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Ángel de la Fuente

Vía libre para el tren de vapor Trubia-Collanzo

Una plausible iniciativa turística que suma a cinco ayuntamientos de la región, desde Oviedo a Aller, y que pretende la recuperación de una vieja locomotora cargada de referencias históricas

Los medios de comunicación informaban estos días de una buena nueva: el tren de vapor llegará a Collanzo desde Trubia. Volveremos a ver la nube de humo expelida por la chimenea de la locomotora nº 8 remontar los ríos Nalón, Caudal y, desde Ujo, Aller. Lleva esta máquina un buen número de años sometida a actuaciones cuyo objetivo es ponerla en marcha. Aquel recorrido a modo de prueba, primero por las vías del viejo, y desaparecido ferrocarril de Langreo entre El Berrón y Carbayín, luego por el ramal de Guardo en el ferrocarril de La Robla, y finalmente entre El Berrón y Figaredo, no resultó satisfactorio. A bombo y platillo se anunció que en el año 2018 traccionaría el maltrecho Tren de las Piraguas, pero he aquí que no pasó de ser un brindis al sol que tuvo su respuesta en la prensa el 11 de agosto de 2018 con el artículo “El tren de las Piraguas no ha echado humo”, firmado por quien suscribe. Anhelo con toda mi alma que esta reciente noticia sea cierta para que adultos y niños puedan viajar entre esta localidad ovetense y la allerana de Collanzo, sin perjuicio de extender esta iniciativa a las diferentes líneas asturianas y a su prolongación hacia saliente y poniente.

Vía libre para el tren de vapor Trubia-Collanzo

Asturias será la quinta provincia que oferte un tren de estas características en España. El Ferrocarril del Urola, el Tren de la Fresa, el Tren de Arganda que pita más que anda, el tren turístico de Río Tinto son ferrocarriles que han contribuido a preservar la memoria de aquellos trenes legendarios que tanto revolucionaron los desplazamientos de la población a la vez que contribuyeron a difundir las modas y los gustos de la época. Sus estaciones y apeaderos desplazaron a las catedrales, basílicas, iglesias y capillas, pues en las salas de espera, en las cantinas y en los andenes se intensificaban y se fraguaban las relaciones entre las personas. José Manuel Ruiz Marcos, en su novela “La memoria y el silencio”, introduce el artículo “Ustium y su estación de ferrocarril: importancia religiosa, social, política y cultural”, por Eusebio Martínez Azcoitia, del que me parece oportuno extraer un párrafo muy sugerente: “El muelle de la estación era lugar de reunión social: allí se lucía el último traje o cuando menos la última bufanda, el último collar, la corbata de moda, los zapatos nuevos, la sonrisa más estudiada; allá iban los hambrientos de amores a la búsqueda sin reparos del novio o de la novia. Aquel andén único se tornó, en un pueblo sin centros de diversiones, la gran ocasión, como los domingos en la iglesia, de admirar de cerca las ofertas del otro sexo”.

Hace casi un cuarto de siglo publiqué en este diario el 24 de octubre de 1998 un escrito que decidí titular “¿Por qué no un tren de vapor entre Fuso de la Reina y La Manjoya?”. Era una propuesta alternativa y con fundamento al levante de la vía que Cinturón Verde –debiera llamarse cinturón de hormigón y asfalto–, iba a acometer de inmediato sin importarle que el estado de los raíles, puentes, túneles, muro de contención, así como la señalización, estaban en buen estado. Manuel Avello, cronista oficial de Oviedo, en la sección El Carbayón jovial de LA NUEVA ESPAÑA, apoyaba esta propuesta en la reseña “Del tren de vapor a San Martín”. Era un trayecto de casi diez kilómetros –ida y vuelta–, similar al ferrocarril que recorre la distancia que media entre la sede del museo ferroviario en Azpeitia y Lasao. No hubo suerte. El colesterol parece que fue el argumento de peso para fomentar la vía verde como un sano remedio para la sedentaria y acomodada sociedad postmoderna, pero lo que subyace en el fondo son intereses espurios, que por su propia naturaleza son inconfesables.

Hemos recorrido un largo túnel que ha empleado un espacio temporal de casi veinticinco años, pero todo indica que al final la composición remolcada por la locomotora nº 8 relucirá en nuestro paisaje, verdadera conjunción de luz y color según la época del año. La buena sintonía del Gobierno del Principado de Asturias, con los alcaldes de Oviedo, Ribera de Arriba, Morcín, Mieres y Aller, ha dado su fruto, al que conviene que se unan los regidores de Grado, Candamo, Pravia y Muros de Nalón.

La cercana puesta en marcha de este tren despertó en mí un grato recuerdo en la persona de María Teresa Fernández de Alba, autora de la novela “A orillas del Nalón”. La trama se desarrolla en la parroquia de Priorio y dentro de esta en el lugar de Piñera desde el que ella veía el paso del tren, y no dudó en relatarlo de este modo: “Un tren corría a la orilla del Nalón, ondulado sobre los rieles con las ventanillas iluminadas. Está amaneciendo. Es el tren de los obreros. Para Marian aquel traqueteo fuerte era un lenguaje reconfortante, de amigo”. Este tren al que se refiere la escritora salía del túnel de Caces, por el que volverá a viajar el convoy turístico. Fue esta obra de ingeniería labrada en la caliza de la Peña el Palu objeto de atención por parte de nuestro paisano Eduardo Vázquez de la Fuente, “Duardo La Carril”, que compuso dentro de la tonada asturiana una canción: “Entre Puerto y Caces hay un túnel”. José María García Martínez, “Pepe el de Aurora”, una de las figuras de constatada relevancia dentro de este estilo musical asturiano, la recuperó. Es una composición más bien breve que debería sonar en los coches de viajeros cada vez que el tren pase por este túnel camino de Mieres y Aller.

La puesta en funcionamiento de este recurso cultural será un éxito, pero su aval es una buena programación de actividades complementarias en las que debería escucharse, y participar quienes tienen mucho que decir al respecto. Espero y deseo, por el bien del proyecto, que así sea y que podamos exhibir este tren turístico como un ejemplo de buenas prácticas de gestión cultural en el Principado de Asturias.

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