Oviedo, Javier NEIRA

La pianista francesa Brigitte Engerer, con la Orquesta Filarmónica de la Radio de Múnich, dirigida por el maestro noruego Terje Mikkelsen, ofrece hoy, a las ocho de la tarde, en el Auditorio de Oviedo, el concierto para piano y orquesta de Schumann dentro del ciclo de las Jornadas de Piano «Luis G. Iberni» que cuentan con el patrocinio de LA NUEVA ESPAÑA. La cita, con entradas a 40 y 36 euros, se completa con la obertura «Oberon», de Weber, y la «Sinfonía número 1» de Alnaes.

En la tarde noche de ayer, y tras el ensayo, el maestro -que hoy da su concierto número cien en España, ofrecidos en total en cuarenta ciudades- y la solista comentaron el programa.

Brigitte Engerer concibe el concierto de Schumann «como si fuese música de cámara, con pasajes importantes entre algunos músicos de la orquesta y el solista y solos de clarinete y oboe. Es como dos personas que hablan». Schumann, según la pianista, «tenía una doble personalidad, el orgullo del hombre y la sensibilidad de la mujer; estaba un poco desequilibrado, pero nos transmitió una música fantástica. El primer concierto romántico que toqué fue éste, tenía 12 años». Sobre la necesidad de entenderse bien para abordar un concierto añadió que no había problemas porque «la lengua del paraíso es la música, el auténtico idioma del cielo es sin duda la música de Beethoven».

Fue a Múnich para preparar el concierto con el maestro Mikkelsen, ayer ensayaron de nuevo y aún hoy seguirán preparando conjuntamente la sesión.

Esa idea del diálogo la comparte Mikkelsen, que explica cómo «una nota de la solista me da pie para una orientación concreta. El director de orquesta tiene una responsabilidad tremenda. Trabaja con un solista que ha tocado el concierto cien veces y lo sabe todo. El director no puede ser como un policía de tráfico: pare aquí, ahí más rápido y cosas así... Además tengo setenta personas en la orquesta».

La pianista considera que la colaboración debe ser máxima: «Con problemas de soberbia no se mueve la música. Ciertamente, hay gente estúpida y conozco algunos, pero así no se hace nada».

El maestro Mikkelsen comentó asimismo la «Sinfonía número 1» de Alnaes que cierra el programa. «Es romántica, compuesta en 1898, entre Chaikovski y Rachmaninof. Pero sólo se tocó una vez. Más de un siglo después la rescaté. La he dirigido en Moscú y Noruega, donde la oyó un periodista español y le gustó mucho. Cuando se abandonó el romanticismo por el impresionismo y otros gustos, sencillamente, se perdió esta sinfonía. Es una obra importante en la línea de los artistas noruegos que querían valorar lo suyo después de estar ocupado el país por Dinamarca y Suecia; querían demostrar que Noruega era más que un pueblo de pescadores y granjeros».