"Duele verla así", dicen los alumnos salidos de la Escuela de Aprendices de La Vega en 1958

Nueve excompañeros de la antigua fábrica de armas, reunidos 65 años después en el Fontán, sugieren "llevar facultades" a las instalaciones

Por la izquierda, Joaquín Alperi, Honorio Fernández, Fernando Miguel, Silvino Fernández, José Manuel Granda, Ángel González, José Manuel Álvarez, Carlos González y Francisco Alperi, ayer, en la plaza del Fontán, durante el reencuentro de la promoción de 1958 de la Escuela de Aprendices de La Vega. | L. B.

Por la izquierda, Joaquín Alperi, Honorio Fernández, Fernando Miguel, Silvino Fernández, José Manuel Granda, Ángel González, José Manuel Álvarez, Carlos González y Francisco Alperi, ayer, en la plaza del Fontán, durante el reencuentro de la promoción de 1958 de la Escuela de Aprendices de La Vega. | L. B. / Lucas Blanco

Ángel González tiene 84 años y reside en San Claudio, aunque afirma haber nacido "a la sombra de Santa María del Naranco". En 1954 entró en la Escuela de Aprendices de la fábrica de armas de La Vega y cuatro años más tarde salió "hecho un paisano" y totalmente preparado para enfrentarse al mundo. Ayer fue uno de los nueve integrantes de su promoción de 30 alumnos que, 65 años después de dejar la escuela, se dieron cita en el Fontán para recordar los viejos tiempos y protestar por el estado actual de las instalaciones. "Duele verla así, tendrían que llevar allí las facultades", explicaron.

El grupo lleva décadas citándose anualmente para compartir mesa y mantel y echar la vista atrás hacia un pasado añorado. "El formarse en esa escuela era garantía de tener un trabajo", relata Honorio Fernández, el cual, apenas recién salido del centro formativo, halló trabajo en la fábrica de metales de Lugones, donde pudo demostrar los grandes conocimientos adquiridos en La Vega. "Nada más llegar tuve a tres trabajadores a mi cargo, al poco fueron doce y posteriormente más de 50", explica orgulloso, con el único afán de mostrar el prestigio del centro.

Los asistentes al reencuentro –todos los que gozan de una envidiable salud– llegaron de distintos puntos del centro de Asturias. Tiñana (Siero), Sama de Grado, San Pedro de Nora o Fuso de la Reina son algunas de las procedencias de este grupo que sentó cátedra en diferentes especialidades industriales durante sus largas trayectorias profesionales. "Aquí estamos el mejor grabador, el mejor moldeador y el mejor electricista de Asturias, entre otros", comentaban Honorio Fernández y Fernando Miguel en medio de un improvisado corrillo montado junto a la fuente del Fontán.

El ambiente distendido generalizado quedó interrumpido por un momento de enfado. "Es lamentable que el rótulo de la Escuela fuese destruido con maza y piqueta", comentó Ángel González sobre un gesto que dolió especialmente a los veteranos exalumnos. "Seremos la promoción de más edad que se sigue reuniendo", apuntan.

El reencuentro comenzó con una misa por la decena de excompañeros de promoción fallecidos. La celebración religiosa tuvo como escenario la Iglesia de los Padres Dominicos. A continuación, se desplazaron hasta el restaurante Casa Amparo para disfrutar de una copiosa comida. "Hemos pactado un buen menú, seguro que no quedamos con hambre", explicaban los asistentes a una cita que esperan seguir repitiendo. "A ver si al menos el año que viene seguimos los mismos, porque si no, esto se acaba", cruza los dedos un Ángel González, entusiasmado por volver a ver las caras de sus compañeros de fatigas de juventud en La Vega.

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