"El enemigo no es una figura analizada en los estudios sobre nacionalismo, pero cumple un papel necesario. En el nacionalismo catalán siempre aparece señalado un enemigo: bien sea Castilla, bien sea el Estado español, bien sea España". Con esta argumentación comenzó ayer el filósofo Lucas Álvarez Canga la defensa de su tesis "El concepto de enemigo en el nacionalismo catalán", una investigación dirigida por Armando Menéndez Viso que obtuvo el aval del tribunal -formado por Concha Roldán, José Antonio Méndez y Jesús de Garay-, que valoró su "valentía" y la calificó con Sobresaliente cum Laude. En el trabajo, el ya doctor profundiza en la evolución del nacionalismo catalán y en el progresivo incremento de la identificación de España como antagonista.

"El nacionalismo catalán no siempre defendió un estado propio: antes optó por el regionalismo y el federalismo. La solución pasaba por la renovación del Estado. Pero cuando el enemigo es el propio Estado, la solución es la independencia", explicó Álvarez Canga, que se remontó a la génesis misma del catalanismo en 1833 (año de la publicación de "Oda a la Patria" de Buenaventura Carlos Aribau) para trazar la evolución hacia el nacionalismo político y, en su última fase, el independentismo.

"La historia catalana se muestra en contraposición a España, e identifica a España como enemigo", insistió el investigador, que considera a ese rol antagónico, asumido primero por Castilla y luego por España, como un factor esencial para el desarrollo del nacionalismo. De hecho, el investigador se detiene en la naturaleza de dos símbolos catalanes: "Tanto el Día nacional, la Diada, como el himno, 'Els Segadors', aluden a episodios que los catalanes asocian con la represión castellana: el primero al 'Corpus de sangre' de 1640, y el segundo a la rendición de Barcelona en 1714".

Estatuto

En la construcción de este antagonismo, Álvarez Canga detalló cómo el catalán comenzó a adquirir la condición de lengua nacional en el momento en el que el castellano se empezó a difundir en Cataluña, y también la creación de determinados clichés, como el del "catalán trabajador frente al español vago", que se popularizaron en el siglo XIX y se han mantenido en el tiempo.

El estudio de Álvarez Canga, con vertientes sociológicas e históricas, llega hasta 2014 y analiza también los primeros compases del desafío soberanista. En contra de las tesis independentistas, el filósofo remarca, armado de una batería de datos, que ni el recurso del PP contra el Estatuto de Cataluña, presentado en 2006, ni la posterior sentencia que modificó de forma sustancial el texto, publicada en julio de 2010, fueron hechos determinantes para lanzar el proceso independentista. "Pudo ser un poco la gota que colmase el vaso de los agravios, pero lo cierto es que aquella sentencia no conllevó un incremento del sentir independentista, y de hecho las Diadas no registraron un incremento de participación: la reacción se limitó a la gran manifestación que se convocó al día siguiente en Barcelona", detalló el investigador.

ANC

La referencia a la participación en las manifestaciones por la Diada como termómetro del sentir nacionalista es una convención asumida por la Generalitat de Cataluña en la que Lucas Álvarez Canga utiliza, precisamente, los datos de participación para trazar una evolución del proceso diferente a la que pregona el independentismo. "En esos años, no se registra un incremento en la participación en la Diada. Sigue siendo minoritaria. El cambio se da en 2012, la primera vez que organiza la manifestación la Asamblea Nacional Catalana (ANC)", explica Álvarez Canga.

A juicio del filósofo, esta organización tiene un peso específico muy relevante en el desarrollo del proceso independentista: "La ANC se constituye en ese año de 2012, y nace con la pretensión de convencer a la población catalana de los males que sufre por culpa de España y de la necesidad de la independencia". En este sentido, el hecho de que ese año gobernase el país el PP, precisamente el partido que había presentado el recurso ante el Constitucional contra el Estatuto, sirvió para armar un "contragolpe independentista".

"Es desde ese momento que se puede constatar un aumento de la identificación de España como enemigo, lo que se puede comprobar en cuestiones como el incremento, enorme, de artículos publicados en prensa relativos a los agravios de España sobre Cataluña", concluye el filósofo.