La Nueva España de Siero

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José Antonio Coppen

La filosofía del sentido común

Vienen a cuento estas reflexiones porque en LA NUEVA ESPAÑA del pasado 30 de agosto la escritora María Dueñas no duda en declarar que en España falta sentido común, raciocinio, sensatez, inteligencia para andar por la vida. Casi nada.

La filosofía del sentido común es la teoría implícita que el común de las personas usa para explicar la conducta de sus semejantes. Uno de los pilares para demostrar que al menos acariciamos el sentido común es tratando de ser feliz seleccionando los pensamientos y limitando los deseos. Según Platón, la calidad de tu vida depende de la calidad de tus pensamientos. Y resulta que vemos a diario en los distintos medios de comunicación social los vientos de insensatez que soplan a todos los niveles. La mesura está siendo suplantada por los despropósitos y extravagancias que, como mínimo, provoca indignación.

Al oír hablar de asesoramiento filosófico por primera vez, un filósofo estadounidense que trabajaba en Asia, comentó: "Diría que se trata de sentido común superior". La importancia del sentido común es tal que en el año 1758 se creó la Escuela Escocesa del sentido común, fundada por Thomas Reid, y que acometía la tarea de refutar el escepticismo de David Hume. En realidad es la teoría implícita que el común de las personas usa para explicar la conducta de sus semejantes.

El gusto por la reflexión y el autoanálisis constituyen la semilla en general del sentido común como una facultad mental gracias a la cual se tiene una capacidad mínima de conocimiento, de juicio, porque una persona sensata es un ser de sano juicio. Hemos de añadir que el sentido común no es una sabiduría innata, más bien una actitud prudencial que se adquiere por las relaciones sociales de distintos ámbitos, sin olvidar que la sensibilidad no es ajena como segmento del mismo. Los pueblos y las sociedades en general a buen seguro que evitarían gran parte de los conflictos que afloran principalmente por la orfandad de esta valiosa virtud.

Es verdad, los seres humanos deseamos y necesitamos otorgar sentido a las cosas que suceden –o a las que no suceden–, tanto a corto como a largo plazo. Debemos de llegar a la conclusión que, en función de nuestra capacidad para preguntar, es nuestra primordial fórmula para alcanzar un fin. Figuramos en el gremio de quienes en casos determinados formulamos más preguntas porque nuestra curiosidad informativa es inmensa, rechazando de plano la curiosidad del cotilleo. Porque el lector sabe muy bien que existen dos clases de curiosidad, la de la información y la del cotilleo. Por último, son tres los pilares que sustentan una democracia: la alternancia, la transparencia y la participación ciudadana, pero la levadura que ha de fomentarla radica en el sentido común.

Perlas de la sabiduría. La mesura, concepto que heredamos de los griegos, consiste en respetar a los contrarios e impedir que se conviertan en antagónicos.

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