Oviedo, M. S. MARQUÉS

La galería Vértice de Oviedo inauguró ayer una exposición del artista madrileño Miguel Ángel Campano. Premio Nacional de Artes Plásticas en 1996, Campano es uno de los grandes de su generación y cuenta con una trayectoria artística coherente con sus vivencias que lo sitúa en el campo de la abstracción, aunque en los últimos años sus creaciones han ido tomando cada vez tintes más líricos.

En Oviedo presenta cerca de cuarenta obras de diversos formatos, que incluyen óleos, dibujos, papeles y grabados, una selección de los últimos quince años de trabajo. Residente durante muchos años en París, aunque recientemente ha vuelto a establecerse en Madrid, ciudad en la que nació en 1948, está considerado uno de los renovadores de la pintura de los años ochenta. Problemas de salud que le han impedido mantener el ritmo al que estaba habituado le han animado a volver a sus orígenes, donde espera continuar esa labor didáctica que siempre ha tenido entre las generaciones más jóvenes.

El galerista catalán Carles Taché, buen conocedor de la obra artística de Campano, al que representa, lo describía ayer en Oviedo como alguien «profundo y comprometido con el arte». «Un pintor por naturaleza que se proyecta con gran intensidad sobre la tela», afirma su galerista y amigo.

Para Taché, la pintura de Campano trasluce sus propias vivencias, depende de su estado de ánimo y también de lo que ocurre en el exterior. «Su obra está en evolución constante y lo más novedoso de su última etapa es esa especial sensibilidad hacia el blanco y la investigación sobre esas tonalidades».

Alejado de toda vida social e incluso de todo tipo de contacto con otros artistas que no sean los jóvenes a los que intenta transmitir lo que él llama «el veneno de la pintura», Campano se considera «misántropo» y no le interesa conocer lo que se está haciendo en el mundo del arte, prefiere ir por libre y hacer una obra poco sujeta a estilos, una obra a la que asegura ser infiel continuamente. Taché, que hace hincapié en su evolución permanente, lo define como un pintor de «grandes fracturas que dan el hilo conductor de todo su trabajo».