La Nueva España de Siero

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Ricardo Junquera

Sabadiego: el arte de lo cierto

Contra los experimentos gastronómicos que vacían carteras y estómagos

El pasado fin de semana del 22 al 25 de abril se celebraron en Noreña las fiestas del Picadillo y del Sabadiego. En estos tiempos de tantas crisis de todos los colores y de tantas penurias de todos los sabores, nunca está de más el poder hacer un alto entre tantos trajines y disfrutar un poco de los placeres que aún quedan a nuestro alcance.

Y entre ellos, y haciendo honor a su fiesta, ahí tenemos al sabadiego, ese embutido cuya definición cambió la Real Academia Española de la Lengua en el año 2007, a instancia de la académica genialidad de Don Antonio Mingote, suprimiendo aquello de que está hecho con la asadura y carne de peor calidad del cerdo, para dejarlo simplemente en que está hecho con carne de cerdo, ni más ni menos, que así es la cosa.

Y además, por si a alguno le pudiera interesar el dato, es el único embutido con bula papal, que en el año 1723 Pio VI, que por lo visto debió de ser un papa bastante competente y nada vegano, autorizó su uso en los períodos de vigilia y Cuaresma. Ahí te va con el buen pontífice. Y en medio de las vicisitudes de nuestra época, en la que los aprovechados de turno hacen su agosto vendiendo nuevas fórmulas de todo que para todo valen y mejoran lo anterior, creo que va siendo tiempo de volver a las recias categorías aristotélicas: lo que es, es. Y punto. Nada de experimentos gastronómicos que suelen dejar la carteras y los estómagos vacíos; nada de conceptos etéreos a la hora de sentarse a comer; nada de llenar los platos de hipótesis; vamos a llenarlos de conclusiones, de lo que es cierto; vamos a celebrar profundamente el poder seguir disfrutando del digno, noble, preciso y económico sabadiego, y si puede ser con esas patatinas de alrededor, pues mejor aún, que un día es un día, que cantó algún poeta.

Y ahora recuerdo que hace unos días, cuando la Asociación de Amigos del Camino de Santiago de Siero, Noreña y Sariego finalizamos nuestra última peregrinación, entregamos allí mismo, en la plaza del Obradoiro, a Nava Castro, directora general de Turismo de Galicia, unos paquetes de sabadiegos, para que sepan que Noreña también existe y que tiene elementos suficientes para reclamar y dar posada y buen recibimiento al peregrino.

Y el que lo dude, sea peregrino o no, que se pase por Noreña y disfrute del arte cierto de un buen sabadiego, filosofía pura de la buena mesa. Seguro que no se arrepentirá. Y en todo caso, que se lo pregunte a Aristóteles.

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