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Bendones, la iglesia al revés

Datada en el siglo IX, en época de Alfonso II, y rescatada de la ruina en la década de los 50, Santa María es un templo singular por historia y arquitectura

Vista de Bendones, con su pórtico central y el campanario. LUISMA MURIAS

Santa María de Bendones es una iglesia de pueblo. Parece una obviedad, pero en el entorno rural hay iglesias e iglesias. A Bendones la acompaña el fluir del agua de la fuente cercana, el cacareo de las gallinas y el ladrar de los perros; sonidos de huerta, tertulias vecinales y casinas con ropa tendida y corredores al sol.

Y una historia singular, a siete kilómetros de Oviedo. Recuerda Tilde Fernández que a ella le tocó hacer la primera comunión en el templo prerrománico aunque la iglesia estuviera poco menos que en ruinas. Tilde tiene 68 años aunque aparente muchos menos, así que conoció Santa María de Bendones antes de que Joaquín Manzanares lanzara a mediados de la década de los cincuenta un grito de auxilio para salvar lo que la guerra civil, pero también la postguerra, larga y pobre, se habían encargado de destruir.

A Santa María de Bendones le queda muy poco de Prerrománico. Manzanares la encontró quemada y destruida, y el omnipresente Luis Menéndez Pidal se encargó a finales de los cincuenta de una reconstrucción en la que -dicen- puso más imaginación de la cuenta.

Bendones fue levantada en algún momento del siglo IX, bajo el reinado de Alfonso II el Casto. Son suposiciones, aunque fundadas. Alfonso reinó entre 791 y 842, año de su fallecimiento. Fue el rey que consagró la iglesia de Santullano, con la que Bendones parece tener algún parentesco. Lo que es seguro es que el templo está levantado en el año 905 porque así consta en un documento de Alfonso III, quien reinó entre los años 866 y 910.

Templo probablemente vinculado al Camino de Santiago. El pórtico triple, con dos estancias a ambos lados de la entrada central, sugiere un lugar sagrado de pernocta para los peregrinos. Algo parecido ocurre en el conventín de Valdediós.

A Santa María de Bendones se llega a través de una carretera cuesta y flanqueada por una acera y farolas que no hace mucho instaló el Ayuntamiento. El entorno de la iglesia también está urbanizado, sin estridencias. Antonio Nistal, director del Seminario Metropolitano y uno de los tres sacerdotes que colaboran en el culto parroquial (misa los sábados a las cinco de la tarde), señala que "las ventoleras de los pasados meses de septiembre y octubre movió tejas". La renovación de la techumbre es reciente pero es verdad que hay tejas en equilibrio y una zona del tejado donde la vegetación comienza a dejarse ver más de la cuenta.

Los interiores tienen problemas de humedades y se nota sobre todo en la capilla lateral que da al sureste donde por cierto se conserva un único vestigio de lo que fue la policromía del interior del templo. Apenas unas manchas sobre un área irregular pero que nos da pistas. La policromía de Santa María de Bendones no sería muy diferente en estilo -quizá sí en calidad de técnica- a la que hoy se puede ver en San Julián de los Prados. De ahí que los expertos las hagan coincidir en el tiempo.

La lluvia se coló por la techumbre y por la cubierta interior de madera, que no es hermética ni mucho menos. La que cubre la capilla lateral sur tiene pinta de ser un coladero. En la fachada externa la vegetación escala paredes aunque, salvo detalles a reparar, el aspecto general del templo es aceptable. Se requiere también una mejora en el sellado de las ventanas. La iglesia está abierta al culto, los sábados a las seis de la tarde en horario de primavera y verano.

Desde Santa María de Bendones se ve, a lo lejos y a lo alto, la iglesia de San Pedro de Naves. Y a lo lejos y a lo bajo lo que queda de las antiguas escuelas de Bendones, un edificio inusual de tres pisos, ya en ruinas. Cuentan los veteranos del lugar que cuando Bendones estuvo inoperativa, las escuelas ejercieron también de iglesia.

En los años sesenta, Tilde Fernández se casó en las escuelas. Ejercía de cura un mítico, Don Armando. "Yo siempre decía: la iglesia de Bendones la inauguro yo casándome. Pero no. Aquello duró mucho, iban y venían, hacían y deshacían. Mi hija ya se casó en la iglesia prerrománica, y de esto hace veinticinco años". Las obras tardaron una generación de más.

Bendones mira al Este, como es preceptivo. Y, por tanto, el pórtico de entrada está al Oeste. La sorpresa general de los visitantes es que el interior no responde a lo que uno se imagina. Su planta es única con una sola nave más ancha que larga. Es como si la distribución interior del templo estuviera al revés.

Lo explicaba en su día el cronista de Asturias Joaquín Manzanares y lo recordaba en el pasado mes de febrero en las páginas de LA NUEVA ESPAÑA el librero Alberto Carlos Polledo, quien se quejaba del "nulo" mantenimiento del templo y de la suciedad en su interior. Para ser justos, Santa María de Bendones estaba inmaculada el pasado martes, día de la visita efectuada por los redactores de este periódico.

Polledo celebraba la iniciativa de Manzanares cuando en 1954 fue capaz de entender la importancia de aquellas ruinas y de concitar respaldo a la iniciativa de restauración. Era alcalde de Oviedo Ignacio de Nora, que se involucró en lo que en realidad fue una rehabilitación imposible. Bendones era un solar.

Hoy, su exterior tiene algo de juguete, que es un reflejo asociado a todos los templos con origen en el Prerrománico. Y al lado de la "maqueta" de proporciones perfectas -el Arte Asturiano tiene esa característica-, Santa María de Bendones tiene algo inédito entre los edificios de su tiempo. Es el campanario anexo que los rehabilitadores dejaron inconcluso y que genera un buen número de dudas y preguntas.

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