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Segunda División | Los equipos asturianos

Los hombres que pilotaron el milagro del Oviedo se reúnen 10 años después: "Solo canalizamos la fuerza del oviedismo"

Toni Fidalgo, Sabino López, Pedro Zuazua, Juan Ramón "Torla", Jorge Sánchez y Hugo López se citan en el Carlos Tartiere con LA NUEVA ESPAÑA para recordar la ampliación de capital que en 2012 salvó al club de la desaparición: "No era solo una cuestión de dinero"

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EN IMÁGENES: Los hombres que pilotaron el milagro del Oviedo se reúnen 10 años después Miki López

Toni Fidalgo aún siente temblores cuando le recuerdan a Javi Cantero. La mayoría ni le recordarán. Fue un lateral cedido por el Atlético en la 2012/13, zurdito, aseado con el balón pero que temblaba en defensa. En la segunda ronda de la Copa, ante el Prat balear, Cantero falló el penalti decisivo en la tanda que resolvía la eliminatoria. Fidalgo no logra borrar de la cabeza aquella ejecución, sin apenas carrerilla. Lo que parecía un gesto lleno de confianza se tradujo en un tiro con escasa fe, timorato y centrado, y el Oviedo cayó eliminado. "¡Es que ni Maradona los tiraba así!", justifica Fidalgo su enfado. Jorge Sánchez, un Excel en la cabeza, pone una cifra a aquel penalti: "Ese fallo nos costó 80.000 euros". Se refiere al beneficio de haber jugado la siguiente ronda.

Aquello fue algunas semanas antes de la ampliación de capital que salvaría al club y que fue pilotada por los protagonistas que LA NUEVA ESPAÑA reúne en el Carlos Tartiere. Entonces, había que buscar euros en cada rincón. Cada moneda contaba.

Toni Fidalgo era el líder, el jefe de aquel consejo tan variado, que parecía hecho a remiendos entre los valientes que se animaran a ayudar a un maltrecho Oviedo. Muy pocos levantaron la mano. Le acompañó Jorge Sánchez, como ya había hecho antes, y Sabino, de los que sabía a qué puertas llamar. Al poso de los que llevaban más tiempo, se unieron Juan Ramon González, Torla; y Pedro Zuazua, más impulsivos y frescos. La voz de la afición la captaba Hugo López que además de presidente de las peñas fue asesor del consejo. Todos ellos acuden a la cita. Hay un recuerdo sentido para Antonio Mijares, secretario de aquel consejo que falleció en 2015: una camiseta de esta temporada con el número 10 y su nombre.

"Aquello fue un milagro", coinciden como primera aproximación al asunto. Muchos llevan años sin verse. Otros hace tiempo que no visitan el campo. Se juntan de nuevo para recordar el décimo aniversario de un acontecimiento histórico para el oviedismo.

Lo primero es recordar las circunstancias. Alberto González, presidente que huiría de la justicia, había dejado el club hecho unos zorros. No había un euro en caja y la deuda asfixiaba al club. El consejo convocó una ampliación de capital como medida desesperada. Había que recaudar, como mínimo, 1,9 millones de euros. "Lo primero que intentamos fue que diez empresarios pusieran 400.000 euros. Nadie dio el paso. Luego, tuve hasta 14 contactos serios con grupos inversores. Tampoco hubo suerte. Solo Pina estaba dispuesto a meter dinero", señala Jorge Sánchez, el asesor en materia económica.

Foto con los miembros del consejo de administración del Real Oviedo en 2012 en el estadio Carlos Tartiere MIKI LOPEZ

El panorama era gris. "Alguno del consejo me preguntaba: ¿Qué hacemos para salvar los pisos? Porque además había una posible responsabilidad personal", subraya Fidalgo. El consejo convocó la ampliación como medida a la desesperada. "Yo pregonaba a las peñas que el Oviedo estaba muerto porque vi que realmente estaba muerto. Les decía: ‘No viajéis a ver al Oviedo. Guardad el dinero y metedlo en la ampliación’. Y me llamaban cenizo", recuerda Hugo López.

