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Diez años de la salvación del Oviedo

Caunedo, el alcalde que pilotó la ampliación de capital azul: "Estábamos solos, incluso tuve que fichar yo a Cervero"

"La presión se notaba en la calle, me decían: 'Alcalde, hay que hacer algo'", dice el exmáximo regidor de la capital

Agustín Iglesias Caunedo, ayer en LA NUEVA ESPAÑA LUISMA MURIAS

A Agustín Iglesias Caunedo (Oviedo, 1971) le tocó un buen marrón cuando fue nombrado alcalde de Oviedo (PP), a principios de 2012. Estuvo hasta 2015. El equipo de la ciudad, el Real Oviedo, vivía entonces peligrosamente. Su supervivencia estaba en juego y el Ayuntamiento, accionista de la entidad, jugó un papel decisivo en la ampliación de capital que acabó con la llegada de Carlos Slim. Caunedo, abogado, actual presidente del PP de Oviedo y trabajador de Ibermutua, vio todo desde dentro. Ahora lo cuenta.

–Llega a la alcaldía en enero de 2012, ¿en qué lugar de la lista de prioridades estaba el Oviedo?

–El Real Oviedo estaba en la lista de prioridades. En la época de Gabino yo me ocupaba de las relaciones con el club y conocía la situación financiera. Piloté la compra de las marcas siendo concejal y traté de comprar El Requexón, que no fue posible. Conocía a los directivos y al equipo.

–¿Qué ambiente se respiraba?

–A las pocas semanas de ser Alcalde la presión en la calle subía. La gente me decía: "Alcalde, hay que hacer algo". El Ayuntamiento era accionista y el club estaba en una situación calamitosa. Era obvio que había que hacer algo.

–¿Cuándo se aceleraron los tiempos?

–Tuve una comida con Pedro Zuazua (periodista y exconsejero) y Chisco (periodista y exconcejal del PP). Hablamos de la situación del Oviedo y de ahí salió una hoja de ruta.

–¿Qué relación había con el club?

–Vaca (vicepresidente) colaboró todo lo que pudo. Presentó las cuentas y las analizamos. Veíamos el peligro de desaparición que había. Teníamos que ir a por una ampliación de capital para salvar la situación y empezar casi de cero.

–¿Era un marrón para el Ayuntamiento?

–Evidentemente. Y teníamos una sensación de soledad absoluta. Este proceso, hasta que se formó luego el consejo, lo pilotamos unas pocas personas. Estaba yo por el Ayuntamiento, colaboró mucho Hugo, de las peñas, también Symmachiarii, Campillo, Chisco, Zuazua…¡Yo hice hasta un fichaje para el Oviedo?

–¿Cómo fue eso?

–Yo fiché a Diego Cervero. Surgió la posibilidad, pero Vaca iba a dejar el Oviedo y no quería firmar el contrato si no tenía el visto bueno de alguien. Recibí a Cervero en el Ayuntamiento, porque él quería saber dónde se estaba metiendo. Y ahí cerramos el fichaje.

–Suena a operación de fútbol de los noventa…

–Imagínese. Como cuando Gabino trajo a Prosinecki . Fue una situación como esa, pero en vez de estar en Primera el Oviedo se jugaba la desaparición. Fue una gestión administrativa y alguien tenía que respaldarla. Se hicieron muchas cosas en esos meses que no estaban en los papeles. Diego es un icono del oviedismo. Estaba dispuesto a venir y era una oportunidad. Había que sentar las bases del equipo y era una opción del mercado.

–¿Qué le decía su gente?

–La mayoría de la gente me decía que no me metiese. Eran contradictorios: "Tienes que hacer algo", "no te metas", y "el Oviedo no se puede politizar". Las cuentas eran claras: íbamos a la disolución a la sociedad

–¿En qué consistía la famosa hoja de ruta?

–Muy fácil. Convocar una asamblea e ir a la ampliación de capital. Empecé a recibir a mucha gente en el Ayuntamiento y a picar muchísimas puertas. Cogía el teléfono y llamaba a quien hiciese falta. Tengo que decir que el único, pero el único, que estaba dispuesto al principio a invertir su dinero en el Oviedo fue Quique Pina.

