Uno de los motivos que dio origen al concejo de Siero -16 de octubre de 1310- , era canalizar y proteger la compra y venta de productos  entre mercaderes y  lugareños y hoy, setecientos doce años después, a pesar de las facilidades de la venta online y de la venta ambulante a domicilio, donde por llevar te llevan de todo,  desde pan, fruta, helados o pasteles se sigue en esos menesteres; de ahí que el martes en Pola se convierta en una ceremonia jubilosa  de encuentro entre el mundo rural y el urbano, en el que aquel ofrece sus mejores productos a los vecinos y visitantes que cada martes, desde muy antiguo, acuden en busca de productos de la máxima calidad y cercanos… Y con esa intención, un martes tras otro, acudimos a los aleros de la plaza en busca de los productos estrella de la huerta, ya que la cocina es salud y uno debe saber qué mete en el cuerpo. Así, el pasado martes, 14 de junio, afortunadamente pude comprar guindas, ahora que tanto escasean y las pocas que hay las picotean aves y pájaros o las lastra la propia atmósfera, al precio de 12 euros kilo. A partir de ahí queda la elaboración del licor de guinda bueno para combatir la diabetes y la obesidad entre otros beneficios. Era frecuente, en otros tiempos que, antes preparar la nueva guinda,  las viejas se pusieran en bandejas encima de las mesas de los bares para consumo del cliente.

Con la guinda elaborada y a buen recaudo- se aconseja guardarla en locales oscuros y fríos- me vienen a la cabeza algunas reflexiones y recuerdos que considero oportunos. Ahora que tanto se habla de despoblación, de abandono del mundo rural, de cierre de escuelas y bares, muchos cerezos, guindas, pomaradas y castañares de mi infancia y juventud ya no existen, y muchas lozanas praderas hoy son pasto de "felechos"- ya no se separan de la hierba-  y demás plantas salvajes; las laderas  boscosas avanzan peligrosamente hacia el interior de los pueblos, que por no tener , no tienen ya  ni niños, ni cura… Y no hablo de la Asturias profunda, sino de la central, bien comunicada, a pocos minutos de Oviedo, Gijón, Pola, Sama Y Nava…

A principios de los 90 me encontré la primera aldea abandonada en las cercanías de Bendueños, concejo de Lena. Algo debemos estar haciendo mal. No tenemos prioridades o no nos las ponen, como nos ponen ahora carriles para bici, y eso que la media de edad de los asturianos se acerca peligrosamente a los cincuenta años. Se ve que no somos motivo preferente de la Cumbre de Davos donde unos cuatro poderosos diseñan el futuro de todos nosotros.

Ahora, cuando impera  el vacío, el desánimo e incluso la muerte – las muletas y las sillas de ruedas invaden el paseo marítimo de Gijón-,  se habla de buscar soluciones, de planes demográficos, de impulsar y potenciar la vida, la natalidad,  mientras se permite abortar a los dieciséis años y la mayoría de las madres primerizas lo son a los treinta y dos años y pico, con las graves consecuencias para su salud … Y  la triste realidad es que los asturianos ya somos menos del millón y que aquellas leyendas urbanas de finales de los 90 o la llamada generación de Villalpando, la gran mayoría, se afincaron en Madrid. La política de lo inmediato, poco solidaria con las generaciones venideras, ha generado estos desmanes, estos atropellos y cínicamente alguno que otro la ha justificado con aquello de que “el que venga detrás que se defienda…”.

No acaban aquí las reflexiones con la guinda que,  además de mostrar el sombrío panorama de nuestra mundo rural, de nuestra inoperancia y falta de oportunidades, ha dejado su huella en la copla española gracias a Imperio Argentina, Lola Flores, Raphael – recientemente el de Linares, ante un público entregado, recordó en Avilés que sus inicios musicales, sus primeros contratos, fueron en Asturias – y Encarnita Polo con su  conocida canción de “Échale guindas al pavo que yo le echaré la pava…azúcar, canela y clavo”, en tiempos en que la copla se convertía en crónica de la dura realidad del momento, de las carencias y necesidades de entonces, entre ellas la alimentación, la comida…”Tengo una vaca lechera, ay que vaca más salada…tolón, tolón…”

Hoy, en tiempos de crisis alimenticia, inflación e incluso de posible hambruna para otoño,  la guinda me ha recordado la necesidad de poner en valor lo que tenemos, de utilizar bien nuestros recursos naturales , de potenciar y mimar el mundo rural, que en el caso de nuestro concejo  mucho de ese mundo rural se puede considerar residencial por su situación estratégica y a ello debemos dedicar nuestros esfuerzos, pues nos va en ello la vida. En la actualidad las regiones que producen y venden más cerezas y guindas son Extremadura y Aragón, quizás algún día lo pueda ser Asturias, como lo fue en otro tiempo, cuando el cuco te recibía al anochecer o cuando las golondrinas te sorprendían con sus vuelos inesperados de la cuadra al corredor.

Hace unos días un conocido hostelero me decía:

- José Antonio, hoy se vende más cerveza que sidra…

No daba crédito. Esta información me dejó hondamente preocupado y revela la situación que vivimos, cuando todo lo ciframos más en la posible subvención que en nuestras propias posibilidades de mejora. ¡No debemos perder tantas oportunidades! Afortunadamente les fabes aún mantienen el tipo e incluso incrementan su producción y consumo.

Estas son algunas de las reflexiones y recuerdos que han generado en mí una jornada de guindas un martes de la Pola…¡Que esto no vaya a más es responsabilidad de todos! Un abrazo

 P:D ¿Quién pondrá la guinda en las elecciones andaluzas para que España sea un país riguroso, honesto, solvente y con futuro?