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antonio masip

Con vistas al Naranco

Antonio Masip

Atletismo en lugar de canódromo

Muchos ignoran que donde se alza el estadio de atletismo en San Lázaro hubo tiempo extraño que los ludópatas saciaban vicio en canódromo con diarias carreras de galgos y vergonzosas apuestas. Bingos y casinos prohibidos entonces. Ya el Quijote comienza con referencia al galgo corredor blasonando la nobleza pequeña del Caballero.

Los perros corrían tras sucedáneo de liebre, hierro untado de engaño oloroso. Levantada la bandera del juez de meta, se hacía chocar a los animales en muro de franela y sus cuidadores los regresaban a jaulas utilizando crueles varas y propinas gastronómicas. Se derrochaban luminarias escatimadas a los pueblos del Concejo, v.g. a Puerto y Caces. El tal canódromo fue de las primeras cosas con que terminé, aplaudido, como con la Escuela de Boxeo, por Samaranch, Presidente del COI, que, a la simultánea, apoyó enseguida cerca de Graciano García mi propuesta de introducir el Deportes en los Premios.

Conservamos la grada del canódromo y colocamos tartán, que había ya en el universitario San Gregorio pero sin ocho pistas reglamentarias. Tampoco hubo homologación de cenizas cristeras que cumplieron papel en los cincuenta y sesenta. En espiral Sport/Cultura presenté ponencia “El deporte en la Regenta” para Simposio del centenario de Ana Ozores.

En tiempo del lamentable botellón y de las superadas apuestas de canódromo e hípico, mucho alegraría vincular más a los jóvenes con los atletas, como buscaban los seguidores de Coubertin con el olimpismo moderno, que no los retrógrados munícipes del canódromo. Negacionista de la ludopatía también lo fui del casino (de Juego) en el Concejo de Oviedo.

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