La escritora asturiana Eugenia Rico (Oviedo, 1972) abandonó una temporada la ondulante tranquilidad de Venecia para viajar a Jerusalén por un proyecto cultural del que no puede adelantar nada aún. Lo que sí puede explicar es lo que ha visto y vivido en un lugar que... Mejor lo cuenta ella:

-En la Ciudad Vieja, en pocos pasos y en pocos minutos, pasas del siglo XXI al siglo XIII de la parte judía, a la cristiana, a la armenia, a la musulmana. La Ciudad Vieja está dividida en cuatro partes y allí todas las religiones conviven en relativa armonía. Es un ombligo de la tierra. Un laboratorio que demuestra que los seres humanos son capaces de convivir si así lo deciden.

- ¿Cómo se vive allí la decisión de Trump de reconocerla como capital de Israel?

-Pues con euforia en la parte israelí y con gran tristeza en la parte palestina. El 25% de los palestinos son cristianos, muchos de ellos me comentaban que esta decisión les ha arruinado la Navidad. Para ellos es una decisión equivalente a la Declaración Balfour. Durante veinticinco años se ha negociado la paz negociando sobre todo el estatuto de Jerusalén, que hasta 1967 estaba dividida en dos partes. Esta declaración unilateral significa negar cualquier posibilidad de una paz que satisfazca a ambas partes. Un palestino cristiano de la Ciudad Vieja me contó: "Es como si llevan el niño a Salomón para que decida cuál de las mujeres es su madre y el Rey se lo come".

- ¿Se palpa la tensión?

-La Ciudad Vieja está prácticamente tomada por la policía y el ejército israelí que patrullan continuamente y tienen puestos por doquier. Si les preguntas por la decisión de Trump la gente tiene miedo de hablar. A pesar de ello se respira una cierta normalidad, en las partes cristiana y armenia se celebra la Navidad y hay muchos turistas.

- ¿Se cambia el punto de vista cuando se vive allí?

-Por supuesto, si tomas un "tram" en Jerusalén oirás hablar hebreo y árabe. Codo contra codo en el tranvía. Judíos ortodoxos, mujeres árabes con velo, mujeres palestinas cristianas vestidas igual que en España, apretados en la hora punta atravesando el tráfico infernal de Jerusalén Oeste. He conocido a un cristiano de Jerusalén casado con una judía ortodoxa. Porque por ejemplo en el lado palestino hay que diferenciar los llamados árabes de Israel que son palestinos, que tienen documentos israelíes y disfrutan del sistema sanitario de Israel, de los palestinos de los Territorios Ocupados que viven al otro lado del Muro que separa Jerusalén de Belén, de los que viven en los campos de refugiados y entre los judíos diferenciar a los judíos ortodoxos, los religiosos nacionalistas, los colonos y los judíos laicos que quieren la paz. Y luego están los drusos que profesan una religión antiquísima que no es ni la judía ni la musulmana ni la cristiana.

- ¿Cómo se percibe allí el conflicto catalán?

-En una ciudad completamente tomada por el ejercito que se pasea con kalashnikov y con tanquetas la palabra conflicto tiene un sentido muy diferente. Nuestro conflicto es un conflicto de ricos, de pijos. Aquí hay familias a las que han quemado vivas con sus hijos. ¿De qué hablamos cuándo hablamos de conflicto? El nacionalismo se cura viajando.

- ¿Ha vivido alguna situación complicada?

-La Ciudad Vieja es única por la noche con la luna llena, el mejor lugar del mundo para pasear, es muy segura, hay cámaras y soldados por todas partes y todo el mundo protege a los turistas. Pero yendo al Santo Sepulcro que está abierto de noche sólo en Navidad encontré con una chica del ejército que me encañonó hasta que vio mi pasaporte español.

- ¿Como escritora qué detalles llaman más su atención?

-Jerusalén quiere decir Ciudad de la Paz pero ha conocido muy poca. Sin embargo desde aquí puede nacer el cambio que traiga al paz al mundo. El guardián musulmán cuya familia durante cientos de años custodia la llave del Santo Sepulcro porque las distintas religiones cristianas que lo custodian no se ponían de acuerdo entre sí y sólo se fiaban de los musulmanes. La escalera que cuelga de la fachada del Santo Sepulcro desde hace siglos porque el acuerdo para moverla es demasiado complicado. Los pequeños detalles: la soldado israelí con kalashnikov que sonríe al ver un gato en la Ciudad Vieja, el sacerdote palestino que habla griego en el Monte de las Lamentaciones y colecciona fotos de puestas de sol. La vida está en los pequeños detalles.

- ¿Cómo viven las mujeres de uno y otro bando?

-Pues no depende tanto del bando sino de quiénes son. Me explico, entre los palestinos están los cristianos y los armenios entre los que las mujeres gozan de muy buena situación, y entre los musulmanes las mujeres que tienen documentos de Israel estudian en la Universidad, etcétera, mientras que en los Campos de Refugiados hay mucha pobreza. Del lado israelí están las mujeres ortodoxas, las mujeres judías religiosas nacionalistas y las mujeres laicas de Tel Aviv que llevan una vida completamente occidental. Por cierto los ortodoxos no van al ejército porque la Biblia prohíbe matar pero los demás hacen tres años de servicio militar los hombres y dos años de servicio militar las mujeres.

- ¿Se le han caído muchos prejuicios o tópicos ahí?

-Pensaba que las colonias estaban en los Territorios Ocupados, entre los campos de olivos, pero la mayoría están en Jerusalén donde hoy en día se siguen ocupando casas en la Ciudad Vieja y en la parte Este. Hay calles enteras en las que cada día se ocupa una nueva casa. Hay muchísimos judíos que quieren la paz. Hay una organización que agrupa a las familias israelíes y palestinas a los que les han matado algún ser querido y a raíz de eso buscan el fin del conflicto.