Ibrahima Baldé está viviendo una situación surrealista en Rumanía. El elegido para la delantera azul sigue atrapado a la espera del visado que le permita volar a España y firmar por el Oviedo, con el que tiene un acuerdo desde hace semanas. El problema, que se está haciendo eterno, viene por la falta de personal diplomático en Bucarest: la cónsul está de baja y de momento no hay respuesta del embajador, las dos únicas figuras autorizadas para firmarle el visado. La desesperación de Ibrahima es tal que ha empezado a buscar soluciones alternativas al avión. Si la situación se sigue demorando, el senegalés no descarta incluso viajar a Asturias por carretera (De Bucarest a Oviedo hay 3.364 kilómetros, unas 35 horas en coche sin contar paradas). El entorno de Ibrahima se manifiesta totalmente perplejo ante una situación rocambolesca y casi inimaginable para un jugador de alto nivel. "Nunca me ha pasado algo así con otro jugador", dice su agente.

Ibrahima ha intentado explicar su situación a los empleados del consulado y la Embajada, que se encuentran prácticamente en la misma oficina. Les ha dicho que es futbolista profesional y que debe de ir a Oviedo para firmar su nuevo contrato. El personal que está en verano, poco, le entiende, pero nadie está autorizado para expedirle el visado de turista que le permitiría viajar a España. Una vez en nuestro país, ya con el nuevo contrato, el senegalés firmaría los permisos para poder quedarse en España. Ibrahima necesita el llamado visado Schengen, que sirve para la libre circulación de ciudadanos en 26 países europeos. Rumanía, lamentablemente para Ibrahima, no es uno de ellos. El senegalés, que está cada día más intranquilo, se encontraba ayer en Cluj-Napoca, donde reside en Rumanía con su pareja, y hoy a primera hora debería estar en Bucarest intentando arreglar la situación, que de demorarse podría acabar con Ibrahima recorriendo más de 3.000 kilómetros por carretera, una opción de todas formas muy arriesgada, que con mala suerte podría acabar con el futbolista retenido en un control.

De momento, el jugador se entrena a diario en solitario en el gimnasio para no perder la forma. El Oviedo espera que la cosa se arregle, pero también empieza a estar algo nervioso con el "caso Ibrahima". Ángel Martín González, secretario técnico del Oviedo y principal valedor del fichaje del delantero (lo conocía de su etapa en Osasuna), ha llegado incluso a telefonear a la Embajada, sin éxito, para intentar desbloquear la kafkiana situación del delantero. Anquela también está nervioso y quiere contar con el jugador cuanto antes, más aún cuando sólo quedan 19 días para empezar la competición.

Cuando el Oviedo buceó en el mercado y Ángel Martín González encontró la opción de Ibrahima, que tiene el visto bueno de Anquela, el principal escollo para su llegada a Oviedo era el Cluj rumano, que tenía al senegalés en propiedad cobrando una ficha cuantiosa. El club azul llegó a un acuerdo con Ibrahima (una rebaja de su sueldo y dos años de contrato más un tercero por objetivos), a la espera de la desvinculación del futbolista con los rumanos. Afortunadamente para el Oviedo, el técnico del Cluj, Iordanescu, no contaba con Ibrahima y no le citó para uno de los amistosos de pretemporada. El acuerdo para la rescisión, que aún no se ha anunciado oficialmente, llegó más rápido de lo esperado e Ibrahima, que está muy ilusionado por regresar a España, sonrió al imaginarse de azul. Los diplomáticos, en ocho días de película, paseando por oficinas y haciendo continuas llamadas, han quitado momentáneamente la felicidad al senegalés, que ya no sabe qué hacer. El mejor escenario para él es que hoy se solucione todo el desaguisado y no tenga que coger el coche.