Las castañas, "oro asado" en el amagüestu tradicional de Gascona

Los ovetenses agotan en poco más de una hora una tonelada del fruto y generan enormes colas en los puestos hosteleros

Oriol López

El amagüestu tradicional de los hosteleros de Gascona tenía entre sus probables enemigos el tiempo y el viento huracanado de los últimos días. Al final la lluvia se contuvo y el "aire" amainó, aunque hubo una contingencia inesperada: la (casi) tonelada de castañas asadas que tenían preparada no fue suficiente para saciar a los ovetenses, que se levantaron con "fame" y agotaron las existencias en poco más de una hora, una demanda que convirtió las castañas en "oro asado".

A partir de las 13.30 horas, las enormes colas –que se extendieron hasta más allá de las 14.00– para hacerse con un paquete de castañas y un vaso de sidra dulce fueron constantes: ya no quedaban existencias. "No sabemos si llegarán, estamos todos así", comentaba el responsable de uno de los puestos del Bulevar de la Sidra con un poco de nerviosismo. Terminarían recibiéndolas, pero con cuentagotas. Hubo incluso miedo durante los más de veinte minutos que duró la incertidumbre, convirtiendo las pacientes filas en una guerra de trincheras donde los centímetros ganados contaban: cada castaña asada se luchó. "¡Son las últimas que cogimos! Pero van a salir más nos dijeron", presumía un grupo de señoras, orgullosas, con un botín de dos paquetes de castañas.

Los ovetenses no fueron los únicos que se acercaron a la fiesta. Muchos turistas nacionales y extranjeros se llegaron al amagüestu de Gascona. Por ejemplo, Diana González, que venía directa desde Denia para visitar a una amiga, que la acompañaba en ese momento, Carlota Suárez. Ambas estaban en el taller de mayado para niños que se instaló en la zona baja de la calle viendo cómo el pequeño Luca González disfrutaba. El pequeño agarraba a dos manos el mayu para machacar con fuerza los trozos de manzana que les colocaban en duernos a él y a otros dos niños. Su cara de diversión lo decía todo y, además, es la primera vez que visita Asturias. "Así también aprenden las tradiciones", comentaba su madre. El taller fue un éxito, ya que la rotación fue constante por espacio de dos horas. Los niños, en turnos de a tres y bajo la atenta mirada del mayador Alberto González, lo pasaron pipa, aunque más de uno volvió a su casa con la ropa llena de salpicones por exceso de entusiasmo y potencia con el mayu.

La celebración hubiera quedado coja sin espectáculos de baile y música. Por un lado estuvieron los gigantes y cabezudos, que corretearon de acá para allá durante varias horas y despertaron la curiosidad de los infantes. Muchos bailaron y rieron con ellos, como los hermanos Martín y Lara López, que iban con su madre, Marta Casero. "¡Vamos siguiendo la música!", exclama la progenitora.

Dejando atrás las danzas, la música corrió a cargo de "Los Gascones", que se movieron casi en binomio con los cabezudos por el Bulevar de la Sidra e interpretaron sendas versiones de grandes clásicos como "20 de abril", de "Celtas Cortos", o "Bailaré sobre tu tumba", de "Siniestro Total". En su caso, "Escanciaré sobre tu tumba".

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