con más aciertos», apunta el jefe de estudios

El comedor es la sala de mayores dimensiones que tiene el centro, que necesitaría, señala la comunidad educativa, un espacio de usos múltiples. La antigua casa del conserje, que permanece sin uso, podría ser la solución y en el centro están esperanzados en que la Consejería de Educación y el Ayuntamiento lo hagan posible.

Son varios los proyectos en los que participan juntos los 440 alumnos del colegio. Uno de ellos consiste en adivinar una palabra de cinco letras, "wordle". En este juego trabaja la clase unida y "la que más aciertos tenga recibe un premio", señala Martínez. Un gran cartel en uno de los pasillos muestra cómo está la clasificación.

También el cuento "El ladrón de palabras" involucró a las diferentes aulas. Primero, los niños leyeron el libro, para después "empezar a trabajar con los términos", relata Carmen García Alonso, tutora de una de las clases de cuarto. Posteriormente, un estudiante de cada aula se trasladaba a otra, disfrazado, para hacerse con las palabras, que estaban todas reunidas en un espacio de la dependencia.

A unos metros del lugar que ocupa en el pasillo el material elaborado en este proyecto, hay un puesto con "Las chuches viajeras". El objetivo de este trabajo que han realizado los alumnos de cuarto es "que reflexionen y entiendan por qué no se puede abusar de las chucherías", dice la profesora. El centro, con programa bilingüe en todos los cursos de Primaria, dispone de dos aulas TIC, aunque una de ellas está pendiente de mejoras en la instalación eléctrica, y pizarra digital y ordenadores en todas las aulas.

En el colegio que creció al rebufo del barrio, las familias miran al futuro IES, el que se construye en el cercano barrio de La Florida, con muchas dudas, ya que echan en falta que el Principado concrete cómo será su apertura. Aquellos que tienen a sus hijos en los últimos cursos temen que eche a andar sin ofrecer en un primer momento todos los cursos. Pero también tienen peticiones, como el aumento del espacio de almacenaje o un nuevo acceso peatonal.

La docente María Isabel Rodríguez asistió al crecimiento del colegio. Llegó hace 16 años, cuando aún no se había construido la última planta del edificio. "Buscábamos todos los lugares disponibles en un centro cuyo origen era rural y que se fue haciendo más grande", asevera, destacando las mejoras que fue experimentando el colegio, situado en una loma con vistas a las primeras estribaciones de la ciudad y a los primeros prados del área rural.

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