La muela de Michael Jackson y el dentista mejicano

"No era un ser humano común y corriente, era como un extraterrestre, porque era temeroso del dolor", cuenta el endodoncista Guillermo Huber, en una entrevista con el diario "Milenio".

Huber explicó que él atendía a gente de la cadena Televisa y el 1 de noviembre de 1993 le llamaron a casa y le dijeron que a Michael Jackson le dolía una muela.

"Yo pensé que era una broma pero volvieron a llamar y me dijeron que no era broma, que les habían recomendado mis servicios y que el señor Jackson iba camino de mi consultorio porque había pasado muy mala noche", apuntó.

De su encuentro con el cantante cuenta que le hizo una radiografía, vio que tenía una caries en una muela y le hicieron una endodoncia.

Con esto, explica, se habría arreglado su problema, pero Jackson se empeñó en que quería que le quitaran la muela y, a pesar de que el odontólogo le avisó de que era una pieza fuerte que podía aguantar, él no quiso.

"Me la quitan por favor, porque si no me la quitan me voy a Houston y no actúo los tres siguientes shows que tengo en el Estadio Azteca" de la capital mexicana, cuenta el doctor que le dijo Jackson.

"Yo sentía una gran presión por parte de la gente del Estadio (Azteca), que me llamaban a cada rato para decirme que lo sacara adelante porque no iban a regresar (devolver) cientos de miles de boletos (entradas)", narra Huber.

Cuando el dentista le tocó la muela para quitársela el cantante le dijo que no le dolía, pero aún así solicitó que le aplicaran "lo que me han estado dando, lo que sabe mi doctor", Demerol.

En opinión de Huber, lo que el cantante quería era un pretexto más para decir, después de quitarle una muela, "me duele y necesito más analgésico".

Michael Jackson visitó en 1993 por primera vez en solitario México, dentro del llamado "Dangerous World Tour", que concluyó en la capital del país después de más de un año de gira por el mundo. EFE