La deliciosa sobriedad de Diana Cooper: talento galo al piano en Oviedo

La joven pianista francesa exhibe su talento en un espléndido recital de la Sociedad Filarmónica con piezas de Mozart, Schumann y Chopin

Diana Cooper, durante su actuación de anoche en el teatro Filarmónica.

Diana Cooper, durante su actuación de anoche en el teatro Filarmónica. / Fernando Rodríguez

Jonathan Mallada Álvarez

Jonathan Mallada Álvarez

Los asistentes al décimo concierto –en el presente año– de la Sociedad Filarmónica de Oviedo disfrutaron anoche de la magia que Diana Cooper desplegó sobre el piano. La solista de origen francés dejó unas sensaciones extraordinarias a su paso por la capital del Principado con un repertorio muy atractivo pero de una dificultad mayúscula que Cooper ejecutó con serena madurez. El tiempo acompañaba y el público, algo más numeroso y ruidoso de lo habitual, acudió al Filarmónica para disfrutar de la velada musical, subvencionada por la Fundación Municipal de Cultura del Ayuntamiento de Oviedo y patrocinada por LA NUEVA ESPAÑA y la Fundación EDP.

La primera parte estaba dedicada a Wolfgang Amadeus Mozart y Robert Schumann. Cooper, sobria y elegante, mostró todas sus virtudes en la "Sonata en do mayor k. 330" del genio de Salzburgo, exhibiendo una pulsación nítida y ajustando perfectamente los fraseos.

Tras el aperitivo mozartiano, siempre agradable, llegaba uno de los platos fuertes del programa: la "sonata número 2, op. 22" de Schumann. Cooper volcó sobre el teclado toda su pericia técnica para regalar una ejecución equilibrada, con matices interesantes y una gran expresividad.

Tras la pausa, la segunda mitad estaba dedicada, íntegramente, a uno de los mayores exponentes del piano romántico: Frederic Chopin. La solista, de tan sólo veintiséis años, interpretó con brillantez la "Balada número 2", con un gran lirismo, y el "Scherzo número 4" –que hubo de retrasarse tras un inoportuno móvil–, con un espléndido manejo del volumen. Cerraba el programa el "Andante Spianato y Gran Polonesa", donde la francesa estuvo pletórica, técnica y expresivamente. Ante los aplausos de los asistentes –algunos de los cuales terminaron en pie el recital–, la solista ofreció el primer movimiento de la "Sonata k. 141 en re menor" de Domenico Scarlatti.