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Nadie puede con este Oviedo: Las claves del equipo más en forma de Segunda

Agresivo en la presión, fuerte en el duelo y profundo en los costados, Ziganda ha logrado un equipo en el que suman todos sus factores

Bastón, ante Luismi y Obeng, en el momento de anotar su gol de penalti. | Juan Plaza

Más que un equipo, el Oviedo es un ciborg. Una máquina programada para aplastar a los contrarios. Porque, y lo explicó Ziganda al final del choque, una de las claves del gran momento de los azules es su capacidad de adaptarse al ambiente. Presiona cuando toca, repliega y defiende junto cuando el rival sale, juega, ahora sí, fluido, pero también saca réditos cuando tiene que hacer un fútbol más vertical. El saldo de las seis últimas semanas es inmejorable: nadie puede con este Oviedo, el equipo más en forma de Segunda División que avanza con pisada firme hacia el horizonte del play-off.

Montiel celebra su gol ante el Mirandés. | Juan Plaza

Muchos se hacen la misma pregunta, también los que aun en las malas confiaban en el trabajo de Ziganda: ¿qué hace mejor ahora el Oviedo para cosechar estos éxitos? Y la respuesta no es única, es un compendio de virtudes que han eclosionado en el momento más adecuado.

Hay un factor emocional, por supuesto. El Cuco lo deslizó tras imponerse al Mirandés. “La victoria en Cartagena fue un punto de inflexión”, pronunció casi de soslayo. Hasta entonces, el Oviedo había ido evolucionando en casa hasta su versión más sólida. Pero no se percibían los mismos síntomas a domicilio. Fuera, el equipo perdía fiereza. Cartagena, con una fórmula no tan diferente a la de otras visitas, sonrío a los azules, muy maduros en aquella cita, mucho más serenos que un rival desbordado por las expectativas (tres rojas). Y el triunfo, además de meter al equipo en el sexto puesto, sirvió para soltar lastre. Y el equipo se lanzó decidido.

Esa liberación se ha podido observar en los planteamientos de Ziganda, más alegres a domicilio desde entonces. En El Molinón, Bastón y Mier pisaron el área del Sporting desde el primer minuto para dinamitar la salida rival. En Alcorcón, aunque sin tanta armonía, también se quiso morder. Y en casa sucede lo mismo, aunque aquí hay que aclarar que el equipo lleva casi todo el año siendo agresivo en la presión cuando actúa en el Tartiere. El equipo, liberado tras Cartagena, se ha mostrado más valiente y decidido.

Pero sería injusto resumir todo el éxito sin referirse al elemento futbolístico. Tanto en lo colectivo como en lo individual. De las dos tiene gran parte de culpa Ziganda, gestor del vestuario y estratega consumado cuando ha llegado el momento caliente del campeonato. Tras un periodo de dudas en el que los malos resultados, e imagen, fuera le hizo plantearse alternativas, el Cuco ha hallado el equilibrio en la fórmula de siempre, aunque con matices.

La fórmula de siempre es el 4-4-2 que trata de morder arriba, llegar en pocos toques a la banda y poner centros. La que siempre ha estado engrasada en casa, aunque a veces se atascara ante rivales que repliegan. Y como fuera las cosas no iban bien, el técnico le introdujo matices: Mier por Obeng, y el paso a un 4-2-3-1 con un elemento más en la medular. Pierde el equipo presencia en el área, pero gana trabajo, dinamismo y ocupación de los espacios.

Y, por supuesto, hay que hablar de la plantilla. La confección sobresaliente de Rubén Reyes a la que Ziganda está sabiendo exprimir todo su talento. Porque da la impresión de que el Oviedo sale ahora a jugar dos partidos: el inicial y el que se reinventa a partir del minuto 60. Para el primero, cuenta el Cuco con activos habituales durante el curso. Los Costas, Calvo, Brugman, Borja o Bastón rara vez fallan.

Para el duelo de la última media hora, gana cada vez más peso la segunda unidad. Nadie como Joni Montiel resume el salto de este equipo. De olvidado a recurso ocasional. De ahí a marcar diferencias. Siempre en el banquillo, con su media hora de calidad. Y con un estilo innegociable: siempre pide el balón, siempre ofrece soluciones.

Parece que su ejemplo ha cundido en la plantilla y no es la única aportación de oxígeno en las segundas partes. Rama sigue un rol similar, aunque sin tanto impacto en el juego. Como Matheus, siempre dispuesto a la pelea. Mérito compartido el de una plantilla competitivo: Reyes compró los ingredientes, Ziganda se encarga de combinarlos.

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