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Orgullo carbayón bajo el Paraguas: así fue la cita de 27 futbolistas ovetenses que jugaron en el Oviedo

“Jugar en el equipo de tu ciudad es lo máximo”, dicen los carbayones, reunidos por LA NUEVA ESPAÑA en la capital

Un torrrente de sangre azul: LA NUEVA ESPAÑA reune a 27 carbayones que militaron en el Oviedo

Un torrrente de sangre azul: LA NUEVA ESPAÑA reune a 27 carbayones que militaron en el Oviedo Amor Domínguez

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Un torrrente de sangre azul: LA NUEVA ESPAÑA reune a 27 carbayones que militaron en el Oviedo Xuan Fernández

“Home, ¿tas ahí, ho? ¡Cuánto tiempo!”. La mañana, lluviosa y fría en Oviedo, fue de reencuentros. De reencuentros carbayones, claro. De mucho choque de puños y codos por eso del covid, de ponerse al día mientras la lluvia apretaba y de hablar mucho del “Oviedín”. Aunque hubo tiempo para todo. “¿Qué tal la familia?”. Todo tiene explicación. Porque si Cuco Ziganda tiene a su quinta ovetense a pleno rendimiento (Lucas, Riki, Jimmy, Mier y Borja) la plaza del Paraguas, lugar emblemático de la capital de Asturias, acogió ayer la cita más carbayona del Oviedo en los últimos años.

Veintisiete exfutbolistas y futbolistas en activo citados por LA NUEVA ESPAÑA se reunieron y aprovecharon para sacar pecho por un motivo especial: ser carbayones. Juntos pidieron el ascenso azul. “Somos de Oviedo y del Oviedo”. La cita, planeada inicialmente en la plaza de la Catedral, tuvo que desplazarse hacia la del Paraguas por eso de la lluvia. Aunque había alguno que no lo veía claro. “Será por mojarse…”, bromeaba Naves, que fue defensa en los ochenta y se mantiene en plena forma. Los veintiséis (finalmente veintisiete, ya que hubo un rezagado que llegó tarde a la fotografía, pero pudo reencontrarse con sus excompañeros) no solo tienen en común el lugar de nacimiento.

Todos ellos lograron vestir la camiseta del equipo de su ciudad. Palabras mayores. “Puro de orgullo”. Con diferencias significativas. Porque algunos fueron futbolistas del Oviedo durante casi una vida (deportiva) y otros solo lo fueron durante un partido o algunos minutos. Incluso hay alguno que sigue intentando llegar. Casuística a un lado, el sentimiento es inalterable en cada carbayón.

“Ser de Oviedo y jugar en el Oviedo es lo máximo”, coincidían todos. Porque la foto del momento, un recuerdo ya inalterable, deja contrastes. Estuvo el Oviedo de los setenta, el de Vicente, Javier y compañía. Una época de campos embarrados y fútbol de contacto. De aquella un jugador era de un equipo para siempre. También se hizo notar en el Paraguas el equipo azul de los noventa: el último gran Oviedo antes de la caída a las catatumbas y la consiguiente resurrección.

Los ovetenses del Oviedo

Ese, el Oviedo del barro, formado por los jugadores que lucharon por sacar al club de los infiernos de Tercera en tiempos de penurias, un orgullo para la ciudad, también estuvo en el Paraguas. Y cerraron el círculo algunas de las últimas perlas de la cantera ovetense. Los Asier, Steven, Emilio y compañía. Steven, ariete del Vetusta, sigue luchando por volver a la élite desde el filial azul. Los años pasaron, la ciudad sigue en pie, y las bromas también.

Que se lo digan Vicente González-Villamil, que sigue con la misma retranca que hace casi cincuenta años. “A éste no le des bufanda para la foto, que la roba y no la devuelve”, le decía de chufla a Javier, ovetense de su quinta y compañero en tantas batallas.

Santi García-Barrero no escatimó en elegancia y acudió a la cita de gala. De traje, corbata universitaria y boina, lucía una americana que tiene desde hace más de 40 años. “Con ella viajábamos en los ochenta. Plácido, el sastre, era el que las hacía”, presumía Barrero, muy cerca de varios de su quinta, como Ondina, o los hermanos Serrano, Jaime y Pedro. “Me apasionaba jugar a fútbol y me encanta mi ciudad, representarla jugando en el Real Oviedo cierra el círculo”, recalcó Barrero.

Hacía un grupo parte el Oviedo noventero, aquel equipo plagado de canteranos, muchos espoleados por el fallecido Antic. Juntos se asentaron en Primera y juntos lo recordaban ayer bajo la lluvia. Oli, técnico del Marino, llegó cogido del brazo de Barrero tras completar el entrenamiento en Miramar. “Aquí hay mucho joven… ¿dónde están los mayores?”. Y a Oli le esperaban, por ejemplo, César Martín, recién llegado tras representar al Oviedo en Coria, y también Jaime, centrocampista de aquella época, o Amieva, otro histórico.

Muy cerca de ellos, varios representantes del Oviedo del barro. No falto Paul Folgueras, que defendió la camiseta del Oviedo a principios de siglo. Ni tampoco Mario Prieto, que le cogió el relevo poco después y ahora forma parte de la secretaría técnica del Oviedo. Una nutrida representación del Covadonga, con Asier, Jaime y David, que jugaron con el primer equipo, no se lo quiso perder. Al igual que Emilio Morilla, ahora en el Marino, tras toda una vida en El Requexón. De los primeros llegó Chamorro, historia aparte la suya. Debutó con el Oviedo en 2011 y ahora se ha hecho un nombre en el sector de la peluquería.

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Las imágenes de los ovetenses del Oviedo Irma Collín

En la cita hubo cachondeo e incluso algún tardón. Paulino González, que jugó un partido con el Oviedo en los ochenta, acudió desde Ribadeo y llegó cuando estaba todo el pescado vendido. Pudo saludar a Vicente, con el que tiene relación.

Hecha la fotografía, llegó la despedida. Y en los instantes finales, un significativo detalle: una charla entre Vicente, Asier y Emilio. Oviedismo carbayón de ayer y de hoy. “Ser de Oviedo y jugar en el Oviedo es todo y es un plus todos los días, no tiene presión. Me alegra mucho ver a los jóvenes, es un reencuentro muy bonito”, decía Vicente. “Siempre sueñas con jugar con el equipo de tu ciudad y es una sensación única”, le respondía Asier. “El debut te lo quedas para siempre”, confirmaba Morilla.

Todos ellos, los ovetenses del Oviedo, se fueron con un recuerdo para toda la vida y con un menaje de ánimo a los ovetenses de hoy. Los Lucas, Riki, Jimmy, Mier y Borja. “Que volvamos a Primera con ellos”.

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