Oviedo, M. S. MARQUÉS

En Asturias crecen alrededor de dos mil especies de flores silvestres, volumen floral que tapiza, colorea y condiciona el paisaje de nuestro paraíso natural. Son plantas que están en todas partes y que responden a distintas clasificaciones en función de las características del suelo y de las condiciones climatológicas donde se desarrollan.

Entre los dos millares que se contabilizan en Asturias, Emilio Rico y Rosa María Simó han elegido las 160 más habituales para componer una interesante guía, «Flores silvestres de Asturias», editada por Cajastur con todo lujo de ilustraciones y dibujos. Las flores se han agrupado atendiendo a su tonalidad y dentro de la misma se distribuyen por orden alfabético. «El color de la flora no es una cosa fija, en la naturaleza se pueden encontrar plantas de la misma especie que presentan flores de tonalidades diferentes», aseguran. Por eso no es raro ver especies de flores rosas con coloración casi blanca o casi roja. La riqueza de Asturias permite encontrar una amapola blanca y brezos y orquídeas que crecen con colores muy distintos del habitual.

En estas transformaciones influyen elementos como la altitud, la insolación, los nutrientes del suelo..., toda una serie de factores que hacen que las plantas puedan sufrir cambios en un momento determinado. Algunos ejemplos que se incluyen en la guía repasan flores como la pulmonía, que cambia gradualmente de color a medida que se desarrolla, pasando del púrpura inicial al azul intenso. Otro cambio es el de las malvas, a las que la falta de agua acaba volviendo azules.

Durante la presentación de la guía, Emilio Rico, biólogo, autor de diferentes trabajos de temática ambiental y especializado en fotografía de la naturaleza, señaló que el libro recoge sólo una pequeña parte representativa de la flora silvestre de Asturias. «Hemos intentado que fuera un libro asequible, fácil de consultar y manejable para salir al campo». Además de los dibujos de Fernando Fueyo, que ilustran los órganos de la planta, los tipos de hoja y las formas de la flor, también se da referencia de los usos y virtudes que pueden tener. Emilio Rico es coautor con Rosa Simó de «Flores de Asturias» y «Helechos».

Doctora en Farmacia, Simó fue profesora de Botánica en la Universidad de Oviedo, aunque su actividad profesional la ha desarrollado fundamentalmente en el Hospital Central de Asturias. Ayer señaló que la guía es un recurso para fomentar la divulgación de los valores y la riqueza ambiental. «Queremos que el libro tenga validez en casa y en el campo». A su juicio, el hecho de que muchas plantas no estén recogidas en la guía estimula el interés de quienes quieran profundizar más en el conocimiento de la flora. Simó y Rico son pioneros en la realización de este tipo de trabajos, ya que hace treinta años que publicaron la primera guía. La experta comentó ayer que sigue teniendo las mismas ganas que entonces de dar a conocer la flora y de enseñar a conocer la naturaleza.

Realizado con rigor científico y calidad fotográfica, el libro tiene un marcado carácter pedagógico. Cajastur, entidad editora, no va a escatimar esfuerzos para su distribución, según aseguró ayer José Vega, responsable de la Obra Social, quien añadió que toda persona interesada puede solicitar el libro al precio de diez euros en las oficinas de la entidad distribuidas por toda Asturias.

La publicación está organizada de manera que se intenta simplificar al máximo la terminología, aunque persisten algunos términos botánicos de significado preciso que se respetan. Para facilitar las cosas a los profanos se incluyen un glosario y una serie de láminas ilustrativas. Las plantas o flores están denominadas con el nombre científico de la especie a la que pertenecen, seguido de la inicial de autor o autores que la describieron por primera vez. Debajo del nombre específico figura en castellano el nombre de la familia a que pertenece y, a continuación, su nombre vulgar. También se indica su hábitat más frecuente y la época en que florece.

La distribución por colores se inicia con las flores verdes, donde se incluyen ejemplares como el ombligo de Venus o la ortiga común. Entre las amarillas o anaranjadas figuran la margarita, espadaña, zapatinos, primaveras, pitinos y capuchina, entre otras. La hierba del ajo abre el capítulo de las flores blancas, donde también se encuentran anémonas, jara, plumeros, madreselva, sauquillo y la elegante cala. Entre las rosadas y rojas, se incluyen orquídeas, hierba de San Roberto, malva y amapolas. Le siguen las purpúreas y violetas, con el cardo borriquero, brezo del Cantábrico, carrasquina y pitinos, y, por último, las flores azules, con la albahaca de monte, azafrán silvestre, genciana de primavera, nomeolvides de los Alpes y violeta de agua, entre otras muchas.

Una última aportación es la que pretende dar a conocer algunas propiedades de las plantas que se regulan como medicamentos. En España hay registradas más de mil cien prestaciones distintas de productos con plantas medicinales y un total de 47 laboratorios fabricantes.

Orquidáceas (gamuetu). Planta robusta que rebrota en primavera, con tallo macizo. Crece en los prados y claros del bosque de ambientes húmedos.

Lirio amarillo (espadaña). Planta vivaz, de alrededor de un metro de altura y tallo de muchas hojas. Al final brotan dos o tres flores de gran tamaño y color amarillo.

Madreselva. Planta leñosa, trepadora, de hojas caedizas, que alcanzan tres metros o más de largo. Las flores son muy olorosas, de fragancia inconfundible y de color blanco amarillento. Crece en claros del bosque y setos.

Verónica. Plantita vivaz, peluda, con tallos numerosos, tumbados y enraizantes, finalmente enderezados. Las flores son azules, blancas en el centro. Muy frecuentes en prados, bosques y bordes del camino.

Emilio Rico y Rosa María Simó son los autores de la guía «Flores silvestres de Asturias», un trabajo que recoge 160 de las más de dos mil especies de plantas que se encuentran en los prados y montes del Principado.