Jorge González Bada, cabraliego de 19 años, es el más joven de los vecinos del concejo oriental en hacer cumbre en el Urriellu. La primera vez contaba con 8 años de edad. Fue el 1 de julio de 2005. Su tío Sergio González, responsable del refugio del Jou de los Cabrones -el más inaccesible de la Península-, donde hoy trabaja el sobrino, fue quien le metió el gusanillo de la altura en el cuerpo. Les acompañaba en aquel primer hito un guía argentino de la Patagonia, Adrián Falcone. El pasado lunes repetían ascensión con el apoyo de otro guía de la misma nacionalidad, Kiko Cerdá. Como respaldo llevaban sendos cascos de protección, arneses y dos cuerdas de 60 metros. "Cuando subí la primera vez hablamos de volver al año siguiente, pero después no fue posible por motivos de trabajo", relata el joven, que ahora se prepara durante la temporada baja para ser guía de montaña. "Desde los 6 años sé que quería dedicarme a esto", reconoce.

La subida, once años después de aquel hito del que todavía hoy continúa siendo el cabraliego más joven en el Urriellu, fue "emocionante" y con las dificultades propias de esta época del año. "Subimos por una vía más difícil, la vía Cepeda. Al principio, por la noche, tuvimos algo de tormenta. Hacía bastante frío y la pared estaba mojada en algunos tramos. Hubo momentos delicados", recuerda con la seguridad de un alpinista profesional. "A mitad de la vía nos cayeron unas chispas de nieve", continúa en su relato de una ascensión en la que emplearon siete horas y cuarto desde la salida del refugio de Vega de Urriellu hasta su regreso al punto de partida. "Estuvimos arriba una media hora, contemplando las vistas; hacía un día espectacular", rememora el joven, todavía con la emoción de la experiencia en su retina.

Jorge sintió la necesidad de cumplir con la promesa que se habían hecho en 2005. El paso de "rompetobillos" (uno de los largos de mayor graduación en el ascenso) fue el punto "más difícil" del recorrido, aunque el joven confiesa que el suyo fue un ascenso "bastante rápido". En condiciones normales suelen emplearse hasta nueve horas en realizar el mismo tramo que ellos completaron el lunes. "En esta época sueles encontrar lluvia abajo, es como si fuera invierno y eso lo complica un poco", relata el joven, quien no duda que realizará idéntica ascensión el próximo año agregándole una dificultad más: "Repetiré, seguro. Pero cada año la dificultad va a más. Iremos por la cara Norte o la Oeste", precisa. Para quienes no las conocen, él resume así las sensaciones en la cumbre: "Es una subida espectacular. La gente se queda flipada", sostiene Jorge. Durante la temporada baja, hasta la próxima Semana Santa, el joven completará las pruebas de orientación y resistencia y también los exámenes teóricos necesarios para ser guía de montaña y así emplearse a fondo como los argentinos que le acompañaron a él en los dos ascensos al Urriellu. "Al final, estoy doce meses en la montaña", resume Jorge sobre su devoción a las cumbres. Su tío detectó desde muy pequeño la valentía y facilidad de este joven cabraliego para superar todos los retos que se le ponen por delante. Por altos que sean. Y lo ha vuelto a demostrar.