Un día al año, los mitos del cine mundial no son famosos por la ropa que anuncian, por sus divorcios o por la última remesa de niños tanzanos que han apadrinado. Ese día, la gente se interesa episódicamente por sus películas. Ese día ha llegado. Hoy se abre la caja de Pandora, que derramará sobre Avatar los Oscars a la mejor película del año. O como mínimo, la más musculada. La epopeya ecológica de James Cameron no sólo denuncia el agotamiento de la Tierra sino, todavía peor, el estancamiento de la creatividad de Hollywood.

Oscar a la mejor película. Pese a la ocurrencia de la Academia de nominar todos los estrenos de 2009, sólo Avatar merece ese galardón. Con permiso de Irak, porque los votantes de Hollywood son bastante mayores que el público de las salas. Aunque el título En tierra hostil entierra la película, el documental sobre los artificieros -perfectamente aplicable a Afganistán- se ha erigido en alternativa. Nadie ha querido verla en Estados Unidos. En la interminable relación falta Invictus, el ala sudafricana de la Casa Blanca, la expiación de Harry el Sucio y el único título del año que provoca algo parecido a una emoción. Incluir en la lista infinita una película con Sandra Bullock distinta de Crash suena a autoparodia hollywoodiense.

Mejor desfiguración. También denominado el Oscar Meg Ryan a la mejor carnicería estética, recae este año en Nicole Kidman, o lo que queda de su rostro, por Nine.

Mejor director. En esta categoría se juega con el morbo del enfrentamiento entre los ex esposos Cameron y KathrynBigelow -En tierra hostil-. La venganza de Hollywood contra la soberbia desbocada del autor de Avatar puede inducir a los votantes a premiar a su antigua pareja, una venganza maquiavélica pese al clima de colaboración que sigue existiendo entre ambos. Si hubiera justicia, el premio recaería sobre Jason Reitman, que ha cosido interpretaciones magistrales en Up in theair. A cualquiera antes que a Tarantino.

Mejor banda sonora. La que pasa desapercibida, por lo que no la recuerdo.

Mejor actor. El ganador será Nelson Mandela, por la excelente interpretación de Morgan Freeman que redondea en Invictus. Sería la primera estatuilla para ambos, y una forma embozada de conceder un Oscar por el conjunto de la carrera. Lo mismo ocurriría en el caso de Jeff Bridges por Corazón rebelde, donde prolonga su Gran Lebowski en la mascota favorita de los estadounidenses, un cantante disipado. Colin Firth sería un candidato consistente si tuviera una película detrás. Y sí, el simpático George Clooney realiza la interpretación de su vida en Up in theair, pero eso no es decir mucho. El quinteto se enriquecería con Robert Downey, jr., que se salva de la pésima Sherlock Holmes brindando una lección de vitalidad.

Peor banda sonora. Los maullidos de la hija de Clint Eastwood en Invictus, el precio del nepotismo.

Mejor actriz. Una película de Meryl Streep en que la actriz no muere cruelmente, es una mala película. Esta ley desacredita el Oscar que le han cocinado por Julie&Julia, que el público español tuvo el excelente gusto de ignorar, aunque la protagonista imitaba infructuosamente a Mary Santpere -casi un anagrama de Meryl Streep-. Nominada de oficio, la actriz lleva 27 años sin ganar. La personalidad más fascinante del quinteto es Carey Mulligan, que ofrece un curso de interpretación en Aneducation. Puestos a seleccionar a Sandra Bullock, debieron reparar en su inteligente homenaje a Charlot en Loca obsesión.

Mejor coreografía ridícula. Las tribulaciones de Penélope Cruz con una cuerda en Nine confirman que tampoco sabe moverse, y la acreditan para el Oscar Pilates.

Mejor actor secundario. El ganador es José Luis Rodríguez Zapatero, por su papel de comparsa en la Unión Europea y en la guerra de Afganistán (pésimo chiste, vuelva a intentarlo). No sólo se han atrevido a incluir a Matt Damon -el barcelonista Iniesta en la selección de rugby de Sudáfrica-, sino que lo han empeorado con Woody Harrelson, Oscar al mejor prognatismo. Nominan al fenomenal Stanley Tucci por Thelovelybones, la peor interpretación de su carrera. El premio está digitado para Christoph Waltz, el nazi políglota de Malditos bastardos, titulada en homenaje a Esperanza Aguirre y patrocinada por Caja Madrid. Sin embargo, el secundario del año es Alfred Molina, el padre economizador de Aneducation.

Mejor fotografía. No sé lo que es eso.

Mejor actriz secundaria. Reservado a la mujer que roba la película al protagonista, que en Hollywood siempre es un hombre. Bajo este criterio, la única ganadora posible es Vera Farmiga, que en Up in theair asume el papel habitualmente reservado a Tilda Swinton. Su trabajo es un compendio de sensualidad, perdón por utilizar la palabra a estas horas, más dirigido al espectador que al propio Clooney. Sólo la sensacional SigourneyWeaver de Avatar -fuera del quinteto- podría disputarle la estatuilla, concedida de antemano a Mo'nique por su papel de maltratador en Precious.

Mejor plagio de Sofía Loren. Con todos los honores, Penélope Cruz en Nine. Optar a un Oscar es una excelente noticia para la actriz española, y pésima para los Oscars. La inclusión no demuestra su calidad como artista, sino como estrella.

Mejor película extranjera. Concedido injustamente de antemano a La cinta blanca -Hollywood se rinde ante la mínima insinuación a Hitler-, la lista incluye la mayor obra de arte citada en esta página, El secreto de sus ojos.

Mejor ruido original. Las explosiones de En tierra hostil.