Oviedo, E. G.

Ángeles Caso aprovechó ayer su chat digital con los lectores de LA NUEVA ESPAÑA para aconsejar sobre el oficio mágico de escribir (bien). La última ganadora del premio Planeta con su emocionante «Contra el viento», se sometió a decenas de preguntas enviadas a través de la red y se reencontró en la redacción del periódico con su perfil de periodista, al que nunca ha querido renunciar.

Escribir, dijo, es tener paciencia, es «formarse y exigirse», y leer a los clásicos, escribir mucho «y tirar casi todo lo que se escribe a la papelera». Y después, paciencia con los editores y disciplina a la hora de ponerse ante el papel en blanco. Ella mantiene su horario de cuatro o cinco horas tecleando. «La inspiración no sólo se puede, sino que se debe trabajar», dijo la escritora asturiana, quien ya no cree en el sentido trascendente de la Literatura como arma para cambiar el mundo. «Me estremezco de pensar que Hitler era un gran lector».

A la pregunta de si apoya la cooficialidad para le lengua asturiana, Ángeles Caso contesta que sí: «las lenguas son maravillosas, delicados instrumentos de comunicación y cultura, no espadas ni cañones». Otro lector le cuestionó sobre planes para nuevas biografías, y Caso respondió que «persistiré» en un subgénero «que me encanta» pero que, sin embargo, no suele arrojar nunca grandes niveles de ventas. Al final, ella persigue lo que muchos, «calidad literaria, reflexión y sensibilidad» para dejar en el papel un poco o un mucho de sí misma. «En una novela -dijo Ángeles Caso- si es sincera hay buena parte del alma del autor, y eso en ocasiones asusta». Pero el pudor se amaina con estrategias personales, como ésa de que «el único lector que me importa cuando escribo soy yo misma».

Asturias, dijo, siempre está de alguna manera presente en su obra. En el primer capítulo de «Contra el viento», por ejemplo. Asturias es además una referencia en la vida de Ángeles Caso, el lugar donde partió y el lugar, asegura, donde quiere volver, aunque sin marcar fechas en el calendario.

¿Qué querías lograr cuando comenzaste a escribir «Contra el viento»?, le preguntó una lectora. La respuesta fue: «Por supuesto y sobre todo, escribir una buena novela, pero también intentar ayudar a que alguna gente cambie su mentalidad sobre los inmigrantes». Objetivo cumplido.