Oviedo, Elena FDEZ.-PELLO

Nuestra galaxia se mueve en torno a un agujero oscuro. Se llama Sagitario-A Estrella, su masa es de cuatro millones de soles, su tamaño 17 minutos luz. El corazón de la Vía Láctea es, en definitiva, «un objeto muy masivo, muy masivo, con una atracción gravitatoria brutal» y sirve de «laboratorio de la gravedad universal». Antxon Alberdi, investigador científico del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) en el Instituto de Astrofísica de Andalucía, ofreció el lunes en Oviedo la primera de las conferencias del ciclo «Dos días de ciencia», que organiza la Obra Social de Cajastur, y durante alrededor de hora y media condujo a su auditorio a través de nuestra galaxia.

Alberdi se fue adentrando lentamente en la Vía Láctea, un diminuto fragmento de Universo en el que flotan estrellas nacientes y otras en extinción. En una primera ojeada a la Vía Láctea, las estrellas más viejas muestran pequeños puntos azules, las más jóvenes son de color amarillo y entre ellas hay polvo y filamentos que no son más que gas. Más de cerca, siempre hacia el interior y a una distancia de cinco años luz del centro de la galaxia, la imagen se transforma: las estrellas individuales se revelan como brillantes puntos azules, el gas molecular adopta la forma de un anillo de color rojo; más cerca del centro, a un año luz, hay un cúmulo de estrellas muy pesadas, de hasta cincuenta veces la masa del Sol, que expelen una gran cantidad de materia y generan un superviento galáctico. Ya se intuye la presencia de Sagitario-A Estrella.

Un grupo de astrónomos alemanes observó y tomó mediciones en el interior de la galaxia desde 1992 hasta 2006. Su trabajo, a juicio de Antxon Alberdi, merece el premio Nobel de Física. «Midieron la trayectoria de las estrellas a diez días luz del centro de la galaxia, calcularon las coordenadas del punto en torno al que giraban», explicó, y comprobaron que «la velocidad de las estrellas aumentaba al acercarse a ese punto y lo hacía siguiendo las leyes de Kepler». Así, mediante sofisticadas mediciones, describieron el objeto en torno al que gira nuestra galaxia, con un tamaño inferior a un tercio la distancia entre el Sol y la Tierra, no excesivamente denso pero sí «supermasivo», con mucha masa. Ahí está el centro de la Vía Láctea.