La guerra contra el coronavirus SARS-CoV-2, causante de la pandemia mundial de COVID-19 es larga y no ha hecho más que empezar. Quizás se prolongue más de lo que ahora mismo somos capaces de intuir. Pero en esa guerra, en esa lucha cuerpo a cuerpo en las camas de las Unidades de Cuidados Intensivos, en las habitaciones de hospitales, en las residencias de ancianos, cada pequeño paso avanzado se disfruta como una victoria. Un instante tan solo. La tarea sanitaria es aún ingente.

La cifra de nuevos contagios de ayer en Asturias, 59, sigue dando alas a la idea de que Asturias afronta ya el tramo de descenso en la propagación de la pandemia. ¿Significa que ya ha pasado lo peor? No. De cumplirse la tendencia (habrá que ver cómo evoluciona los próximos días) significa que el confinamiento, con el cumplimiento de sus estrictas exigencias, ha permitido que Asturias sea una de las primeras comunidades de España en frenar la expansión de la pandemia. Lo dicho, el primer muro. Pero el virus sigue ahí fuera, dispuesto a incrementar de nuevo los contagios si se relajan las medidas de encierro, distancia social y prohibición de toda aquella actividad que pueda suponer aglomeraciones. Sigan en casa para ganar esta guerra.

El matemático asturiano Juan Luis Fernández, catedrático de la Universidad de Oviedo y director del Grupo de Problemas Inversos, Optimización y Aprendizaje Automático, comenzó la pasada semana a desarrollar un modelo para predecir la evolución de la enfermedad en Asturias. En un primer análisis, publicado por LA NUEVA ESPAÑA el pasado 16 de marzo, el matemático ya aseguraba que el pico de la enfermedad podría llegar el 24 o el 25 de marzo. Días después, utilizó el mismo modelo para el conjunto de España. El resultado, que también publicó este periódico, señalaba que el máximo de contagios se produciría en Asturias a mediados de esta semana, pero en España ese momento llegaría unos días más tarde, ya en el fin de semana.

Los datos de hoy mismo parecen constatar que el máximo de contagios está siendo sobrepasado, que se consigue aplanar la curva de futuros ingresos sanitarios y que se ha evitado una escalada imparable de nuevos infectados que condenaría a los servicios sanitarios asturianos a un desastre.

Conviene cruzar los dedos: esa es la tendencia, veremos si la realidad lo corrobora.

La fuerza de un modelo matemático reside, como es lógico, en su capacidad de hacer predicciones lo más aproximadas a la realidad. No es una herramienta esotérica para adivinar el futuro, sino un trabajo basado en hipótesis previas, ecuaciones que describen el comportamiento de la realidad que se pretende describir y bastante intuición. "Un modelo matemático es para trabajar con él, no para creerlo", ha dicho el matemático asturiano para expresar que constituye una herramienta útil, que se amolda a las circunstancias y que permite tener una visión en trazo grueso de lo que se avecina.

¿Qué implica, si es así, haber sobrepasado el pico de contagios? Ni más ni menos que se regula la puerta de entrada de los hospitales. Si los nuevos casos continuasen creciendo exponencialmente (y ya hemos visto la rapidez con que se propaga el COVID-19 y cómo los datos de enfermos crecen en un pestañeo, solo hace falta mirar a la evolución estos días, por ejemplo, de Estados Unidos), el volumen de enfermos que entrarían en los hospitales asturianos sería inabarcable.

Pero no se trata de aplanar la curva para que haya menos enfermos, sino para permitir que los sanitarios hagan su trabajo. Por ejemplo, el tiempo medio de estancia en una Unidad de Cuidados Intensivos por COVID-19 es de unos 28 días. Cada paciente que entra en esas preciadas camas tarda 28 días en abandonarla, si se recupera. Con una escalada exponencial de casos, habrían entrado en ese tiempo cientos de nuevos pacientes necesitados de ocuparla.

Pese a todo, la presión sobre el sistema sanitario seguirá creciendo en Asturias los próximos días. Si se cumplen los pronósticos llegarán menos enfermos al HUCA pero aún será asumible tratarlos. Será más adelante, cuando el número de recuperaciones comience a superar al de nuevos ingresos, cuando podremos realmente decir que ha pasado lo peor de la pandemia. Basta fijarse en las cifras: Asturias tiene 819 casos activos (que necesitan atención sanitaria, la mayoría de ellos leves), pero solo 52 se han curado. Un total de 29 ha fallecido. El COVID-19 lleva una ventaja de más de 600 enfermos en el Principado. La victoria en la guerra (en la primera fase) será reducir a mínimos esos números.

Las próximas jornadas serán de cautela. Todo parece indicar que salvo que surjan nuevos focos no controlados (como ocurrió con el colegio Masaveu de Oviedo o las residencias geriátricas públicas, en especial la de Grado), el ritmo de positivos diario irá descendiendo. Queda por ver, por ejemplo, algunas cuestiones inesperadas, como si se considera mañana positivo a todos los pacientes del geriátrico de El Villar, en Castrillón. Con todo, ese sería un foco controlado y aislado: debería serlo.