La primera fase, destinada a anteriores accionistas, fue un rotundo fracaso. Pero se abrió el tramo libre y el primer día empezaron las colas en la oficina para ayudar. El precio de las acciones fue clave: solo 10.75 euros. "Eso fue más importante de lo que la gente cree. Hizo, por ejemplo, que muchos guajes compraran acciones", interviene López.

Fue entonces cuando apareció en escena un "guiri" que llevaba marcado el escudo del club azul. Sid Lowe, periodista británico que había vivido un año Erasmus en Oviedo, lanzó el cebo por la redes. Era un SOS para salvar al Oviedo. "Recuerdo que el primer día me senté en el ordenador y vi que había 8 accionistas que habían comprado acciones por pay-pal", cuenta Torla; "salí de la oficina gritando: ‘¡Han pagado ocho!". En el primer día se recaudaron cerca de 100.000 euros. Una barbaridad.

A partir de ahí, la explosión. Colas interminables en las oficinas, miles de accionistas foráneos. Y Carlos Slim, el más rico del mundo por entonces, poniendo 2 millones de euros para salvar al Oviedo.

Entre todo el cúmulo de factores, ¿dónde está la clave? Zuazua resume: "La fuerza de la afición. Llevaba desde 2003 peleando de una forma diferente a otros clubes, siempre contra directivas complicadas. Era un ente que luchaba por los valores del club que querían tener. Esa escuela de lucha salió y nosotros solo canalizamos la fuerza del oviedismo". Sabino coincide: "Nosotros no éramos tan relevantes, seguíamos lo que nos marcaban las circunstancias". Interviene Torla: "¿De qué veníamos? De una época de choque continuo con Alberto González. Y se creó un clima de confianza que empujó todo. Había unidad". Para Jorge Sánchez, el consejo fue clave, ya que "era profesional, conocía las tripas del fútbol con Toni y Sabino y con una afición que respondió desde el primer día". Fidalgo aprovecha para agradecer "la confianza que la gente tenía en nosotros".

Foto con los miembros del consejo de administración del Real Oviedo en 2012 en el estadio Carlos Tartiere MIKI LOPEZ

Aquello tuvo un final feliz. El más feliz, e impredecible, posible. El Oviedo regateó la disolución y Carso tomó los mandos para acometer un saneamiento progresivo de la entidad que ahora late con la mejor salud económica de las últimas décadas. Pero nada de esto sería posible sin aquel consejo, heterogéneo, ágil, resolutivo y ligado al aficionado de pie. Sus miembros fueron saliendo del club a medida que Carso fue sustituyéndolos por gente de su confianza.

Ahora, muchos de ellos siguen al Oviedo a distancia, lejos de aquellas jornadas de tensión por una supervivencia. Ahora, si Bastón falla un penalti es solo eso, un penalti fallado. No es un cheque que se va al garete. Y la suerte de que así sea, que solo sea fútbol, sucedió por la mano firme del consejo que en 2012 trajo al equipo de nuevo a la vida. "No era solo una cuestión de dinero; la afición salvó al Oviedo para convertirlo en lo que ellos querían, un club con miles de pequeños propietarios".

Un bonito recuerdo a Antonio Mijares

Hugo López es el que trae la prenda en una bolsa. Es una camiseta del Oviedo de la presente temporada, con el diez a la espalda y un nombre: A. Mijares. Todos recuerdan a Antonio, fallecido en 2015, que llegó el último al consejo para hacer de secretario y encajó inmediatamente en la filosofía de trabajo de aquel grupo. Porque, dicen los que trataron con él, Mijares era sobre todo un "gran oviedista". Zuazua resume la imagen que sus compañeros de andanzas tenían de él: "Era una persona muy alegre, profesional, entregado a la causa. Era muy resolutivo. Y muy buena persona, mezcló muy bien con nosotros". Los miembros del consejo guardan con cariño en la memoria varias anécdotas protagonizadas por Mijares, En especial su salto a la fama. "Teníamos mucha coña con él porque en Valdebebas (en el partido entre el Madrid C y el Oviedo) salió sentado al lado de Florentino Pérez en el palco. En el chat que teníamos nos reímos mucho", señala Zuazua. La idea es darle la camiseta a la familia.

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