El Oviedo salió al campo con un estilo definido y las ideas claras. Se trataba de llevar el balón cuanto antes al área del Nàstic. El asunto funcionó: suele suceder cuando el partido se resuelve en las áreas. Los de Hierro se fueron al descanso con un 0-2 esperanzador que le metía de lleno en la lucha por el play-off. Lo que sucedió después tiene difícil explicación. O sencilla si se atiende a la trayectoria errática del equipo fuera de casa este año. El Nàstic se comió a los azules, cohibidos, para firmar un 2-2 que no satisface los intereses carbayones. La promoción se mantiene a dos puntos con la incómoda sensación de haber desperdiciado una oportunidad de oro. De haber malgastado una bala.

El equipo se había colapsado en las últimas semanas y el futbolístico, la construcción de la jugada, parecía el defecto más marcado. Hierro decidió eliminar el problema de raíz, acumulando hombres en el foco ofensivo. Susaeta pisó la cal derecha y Carlitos, novedad, le imitó en la contraria. Toché se encargaría de buscar la espalda de los centrales. El elemento clave fue Nando, extremo clásico que emigró al centro donde siempre encontró soluciones: un sprint, una pugna, un regate.

La primera acción destacada de los de Hierro fue una declaración de intenciones: saque de Juan Carlos, toque con el flequillo de Toché y zurdazo de Carlitos. Fútbol clásico, capítulo primero. El Nàstic pareció sorprendido con la propuesta. Más aún a los 16 minutos, en el primer zarpazo. Susaeta recibió en la banda con tiempo de ajustar la mira, lanzó un centro milimétrico y Carlitos llegó con la bota izquierda para tocar a la red. El 0-1 sonó a plan perfectamente trazado: centro y remate.

Al Nàstic le aturdió el golpe. En un balón largo de Torró, Reina, meta local, salió a despejar poseído por la impaciencia de los equipos en descenso. La pelota fue a parar a Toché, que aunque fuera del área y controlando el balón, demostró que también rinde sin su especialidad: ya saben, un toque en el área. El gol, minuto 23, traducía la diferencia de la clasificación en el marcador.

La diferencia pudo ser más amplia. El tercero merodeó el área del Nàstic, especialmente en otra aparición fulgurante de Nando. El atacante se hizo con el cuero, ganó el cuerpo a cuerpo al central local y lanzó cruzado.

El Nàstic recibió el descanso como un alivio y. vista la reacción, tenía razones para sentirlo así. Porque la segunda parte alteró el guion. El Nàstic puso más fe y el Oviedo empezó a acercarse a Juan Carlos, como en tantos partidos fuera de casa de este curso. Un barullo tras un córner fue la advertencia antes del gol local. Tejera llegó antes que nadie a la frontal y fusiló con la zurda, 1-2. Fue la chispa que necesitaba el Nou Estadi.

El Nàstic se hizo con el mando desde ese momento, con Barreiro y Delgado, ingresado desde el banquillo, como destinatarios de los centros. Hubo mucho barullo en el área, acciones ganadas por los locales y Juan Carlos como foco principal. El Oviedo, reforzado con la incorporación de Vila para formar un triple pivote, sufría pero mantenía su meta a salvo. Hasta el minuto 80.

Ahí volvió a aparecer Tejera, centrocampista de talento que, paradójicamente, volvió a encontrar una grieta en el lugar que teóricamente estaba mejor reforzado. Controló y batió a Juan Carlos con la diestra.

Los últimos minutos enloquecieron el partido pero el resultado no se movió. El punto, visto lo visto, deja al Oviedo con una sensación más agria que dulce. Quedan 4 semanas para reaccionar.