A pie del árbol, con un envoltorio reluciente y lazos de colores, descansa una pizarra nueva. No es que la anterior estuviera desfasada, pero conviene actualizarse. Estar atentos a las nuevas versiones. A Anquela, la estrategia siempre le ha seducido. Es uno de sus juguetes favoritos. De ahí su alegría con el regalo de Reyes. El Oviedo lució pizarra en su primera cita del año para lograr una victoria con efectos tranquilizantes, necesarios para la empinada cuesta de enero. Se impuso por 2-3 al Numancia en un choque de altibajos, un perfecto resumen del final de 2018 (sigue doliendo la endeblez defensiva), pero con la sensación de que este equipo siempre mantiene la fe. Christian acertó en un córner del laboratorio de Anquela y el oviedismo sonrió con el desenlace. Si el técnico pedía acierto, el primer choque del año trajo un cargamento de puntería. Una victoria, en definitiva, sobre la que construir un cambio de dinámica.

La última experiencia liguera, meritorio empate en cuadro ante el Málaga, había dejado en Anquela un regusto dulce. Esa idea de equipo gregario, de mono de trabajo antes que de esmoquin, había servido para rozar tres puntos y arañar uno. Quizás por eso, el técnico optó por repetir fórmula. Se trataba de cerrar por dentro, de poner obstáculos al juego de pase del Numancia. Con la pelota, las cosas se acelerarían. De ahí la apuesta por bandas con picante. Diegui y Viti, Javi y Bárcenas; en las alas es donde se cocinaba el asunto.

Y lo demostró el partido a los 2 minutos. Javi Hernández invadió campo enemigo, miró hacia adelante y se lanzó a la aventura. Recortó con clase y dirigió un zurdazo que se fue abriendo. Pegadita al poste, imposible para Juan Carlos. El gol que premiaba el descaro del que viene desde abajo sin complejos.

El partido se ponía en el punto que deseaba el Oviedo. Por el resultado, evidentemente, y porque obligaba al Numancia a acentuar sus características. Los de López Garai crecen con la pelota. Y no parece que esa propuesta le venga mal al Oviedo. A los azules les tocó jugar el papel de malo de la película. Defender de forma intensa y salir al galope cuando hubiera ocasión. Así llegaron muchos triunfos la temporada pasada.

Los locales fueron aumentando su dominio y, con él, el balón se fue acercando a la meta de Champagne. Sinónimo de sufrimiento para el Oviedo. Alain voleó a los 6 minutos muy arriba y tres minutos después Christian Fernández evitó ya en el área un peligroso centro del extremo zurdo.