Opinión

Nos necesitamos

No sé qué hago con el tiempo, a pesar de mi jubilosa jubilación, que ni leí la Carta del señor Presidente a los ciudadanos – quizás muy larga y además me gustan las personas previsibles -, ni seguí el día a día de las elecciones catalanas, pues creo que ya bastante atención y dinero les hemos dedicado y dedicamos en estos años y todo para acabar diciendo: “España nos roba”, más dinero, más competencias, más política a la carta, más desigualdad e insolidaridad entre las regiones y pueblos de España. Del corredor del Atlántico Noroeste seguimos sin tener noticia, y eso que desde que  el ministro de Transportes es el señor Puente no para de ser noticia.

Esta semana el tema que me ha ocupado y preocupado es el de la emigración y más desde que el Gobernador del Banco de España, a punto de dejar su cargo, haya dicho en prensa que España necesita más de veinticuatro millones de emigrantes en los próximos treinta años, para poder garantizar y pagar las pensiones del futuro -el Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, con fecha de 25 de marzo de 2024 dijo que el número de extranjeros en España a fecha 31 de diciembre de 2023, con autorización en vigor ascendía 2.922.830; con certificado de registro, en 3.680.446( extranjeros comunitarios) y con TIE-Acuerdo de retirada en 209.422 personas (Brexit), lo que hace un total de 6.812.698 personas sujetas a ley o permiso-.  Leer esto y pensar que es una exageración es fácil, pero tratándose del señor don Pablo Hernández de Cos, que se caracteriza por su moderación, por su profesionalidad y oportunidad en el decir es todo un aval, un aviso , una alerta para todos y esto siempre es de agradecer. Callar, que es lo que se lleva, le hubiera sido más cómodo, más fácil…

A poco que miremos a nuestro alrededor, basta darse un paseo por la calle Uría de Oviedo, por el parque de la Pola o por cualquier otra ciudad española y nos encontramos la imagen cariñosa y profesional de un cuidador/cuidadora que acompaña a uno de nuestros mayores, o la que cuida a los más pequeños, con sus sillas, andadores y juguetes para dar crédito a lo que se dice, - la mayoría, casi todos, emigrantes-, y más cuando profesiones de siempre y muy necesarias, van camino de extinguirse. No hay zapateros en Pola de Siero, solo queda uno, y otro tanto se puede decir de enfermeras, camareros, albañiles, pintores…¡No estamos garantizando el necesario relevo generacional! ¡Hay más perros que niños! Y esto algo indica. Somos una civilización en decadencia. De este tema, a principios del 2000, ya habló la conocida periodista Oriana Fallaci y recientemente el Papa Francisco ha dicho que la vitalidad de una cultura se mide por el número de descendientes que deja. Sigue en pleno auge el colonialismo cultural: el pasado no existe, el futuro no interesa, solo el presente y su gozo, sin obligaciones, compromisos, renuncias ni dolores. ¡Viva el ‘yo’ y lo inmediato!  

Y todo esto en un corto periodo de tiempo, poco más de setenta años, y todavía más acelerado desde finales de los 90 e inicios del dos mil. Desde el auge de los teléfonos móviles y los smartphones que no dejan de sorprendernos con sus aplicaciones. La digitalización ya supone en España más del 24% del PIB… Un periodo de tiempo en el que se pasó de no tener teléfono en el pueblo y llamar desde el teléfono público del bar del pueblo vecino, a tenerlo en el bolsillo ,en vibración,  para que no molesten en exceso, por los avisos o comunicados que llegan… Un periodo de tiempo en el que hemos pasado de la emigración hacia a América, años cincuenta, a la emigración a Europa, años 60 -concretamente el año que más gente emigró fue el 1962- , y  una de las principales fuentes de riqueza de la España de entonces eran las divisas que enviaban nuestros emigrados. Hoy, poco más de 70 años después, recibimos emigrantes. Los necesitamos. Tratémosles bien y que ellos sepan también adaptarse a nuestro modelo de vida. Supongo que quienes mejor se adaptan sean los hispanoamericanos por aquello del idioma y cultura común. Todos tenemos el derecho a progresar, a buscar un futuro mejor.

Setenta años no son nada, y os lo dice uno que ya casi los tiene, y que tiene la cabeza llena de proyectos entre ellos escribir este artículo y poder contar algo que os interese. La vida es un soplo y apenas te piden el carnet de identidad para entrar en el baile o coges el macuto para ir a la Mili, cuando ya te ves jubilado. ¡Buen viaje! ¡Que nos acompañe la salud! Y recordar que lo más importante de la creación es el ser humano. ¡Protejámosle!

No quiero concluir estas letras sin sumarme al stenta aniversario del “ Bar Pepe “, en Lieres. Cátedra de la baraja, de las tertulias de amigos, de trato cercano y esmerado, testigo de los muchos avatares de la vida lierense y en el que siempre que entro me encuentro con la sonrisa y mirada limpia de Pepe y su esposa, como ahora de sus hijas y demás familia. ¡Enhorabuena! ¡Muchas felicidades! ¡Setenta años no son nada, a por otros setenta! ¡Muchas gracias por tanto bien y simpatía!

Un fuerte abrazo de José Antonio Noval Cueto.

P.D La noticia positiva de la semana me la ha proporcionado el Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) al comunicar que patenta un método para producir la seratonina, la “hormona de la felicidad”, a partir de la levadura del vino. ¡Que sigan avances como éste que tanto necesitamos!