–¿Cómo apareció?

–Me llamó el Alcalde de Granada, que también era del PP. Me dijo que Pina quería verme. Vino, le explicamos la situación y dijo que estaba dispuesto a invertir. Del resto…Todo el mundo me felicitaba, pero poco más. Pina decía que le encajaba el proyecto e iniciamos la siguiente fase, convocar la asamblea.

–Todavía estaba Celso González.. ¿Tuvo relación con él?

–Sí. Conmigo se portó muy bien y las conversaciones fueron correctas. Yo fui muy directo y él lo agradeció.

–Y aparecieron problemas al poco de empezar.

–El mismo día que se iba a celebrar la asamblea el que iba a ser presidente dijo que no…Fue una cosa fea. Se echó para atrás y le dije a Hugo que había que paralizar aquello, y que al día siguiente necesitábamos un presidente. La retrasamos. Y surge el nombre de Toni Fidalgo.

–¿Quién lo pone encima de la mesa?

–En una tormenta de ideas. Esta situación se iba construyendo día a día. Ahora, diez años después, se ve todo distinto. Es difícil transmitir la idea de la sociedad. Todo el mundo me decía: "Hay que hacer algo". Claro, pero tenía que hacerlo yo, que era Alcalde, no máximo accionista. Toni tenía experiencia y le llamamos. Me entrevisté con él y se lo dije a Celso.

–¿Fidalgo dudó?

–Se hizo de rogar un poco, pero le convencimos. A día de hoy tengo muy buena relación con él. Fue un acierto que fuese el presidente y pilotó muy bien el proceso, que no era fácil.

–¿La salida posterior de Fidalgo fue un error?

–Yo creo que sí, yo creo que sí... Toni tenía poso y contaba con el respeto del mundo del fútbol. Eso es importante. Asumió el reto y montó el consejo, que era solo el primer paso. Aunque Pina entrase y pusiese un millón, no nos valía. Empezamos una labor de concienciación de la afición.

–Hubo varias iniciativas de aquel consejo.

–Recuerdo la de "mil de mil". Se trataba de mil personas que pusiesen mil euros. Teóricamente era muy fácil, pero… No aparecieron más de cincuenta. La afición de a pie sí se volcó, colaboró mucho en un contexto de crisis económica. La campaña a nivel internacional salió muy bien, hasta que llegó el milagro.

–¿Cómo se entera de que Carlos Slim está detrás?

–Recibí una llamada de Ako (Marcos López). Me dijo que había una posibilidad de que Carlos Slim invirtiese a través del Grupo Carso.

–¿Qué le dijo?

–Le contesté: "¿Estamos hablando en serio?". Me dijo que sí, que Arturo Elías me iba a llamar por la noche y que me quedase despierto.

–¿Trasnochó esperando la llamada?

–Estaba tan metido en la dinámica que me parecía todo normal. No sé qué estaba viendo en la televisión, pero aguanté y a las dos de la mañana me llamó Arturo. Me dijo que estaba siguiendo la ampliación, que había empezado con una broma y que se lo planteaban en serio. Solo me pedían confidencialidad y que si el Ayuntamiento lo vería bien. No quería invertir sin nuestro visto bueno, porque había visto el tema de Pina. Le dije que era bienvenido.

–¿Mantuvo el secreto?

–Yo no lo comenté con nadie, ni con mis colaboradores más cercanos. Toni lo sabía, yo también, y poco más. No podíamos poner en riesgo la operación, porque era una oportunidad. Mantuvimos un par de entrevistas más telefónicas con Arturo y mientras tanto manteníamos la tensión en la calle para que la gente siguiese invirtiendo. Sobre todo, porque fíjese todo lo que tuvo que poner el grupo Carso… Fueron unos 18 millones, no los dos iniciales. Si llegan a saber que era tanto desde el día 0, no sé yo…

–¿Qué recuerda los días previos a conocerse la notica?

–Recuerdo la preocupación de la gente, porque la situación era difícil. Colas en el Tartiere, llamadas… Había un miedo real porque el agujero era muy grande.