Como se observa en las imágenes, las curvas de representación matemática para los escenarios futuros son varias, en función del percentil que representan. ¿Y qué es el percentil? Es una manera de evaluar en estadística la probabilidad de que se produzca un resultado. Por ejemplo, el percentil 25 (p25) señala que el 25% de los probables resultados se encontrarían por debajo de esa curva; el percentil 90 (p90), en cambio, establecería una aceptable cota superior de los posibles resultados, ya que el 90 por ciento de las mediciones estarían por debajo. El denominado percentil 50, también denominado mediana, vendría a representar una media de todas las posibilidades futuras, lo cual podría entenderse, en trazo grueso, como el valor más probable. En cierto modo, las curvas de percentiles acotan los posibles resultados futuros.

Las estimaciones del catedrático de la Universidad de Oviedo permiten, por ejemplo, estimar el número de individuos ingresados en los próximos días en los hospitales asturianos. Según el pronóstico, la cifra más probable alcanzará un máximo de unos 325 ingresados, con una horquilla superior de algo más de 450.

Con su modelo también puede calcular otra cifra muy importante: el número de camas de UCI que estarán ocupadas por pacientes de coronavirus. Esta cifra podría situarse en torno a los 55, con un máximo en la situación más desfavorable de 80 ingresados en unidades de cuidados intensivos de Asturias. De ahí el valor del modelo para los sistemas de salud.

Juan Luis Fernández ha trasladado sus modelos matemáticos a otras comunidades (algunas, además de Asturias, utilizan sus pronósticos para echar un vistazo a lo que puede venir en los próximos días). Los indicios son que el pico está próximo para muchas de ellas, pero con dimensiones bien distintas.

Por ejemplo, la curva de pronóstico para Madrid (con datos facilitados por el Ministerio de Sanidad, correspondientes al 25 de marzo a las 20.30 horas), podría estar a punto de alcanzar el pico, pero con un número diario de nuevos infectados que llegaría a los 3.000. En el caso de Cataluña, ese máximo puede ser también inminente, con 2.000 nuevos enfermos diarios.

Utilizando un sistema predictivo similar al que se emplea en bolsa para conocer los valores próximos de las acciones. Este método incorpora a la propia predicción la incertidumbre anterior, pero no puede estimar cuestiones no incluidas en el modelo, como la aparición de focos imprevistos y desconocidos: los "cisnes negros" de la pandemia, en referencia a la expresión acuñada por Nassim Taleb.

Con ese método, Juan Luis Fernández, en colaboración con la también profesora de la Universidad de Oviedo Zulima Fernández Muñiz, calcula el valor más probable de nuevos casos diagnosticados en toda España. Ese número no es una cifra precisa, sino que en realidad el resultado se mueve en una horquilla.

También ha incorporado los datos correspondientes a Europa, en los que puede verse que, pese al frenazo de nuevos casos en Italia los últimos días, ese país sigue siendo el que más contagios suma.

Otra interesante gráfica proporcionada por el catedrático de la Universidad de Oviedo, en colaboración con el desarrollador informático Oscar González Rodríguez, es la que muestra la expansión de la enfermedad en los distintos continentes.

El continente americano se está convirtiendo en el gran escenario de expansión de la pandemia de COVID-19, que en estos momentos ya ha infectado a más de 521.000 personas en todo el mundo, ha causado la muerte a 24.000 seres humanos y se extiende ya por prácticamente todo el planeta, en más de 200 países.

Las curvas de evolución de personas contagiadas constatan el rápido crecimiento tanto de Norteamérica como Sudamérica, donde la enfermedad ha comenzado a expandirse a un ritmo cada vez mayor.

El "sorpasso" de Estados Unidos

Estados Unidos se ha convertido ya en el país con mayor número de contagiados, por encima de China. Hemos podido ver en las estadísticas cómo el país ha ido escalando vertiginosamente el número de nuevos casos hasta situarse ya en los 83.000, sobrepasando súbitamente a China e Italia, evidenciando que la enfermedad se expande en ese país de manera exponencial.

Ese crecimiento se observa también en Sudamérica y África, al tiempo que el virus se expande también en Oceanía. Parece vislumbrarse que Europa comienza a cambiar la tendencia expansiva.

Precisamente una de las principales preocupaciones de la OMS cuando lanzó las primeras alertas sobre la enfermedad estaba en frenar su llegada a los países del tercer mundo. Si los sistemas sanitarios de los estados más avanzados se han colapsado con la enfermedad, las consecuencias en aquellos territorios con deficientes servicios de salud pueden ser catastróficas.

Este gráfico representa la evoución de los casos declarados de Coronavirus por continentes. La escala es logarítmica: es decir, cada unidad en el eje vertical representa, en realidad, diez veces más. Cuando la gráfica de cierto continente se asemeja a una línea recta, eso significa que el desarrollo de la enfermedad es exponencial: es decir, en ese continente el COVID-19 está expandiéndose rápidamente y de forma incontrolada.

Cuando esa recta comienza a curvarse y tiende a ser más horizontal, eso significa que se ha controlado la expansión de la enfermedad, la curva de contagios diarios se aplana y ha pasado ya lo peor. Cuanto más vertical es la recta, mayor será el ritmo de expansión de la pandemia.