El albergue de Cornellana, un oasis en el Camino (por ocho euros la noche): “Hay mucha gente que trae mochila y busca poder hablar”

Alrededor de 21.000 peregrinos pasaron en la última década por el alojamiento, que regenta Gloria Fernández, en el monasterio de San Salvador 

La hospitalera del albergue del monasterio, Gloria Fernández.

La hospitalera del albergue del monasterio, Gloria Fernández. / Ángela Rodríguez

Ángela Rodríguez

No todo el mundo puede decir que durmió en un monasterio con un milenio de historia, pero los que pasaron por el albergue de Cornellana, sí. En torno al patio interior del Monasterio de San Salvador, que con el buen tiempo sirve de plaza para encontrarse, se distribuyen las habitaciones y estancias comunitarias de uno de los albergues para peregrinos más especiales del Camino Primitivo. No solo por su emplazamiento, sino por la cercanía de su gerente, Gloria Fernández. 

“Me costó echarlo a andar, la verdad. Pero estoy muy contenta. Es un servicio público y atiendes a gente muy diferente. Cornellana no es final de etapa, según la ruta oficial, pero cada uno hace su camino como le apetece. Y aquí para mucha gente”, asegura Fernández. Reconoce que, al principio, no sabía muy bien cómo sería la gestión del alojamiento, pero después de doce años al frente del albergue, sabe que tomó una buena decisión. 

Cocina, lavandería, calefacción central y espacios públicos, son algunos de los servicios con los que los peregrinos cuentan en su albergue. Además de los propios servicios que ofrece el pueblo de Cornellana. En total, el albergue cuenta con 31 plazas y está abierto todo el año. “El 2020 fue complicado, solo pudimos abrir tres meses. En general, a partir de primavera, comienzan los meses más duros, pero se lleva bien. Me gusta”, señala la gerente. 

Lo suyo es la atención, en el más amplio sentido de la palabra. Dar un descanso, además de una cama. “Aunque cueste ocho euros la noche, y no sea un hotel de lujo, no quiere decir que valga cualquier cosa. El Camino para mucha gente es sinónimo de diversión y de pasarlo bien, pero mucha otra trae mochila. Mucha gente busca hablar, tener una conversación”, asegura Fernández. 

Con cariño, guarda pequeñas notas que le dejan algunos caminantes en agradecimiento por sus servicios. Y también anécdotas de esas que valen para la propia vida de uno. “A veces te cuentan cosas y te pones triste… Se ve de todo. Por ejemplo, todos los años suele venir un señor de Málaga, al que se le murió un hijo”, relata. 

Según los cálculos de la gerente, unas 2.400 personas al año de media pasaban por el albergue antes de la pandemia. El año pasado fueron 2050 caminantes. Y, al cabo de la última década unos 21.000. “Es un albergue solo para peregrinos. Y suelen ser extranjeros. El 85% son personas de otros países”, explica la gerente, bajo la famosa Puerta de la Osa que da entrada al patio del Monasterio. 

Ante él, celebra su restauración. “Ya pusieron los balcones”, señala, siguiendo de primera mano los trabajos. El albergue de Cornellana es hoy uno de los rincones especiales del cenobio, uno de los principales servicios del pueblo y un auténtico oasis para muchos peregrinos. (También, para la gerencia).