Opinión | Crítica / Música

Canta y no llores

Brillante clausura de la vigésima edición del curso “La voz en la música de cámara”

Cada año que la asociación cultural La Castalia sigue programando sus actividades y conciertos, mantiene su loable iniciativa de dar a conocer a las promesas líricas asturianas y permanece firme en su idealista propósito de apostar por la cultura y la música (aun sin ningún tipo de subvención o ayuda económica) es todo un regalo para los asturianos. En esta ocasión, se dio además un paso adelante con la inclusión de cuatro estrenos de músicos contemporáneos. Todo un reto y, a la vez, una apuesta digna de reconocimiento institucional.

El jovencísimo violinista Marcelo Re exhibió todo su virtuosismo en las “Variaciones sobre un tema de Corelli al estilo Tartini” y en el delicioso “Romance en Fa mayor” de Beethoven, siempre muy cantábile y con un equilibrio notable. La otra instrumentista solista de la noche, Henar F. Clavel, deleitó al público con una interpretación fastuosa, aunque quizá con un punto de rapidez, del “Asturias” de Albéniz y la “Danza del fuego” de Falla, una de sus obras predilectas en la que lució un color muy particular y atractivo.

La soprano Beatriz Vázquez solventó con brillantez los complejos giros melódicos de “Plenivshis rozoy, solovey”, y utilizó con acierto los resonadores maxilofacialies para ganar volumen y conferir expresividad a sus intervenciones. En “Ferrol, 1916” (de Miguel Brotóns, inédita en Asturias), optó por un registro de cabeza con unos graves naturales nada forzados. La otra soprano de la noche, Janeth Zúñiga, se mantuvo en su nivel habitual. Tanto en “Deux ancolies” como en “Pprincipio è Maggio” (versión de estreno en Asturias de Guillermo Martínez), demostró su voz ligera, su pulcra afinación y sus grandes dotes interpretativas y gestuales.

Andrea Rey, mezzosoprano con un registro medio muy sólido y facilidad para los agudos, dejó momentos de gran belleza en compañía de María Heres en “Pueblito, mi pueblo”, muy delicadas y bien empastadas. En solitario, destacaría con el estreno en el Principado de “Yllayah”, bien arropada por piano, violín y chelo, en una obra muy rica que juega con los armónicos de los diferentes instrumentos y sus texturas para evocar ese carácter hipnótico, casi místico y sobrenatural en la que se percibió a Rey disfrutando de cada nota.

La velada se terminó del mismo modo que había empezado, con María Heres sobre el escenario acompañada por Henar F. Clavel. No vamos a descubrir las muchas virtudes de la mezzo, que siempre hace gala de una voz bien timbrada y con un vibrato natural que aporta gran carnosidad a la voz. Las obras de Tosti y Gastaldon que interpretó fueron un ejemplo de utilización de la respiración diafragmática, mientras que en el “Tríptico rosaliano” (estreno en Asturias de Juan Durán), unas piezas que se ajustan a sus características como anillo al dedo, mostró una impostación de la que resultó un sonido muy maleable. Destacable mención a Henar, Tomchuk y Álvarez, que hicieron gala de una complicidad muy especial con los protagonistas líricos durante todo el concierto. El desenlace de una velada musical en la que resonaban las palabras de la homenajeada Regina Rubio: “¡Viva La Castalia!”.

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