Quizá la lección más importante que la vida nos enseña es que en ella no hay certezas, salvo que algún día terminará. Caminamos pensando que nos dirigimos hacia un lugar concreto y ella persiste en mostrarnos desvíos continuamente. Pensamos que somos libres, pero sólo lo somos hasta cierto punto.

Ahora mi camino debe cambiar y esto me obliga a dejar atrás a personas y lugares. No es tan fácil como algunos dicen. No consiste tan sólo en hacer una mudanza y poner tu maleta en otra casa y colocarte una camiseta de otro color.

Lo acepto así, en primer lugar, con tristeza. Pero estar triste por una despedida es tanto como decir que aquello de lo que nos despedimos ha tenido valor en nuestra vida. Valor en mi vida personal, en la vida de mi familia, de los nuevos amigos que aquí encontré, y también, en distinto grado de intensidad, en la vida de las muchas personas que me han mostrado su apoyo y su reconocimiento y que viven el fútbol con pasión.

Acepto mi marcha también con realismo. Porque sé que el fútbol no sólo es mi vida, sino mi profesión. Para bien y para mal he puesto en ello todo lo que tengo. He compartido con mis compañeros (jugadores, directivos, empleados en general) momentos increíbles, de los que sólo puedo elegir para recordar, en este breve espacio, una muestra. Hemos ido juntos a Astorga en las condiciones que ya conocéis, hemos celebrado en Cádiz y luego en casa nuestras conquistas. Hemos sentido todas esas sensaciones con una intensidad que no puede ser fácilmente descrita. Hemos recibido un legado de nuestros predecesores, lo hemos mantenido y, hasta donde hemos sabido, lo hemos hecho crecer. Ahora lo dejamos para que, con el mismo honor, y con las mismas o distintas facultades y dificultades, lo fortalezcan y mejoren quienes nos sigan. Formamos, con humildad y con orgullo al mismo tiempo, parte de este club, aunque sea una pequeña parte.

Quiero dar las gracias por todo lo recibido en el Oviedo y en Oviedo. Por toda la ayuda de los trabajadores del Carlos Tartiere, tanto de los actuales como los que también se han ido y, en especial, por su apoyo en momentos íntimamente relevantes, como cuando nació mi niña pequeña.

Doy las gracias a todos los técnicos del club, entrenadores y directores deportivos: Robles, Carmelo, Generelo, Ángel, Nacho, Toño... A Joaquín del Olmo porque desde que se incorporó al club y a este proyecto depositó en mí su confianza y valoró mi trabajo y compromiso. Gracias a todos por vuestras enseñanzas.

Reservo un agradecimiento especial a Sergio Egea y a Fernando Hierro por su dedicación, por su experiencia y por su solvencia. Los nombro expresamente, entre todos los cientos de personas que conforman la estructura de este club porque es la única forma, aunque postrera, de decir que así como yo recibí siempre su apoyo, también ellos recibieron y notaron el mío. Y mi respeto. Porque a veces no nos es dado hacer declaraciones personales cuando lo deseamos, pero al mismo tiempo siento la necesidad de dejar constancia de lo infundado de algunos rumores que han dolido y molestado a la afición y a mí mismo y enrarecido el ambiente de forma tan negativa.

Doy las gracias por los ánimos y los estímulos de tantos aficionados y en especial de los niños porque frente a ellos nuestra responsabilidad como adultos es aún mucho más grande. Acepto con toda la entereza y honradez de que soy capaz las críticas deportivas recibidas porque son legítimas, a veces certeras, y siempre dignas de atención. Y porque no siempre uno ha hecho las cosas bien.

En cuanto a las otras, no puedo ni quiero aceptarlas porque son inciertas y a mi juicio injustas. Porque no puedo dar gusto a un grupo indeterminado y anónimo de personas sin dejar de ser yo mismo. Cuando elegimos hemos de intentar ser fieles a nuestros propios valores sin necesidad de amenazar a los demás, pero también tenemos el derecho de pedir que los demás no nos ataquen.

A esta parte de la afición quiero decirle que cobrar por trabajar no convierte a un futbolista en mercenario. Al menos, no a todos. A mí no. Que la movilidad en el mundo del fútbol no es contraria a la lealtad a los colores que vistes y representas. Vamos por el mundo recogiendo experiencias, enriqueciéndonos con la diversidad, formando nuestra identidad con la suma de todas ellas. Dejando nuestro poso de un modo u otro. Quiero decirle, a esta parte de la afición, que no hay una identidad suprema en guerra permanente con las otras porque los demás las viven con el mismo cariño que ponemos nosotros en las nuestras. En eso estriba la grandeza del deporte, también del deporte de competición y, desde luego, del fútbol moderno a pesar de tantos intereses extradeportivos como hay puestos en él.

Quiero, para terminar, agradecer al Club de Fans Jon Erice su respaldo contra viento y marea. Pero, sobre todo, sobre todas las cosas, por su espíritu no beligerante. Por su actitud respetuosa y educada no sólo para conmigo, sino para con todos. Me enorgullece y sosiega que gente tan mesurada y positiva me haya mostrado su apoyo. Si a algunos de vosotros le ha asaltado, como lógica, la duda en los últimos tiempo, y ante las últimas noticias y comentarios, os ruego que la dejéis atrás. Porque he sido un oviedista sincero mientras estuve con vosotros. He lucido orgullosamente la camiseta de este club histórico. Lo seguiré siendo, porque renunciar a ello sería renunciar a mí mismo. Ahora, he de tomar otro rumbo, divisar otras costas y montañas y seguir mi camino; llevo conmigo vuestros recuerdos, vuestra amistad y mi respeto por todos vosotros.

Y apostaré también, de lleno, con toda mi alma, por el nuevo equipo que me reciba o por el lugar o trabajo que el destino me reserve.

Hasta siempre, Oviedo.