La llegada del verano marca la eclosión de los grandes festivales en Europa. España, pese a la crisis, no es una excepción. Sí lo es el Principado de Asturias, que sólo agrupa algunos ciclos modestos alrededor de cursos de enseñanza musical especializada, manteniendo, entre junio y octubre, un perfil muy bajo en este sector, impropio de una región que tiene un muy buen perfil de actividad musical el resto del año.

España se ha puesto al día en lo que a los festivales se refiere y, a los de mayor tradición, la Quincena Musical de San Sebastián, Granada o Santander -por citar tres referencias clásicas- se han unido nuevas iniciativas a lo largo de toda la geografía, hasta configurar un mapa ciertamente interesante. Sobre todo, en lo que se refiere a propuestas temáticas orientadas, en muchos casos, al ámbito de la música antigua o, más específicamente, del Barroco. Se aprovecha para ello el espectacular patrimonio histórico-artístico de nuestro país, que se convierte en un escenario de privilegio al abordar determinados repertorios, muchos de ellos concebidos precisamente para ser interpretados en estos recintos. Las dos últimas décadas han sido testigos de un desarrollo constante que, al menos, nos ha acercado a los estándares europeos. La crisis ha frenado el proceso, pero la mayoría de los ciclos resiste con una demanda espectacular por parte del público, y es precisamente esta presión de los aficionados la que ha salvado de la quema iniciativas que podían haberse ido a pique debido a la falta de interés político en este ámbito cultural. A continuación, una serie de pistas pueden servir para configurar los principales hitos de los que se puede disfrutar en estos meses de verano.

El más cercano a nosotros, el Festival Internacional de Santander, se mantiene fiel a su cita anual, cumple sesenta años y mantiene su actividad entre el Palacio de Festivales de Cantabria y una multitud de conciertos distribuidos en el conjunto de la provincia que acogen la programación de carácter camerístico. En danza tiene especial interés la propuesta del Ballet Nacional de España, que estrenará «Negro-Goya», con coreografía de José Antonio, en un montaje compartido con el festival de Granada, ciclo que ya ha finalizado su actividad este año. Habrá también teatro -con Nuria Espert y su celebrada interpretación de «La violación de Lucrecia», de Shakespeare- y música de cámara, con nombres como Shlomo Mintz e Itamar Golan, Jordi Savall. La ópera protagoniza el arranque del festival con «Otello», de Verdi, en versión de concierto y con un reparto en el que destacan José Cura y Barbara Frittoli, mientras que en el cierre estará a cargo de la Orquesta Sinfónica de la Nueva Rusia, con Yuri Bashmet en la dirección.

Más allá en la cornisa cantábrica, la Quincena Musical de San Sebastián se erige, un año más, como el festival de mayor nivel en España. En el auditorio Kursaal se ofrecerán las propuestas de mayor espectacularidad, tanto sinfónicas como líricas. Son las primeras las que tienen mayor atractivo. Destacan las dos sesiones con la Filarmónica de Róterdam y Yannick Nézet-Séguin, la segunda de ellas, con el Orfeón Donostiarra y Mahler como argumento. La Sinfónica de Fráncfort o tres sesiones con la de la Radio de Colonia y Jukka-Pekka Saraste, con «El castillo de Barbazul» de Bartók en versión de concierto y la «Novena» de Beethoven también con el Orfeón. Vladimir Jurowski dirigirá la «Sinfonía Fausto», de Franz Liszt, con la orquesta «The Age of Enlightenment» y el coro «Easo e Ivan Fischer» y la Orquesta del Festival de Budapest en las sesiones de clausura. En la inauguración será «El Barbero de Sevilla», de Rossini, en coproducción con el Festival de San Lorenzo del Escorial, el que tomará el protagonismo, bajo la dirección de Andrés Orozco Estrada y con un reparto en el que destacan José Manuel Zapata o Pietro Spagnoli, en una producción del Teatro de Friburgo. Otros ciclos dentro de la Quincena son el de música antigua, el de cámara, el de órgano, el de jóvenes intérpretes y el de contemporánea.

En Madrid se ha asentado con fuerza el Festival de San Lorenzo del Escorial, estos días en pleno desarrollo, que se abrió con un «Barbero» rossiniano bajo la batuta de Víctor Pablo Pérez. El festival madrileño también acoge en su vertiente lírica la opereta «Candide», de Bernstein, según una lectura escénica de Paco Mir. La Orquesta Nacional de España, con su titular, Josep Pons, inauguró el ciclo, y la de Cadaqués, la Joven Orquesta Nacional de España y la Joven de la Generalitat Valenciana, así como la Orquesta y Coro de RTVE son otras formaciones destacadas del ciclo. En ballet también hay buena presencia, con la compañía de Blanca Li, la del Ballet Nacional del Sodre (Nacional de Uruguay), de Julio Bocca, y el ballet clásico cubano de Miami con «Giselle».

Bodas de plata son las que festeja el Festival de Peralada, con un «Nabucco» verdiano defendido por Maria Guleghina, Ferruccio Furlanetto o Joan Pons, bajo las órdenes de un sólido experto como es Nello Santi. De gran interés es, asimismo, el «Orfeo y Euridice» de Gluck, en una nueva producción de «La Fura dels Baus». La lírica también se desarrolla a través de los recitales de grandes cantantes muy vinculados al festival como Montserrat Caballé o Plácido Domingo. Además también estarán Sondra Radvanovsky, Roberto Alagana o Svetla Vassileva. La fiesta de los veinticinco años correrá a cargo de «Els Comediants», y en el ballet la compañía de Blanca Li comparte cartel con la de Ángel Corella o Rafael Amargo.

En el festival de Torroella de Montgrí el mundo del piano es el gran protagonista, a través de varios recitales encabezados por el sensacional Grigory Sokolov, en el que también están Alice Sara Ott y Joaquín Achúcarro, tres generaciones al más alto nivel. También está muy cuidado con la contralto Nathalie Stutzmann, la soprano María Bayo, el contratenor Philippe Jaroussky y la mezzo Magdalena Kozená.