–¿Cuándo se quedó tranquilo?

–Me llama Arturo, me confirma que va a invertir y me dice que si creo que debe comunicárselo a alguien más.

–¿Qué respondió?

–Le digo que sí, que sería importante que lo supiese el presidente del Principado, que era Javier Fernández. Le dije que le avisaría yo primero. Colgué con Arturo y llamé al móvil al Presidente. Creo que fue la única vez que lo hice. Le dije: "Presidente, se ha confirmado esta noticia y puede tener trascendencia fuera del fútbol. La operación está cerrada".

–¿Qué contestó Fernández?

–Que era una gran noticia para Asturias y una oportunidad. A lo largo del día se confirmó la aportación de Carso y empezó una etapa buena para el Oviedo.

–¿Era consciente de la trascendencia del momento?

–Fue importante. Pero lo llamativo fue el compromiso enorme de la ciudad, que se volcó. Hablo del ovetense de a pie, niños con la paga de los domingos y todo el mundo poniendo lo que podía. Y también la constatación de una realidad: aquellos que dábamos por hecho que se iban a implicar no lo hicieron. Repito: el único que iba a poner dinero era Quique Pina.

–¿Echó de menos al empresariado asturiano?

–El empresariado en general. El único que apareció fue Quique Pina y le estoy agradecido. Y luego Arturo: sin él no hubiésemos llegado hasta aquí. Durante estos años se necesitó mucho dinero.

–¿Por qué cree que Carso entró?

–Creo que a Arturo le gustaba mucho el mundo del deporte. Recuerdo el día que estuve aquí con él, cuando venían de la Fórmula 1. Para ellos la inversión entraba dentro de la capacidad.

–¿Mantiene relación con Elías?

-Siempre fue buena y hablamos de vez en cuando. Cuando vendió hablé con él, me dijo que quedaba en buenas manos con Pachuca, que era la mejor opción.

–¿Cómo se enteró que Jorge Menéndez Vallina, en ese momento un concejal de su corporación, iba a ser el presidente del Oviedo?

–Me entero porque me llaman desde la asamblea y me lo dicen, estaba en mi despacho. Evidentemente me alegré por él, ya que era su sueño, pero no podía ser concejal y presidente. Hablé con él y con Arturo y lo arreglamos. Me alegré por él, porque era su sueño.

–¿Cómo fue la relación después?

–Correcta. Luego el equipo ya tenía estabilidad y la situación era distinta. Una vez que hay un accionista de referencia el papel del Ayuntamiento queda para cosas concretas del día a día.

–¿Esperaba más de Carso en estos diez años?

–Hablo como aficionado. El mundo del fútbol es complicado y a veces no le damos el valor real a las cosas. Que el año pasado compitiésemos con seis chavales de El Requexón tiene mucho mérito. Había un trabajo detrás. Nos quedamos a un gol de jugar la promoción.

–¿Cómo se llevan deporte y política?

–El mundo del deporte me gusta, desde siempre. En mis últimos meses como alcalde festejamos tres cosas: el campeonato de liga del Oviedo Bádminton, el ascenso del Oviedo e incluso me bañé con el ascenso de las chicas del balonmano. Deporte y política son dos mundos que tienen que cooperar.

–¿Para usted fue especialmente gratificante participar de forma directa en la salvación azul después de todo lo que había pasado con el Oviedo ACF?

–Fue un reto para mí y fue apasionante, porque la situación era difícil. Había mucha gente deseando que nos estrellásemos y lo sacamos. Fue un éxito colectivo y a mí me tocó desempeñar un papel y creo que no lo hice mal.

–¿El fútbol da votos?

–No, ni da votos ni los quita.

–¿Con qué se queda?

–Con el fichaje de Cervero. Ojo, sin él y sin Esteban no sé si hubiésemos subido a Segunda. Y me quedo con el compromiso de la gente, del oviedismo de a pie, y de Arturo.

–¿Qué le parece Pachuca?

–Pachuca es un grupo serio, se dedican al fútbol y puede ser un paso más para profesionalizar el Oviedo.

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